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martes, 5 de diciembre de 2017

LOS BASTARDOS DE PIZZOFALCONE


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por Giuseppe Lojacono,  inspector de policía en Nápoles.

Me gusta como escribe Maurizio de Giovanni, me gustan sus personajes oscuros y ese mundo italianísimo en el que se mueven. Si me conquistó con el personaje de Ricciardi, ahora lo está haciendo de nuevo con este inspector Lojacono, sospechoso, introvertido, atractivo y sagaz.
La primera novela de la serie no despejó ninguna incógnita pero con esta de sugerente título parece que el "panorama" empieza a aclararse.
Líos de familia, líos policíacos, y un nuevo equipo que puede dar mucho juego. Me la he leído en un suspiro y seguiré la pista de Lojacono y su equipo donde quiera que la imaginación del autor les lleve, nos lleve¡¡¡¡

Sinopsis (Ed. Reservoir Books)
Pizzofalcone es un distrito de Nápoles que empieza en los barrios españoles y llega hasta el mar. Un distrito muy poblado en el que conviven varios estratos, desde el bajo proletario a la aristocracia. En la comisaría del distrito está destinado Giuseppe Lojacono, el inspector de origen siciliano que fue acusado de vender información a la mafia y para quien Nápoles debía servir de correctivo.
El nuevo equipo de investigación también acaba de aterrizar en la comisaría: los llamados «bastardos». Seis policías que han sido enviados allí para sustituir a agente corruptos. Cuando hombres y dos mujeres que aman su trabajo como quien ama a una amante peligrosa. Pero esa no es la única peculiaridad que comparten estos antihéroes: todos tienen algo que ocultar o que hacerse perdona y nada que perder. Por eso, cuando una dama de la alta sociedad, Cecilia De Santis, aparece brutalmente asesinada en su elegante apartamento de la playa, se vuelcan en la investigación con sorprendente celo.
El macabro hallazgo obliga al inspector Lojacono a instalarse en el barrio marítimo para esclarecer el asesinato. Sus colegas Romano y Di Nardo intentan averiguar por qué una hermosísima joven nunca sale de casa y el viejo Pisanelli persiste en su obsesión por una serie de suicidios sospechosamente parecidos. El melancólico Lojacono y sus secuaces se proponen desentrañar las claves de todos estos asuntos en un Nápoles abatido por una tormenta de lluvia y salobre, y, en el durante, luchan por mantenerse a flote en su vida privada. ¿Saldrán airosos de su propósito?

Los bastardos de Pizzofalcone (fragmento)

1

Mar.
Mar en el aire. Mar en la calle.
Mar en el cielo, hasta las ventanas cerradas de los pisos más altos.
Mar en los oídos, amortiguando el zumbido del viento.
Mar en las rocas, rompiéndose a sí mismo con gritos roncos.
Mar en gotas, mar que vuela. Mar que bulle.
Se parece a tu maldita nieve, ¿sabes? Que se agita, que confunde, que por un momento impide ver el panorama y luego se posa en el fondo.
Aunque, bien pensado, no siempre en el fondo. A veces de costado. Esta vez, de costado. Se queda mirando mientras se pone de costado, despacio. Al otro lado.
Una sola persona en la calle. Yo. Por lo demás, a esta hora y con este tiempo, ¿a quién se le ocurriría salir a la calle? Y arriesgarse a ser arrastrado lejos por el viento, hasta quién sabe qué isla.
Ojalá.
No puedo creer que lo haya hecho. Pero sí, lo hice. No quería, no lo tenía planificado. Creía que hablaríamos, que ya estarías convencida. Que dirías: Está bien, lo he entendido. Que dirías: De acuerdo, tienes razón, tú ganas. Lo dejamos, me voy.
Creía que no me costaría demasiado conseguir que entraras en razón. Pero… no hubo manera. Qué terca eres.
Eras.
Dios, cuánto mar en el aire. Y qué ruido. Me ensordece. Me confunde.
Tenía que hacerlo; lo sabes, ¿no? Era necesario.
Porque el amor es así. Puedes disimularlo durante mucho tiempo, ocultarlo tras las miradas y los gestos cotidianos. Puedes tenerlo ahí, en silencio, cultivarlo como una planta; pero el día en que decides sacarlo a la luz del sol, entonces ya no lo dominas. Manda él. Manda el amor. Decide por ti, se abre como una flor hermosa, exige todo el espacio.
En cambio tú, nada. No quisiste dejarle un espacio al amor. No quisiste dar ese paso. Peor para ti.

