domingo, 3 de diciembre de 2017

TRAUMA


Segunda entrega de la Trilogía Los rostros de Victoria Bergman, protagonizada por la detective de la policía Kihlberg y la terapeuta Zetterlund.

Segunda entrega de los Rostros de Victoria Bergman, y un poco más de lo mismo, muchos abusos, mucha psicología, mucha policía torpe y triste......y un final abrupto para "convencer" de la lectura de la tercera entrega. Eso sí, entretenida y un poco repugnante.
Leeré la tercera¡¡¡

Sinopsis (Ed. Reservoir Books)
Trauma es el segundo volumen de la trilogía Los rostros de Victoria Bergman: un viaje a las profundidades de la psique humana.
La detective Jeanette Kihlberg está haciendo terribles esfuerzos para resolver los casos de asesinato de unos jóvenes inmigrantes. Sin embargo, la investigación es interrumpida cuando un exitoso hombre de negocios aparece brutalmente asesinado -a modo de ritual- en el centro de Estocolmo. Todo parece indicar que es un acto de venganza, pero ¿Cuál es el sentido de esta venganza? La psicoterapeuta Sofia Zetterlund es arrastrada a enfrentarse al perfil del asesino.
Paralelamente, hay un caso muy complejo que también mantiene ocupada a Jeanette: la desaparición de la misteriosa Victoria Bergman, una mujer con un pasado muy turbio. La investigación la llevará a una exclusiva escuela en Sigtuna y también a Dinamarca, donde parece residir parte del misterio.

Trauma (fragmento)

Caída libre

La pesadilla viste un abrigo azul cobalto, un poco más oscuro que el cielo del anochecer sobre Djurgården y la bahía de Ladugårdsviken. Es rubia, de ojos azules, y lleva un bolso al hombro. Los zapatos rojos demasiado pequeños le hieren los talones, pero está acostumbrada a ello. Las llagas ya forman parte de su personalidad y el dolor la mantiene despierta.
Sabe que el perdón bastaría para liberarlos, a ella y a los perdonados. Durante años ha tratado de olvidar, siempre en vano.
No alcanza a verlo, pero su venganza es una reacción en cadena.
Una bola de nieve se puso en movimiento hace ya un cuarto de una vida en un cobertizo para guardar las herramientas del internado de Sigtuna y la arrastró con ella rodando hacia lo inevitable.
Cabe preguntarse qué saben hoy acerca del rodar de esa bola de nieve quienes en su día la tuvieron en sus manos. Probablemente nada. Sin duda han pasado página, simplemente. Han olvidado el acontecimiento como si se hubiera tratado solo de un juego inocente que empezó y acabó allí, en aquel cobertizo de las herramientas.



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