martes, 26 de septiembre de 2017

EL MÉTODO DEL COCODRILO


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Giuseppe Lojacono,  inspector de policía en Nápoles.
Atención¡¡¡¡ Ricardo Cortat, Nuria Moragues, Noelia Vallina......y otr@s apasionados de la negra-mediterránea (entendida como la producida en el sur de Europa), aun no habíamos terminado de "cogerle el punto" al intenso comisario Ricciardi y......., Maurizio de Giovanni nos sorprende con un nuevo personaje y una nueva serie de novelas, cuyo ambiente se refleja en este párrafo:
"...Esto es Nápoles como nunca se había visto antes. Una ciudad caótica cuyos callejones arrojan sombras y ecos de pasos inciertos....."
Giuseppe Lojacono es un policía siciliano que ha sido desterrado a Nápoles, sus problemas personales y su carácter enigmático no le granjean, precisamente, simpatías en su nuevo destino en el que su único amigo (desterrado como el) le apoda "Montalbano", una novela en el Nápoles contemporáneo, que tiene posibilidades de cuajar un nuevo protagonista para la novela negra del sur de Europa.
Recomendable¡¡

RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 12 de Febrero de 2015.
De Giovanni pasa del Nápoles fascista al actual pero el ambiente, las personas, las maldades cambian poco. Los mismos perros con distintos collares. Lo salva la historia pero debería cambiar el decorado porque corre el riesgo de encasillarse.
Leed la reseña completa en el siguiente enlace:
https://www.evernote.com/shard/s67/sh/b8898ec4-daeb-44bd-91ae-3855a6ee4568/e85efd4558cdd66221fcc03059c5d80e

Sinopsis (Ed. Literatura Random House)
La historia de un inspector, unos misteriosos asesinatos y la corrupción de la policía y la mafia en Italia. Un nuevo capítulo en la eterna lucha entre el bien y el mal. M. de Giovanni, ya conocido por el publico por el personaje Ricciardi, crea un nuevo personaje, tenebroso y tremendamente humano, destinado a marcar el corazón de los lectores
Esto es Nápoles como nunca se había visto antes. Una ciudad caótica cuyos callejones arrojan sombras  y ecos de pasos inciertos. Los napolitanos viven absortos por sus preocupaciones cotidianas, de espaldas a la comunidad. En esta atmósfera un asesino puede cometer sus crímenes con bastante soltura, pasar desapercibido entre la multitud y volverse prácticamente invisible. Tres jóvenes que aparentemente no tienen nada en común aparecen muertos tras haber recibido un tiro mortal, a modo de ejecución. El inspector Giuseppe Lojacono acaba de ser transferido de Sicilia a Nápoles tras verse implicado en un turbio caso con la mafia. Arrastrado por su instinto y por circunstancias personales difíciles, se propone descubrir quién está detrás de los asesinatos. En su empeño se verá acompañado por la joven y atractiva magistrada Laura Piras, que ha oído hablar de la increíble habilidad de Lojacono, de su capacidad de observación y deducción.Las primeras investigaciones señalan a un asesino frio y metódico, que la prensa ha bautizado como"El Cocodrilo"porque, al igual que el reptil, es una máquina de matar perfecta y despiadada. Y al igual que el animal, cuando devora a sus propias víctimas, llora, pero las suyas son... lágrimas de cocodrilo. En el origen de estos asesinatos se descubrirá un dolo arraigado y ancestral, una culpa que no ha sido purgada y un amor que todo lo consume.

El método del cocodrilo (fragmento)

1

La Muerte entra por la vía tres a las ocho y catorce, con siete minutos de retraso.
Se confunde entre los viajeros, zarandeada por mochilas y bolsos, por carritos y maletas indiferentes a su frío aliento.
La Muerte camina vacilante, defendiéndose de las prisas ajenas. Ahora se encuentra en la gran sala de la estación, rodeada del griterío de los chicos y el olor a cucuruchos derretidos. Mira a su alrededor, con gesto rápido se seca una lágrima que se desliza por debajo de la lente izquierda, y el pañuelo vuelve al bolsillo superior de la chaqueta.
En medio de todas las tiendas nuevas, busca la salida para huir del ruido y del gentío. No reconoce el lugar, después de tantos años todo ha cambiado. Lo ha preparado todo punto por punto; la búsqueda de la salida será su único momento de vacilación.
Nadie la ve. Los ojos de un muchacho que fuma recostado en un pilar la recorren como si fuera transparente. Es una mirada clínica: nada llama la atención, los zapatos viejos y el traje pasado de moda dicen tan poco como las gafas fotocromáticas y la corbata oscura. Los ojos van más allá, se detienen en el bolso abierto de una señora que habla por el móvil y gesticula frenética. Nadie más ve a la Muerte cuando cruza insegura el vestíbulo de la estación.
Ya está fuera, al aire libre. Huele a humedad, a gas. Ha dejado de llover hace poco, la acera está embarrada y resbaladiza. Un rayo de sol se abre paso, la Muerte entrecierra los ojos ante el destello imprevisto y se seca otra lágrima. Mira a su alrededor y ve el aparcamiento de taxis, avanza arrastrando un poco los pies.
Se sube a un coche destartalado. Huele a humo rancio, el asiento está desfondado. Murmura la dirección al conductor, que la repite en voz alta para confirmarla, mientras arranca con una sacudida y se incorpora al tráfico sin ceder el paso. Nadie protesta.
La Muerte ha llegado a la ciudad.