Mostrando entradas con la etiqueta Premio Goncourt des Lycéens 2002. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Premio Goncourt des Lycéens 2002. Mostrar todas las entradas

sábado, 26 de agosto de 2017

EL LEGADO DEL REY TSONGOR


RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS, el 19 de Diciembre de 2013.
'El legado del rey Tsongor' de Laurent Gaudé.

Tsongor forjó un imperio a sangre y fuego y en su vejez y cuando ya vislumbra un futuro de tranquilidad, lo que debería ser el día más feliz de su vida, la boda de su hija, se convierte en años de sinrazón cuando el pasado viene a cobrarse sus deudas: la vida del rey y el honor de su hija.
Las dudas sobre como encarar estos requerimientos convierten la novela en una tragedia. La venganza, el odio, la destrucción, la locura... en resumen, la guerra, planta sus tiendas ante las puertas de la ciudad de Massaba y no las levantará hasta que no se hayan saldado todas las deudas.

Escrita en capítulos cortos, alternando diferentes espacios físicos y la habilidad para mover el reloj de la historia hace de 'El legado...' una novela agradable de leer.
Subidla hacia los primeros puestos de la lista interminable.

El legado del Rey Tsongor (fragmento)

Capitulo 1: La gran noche en blanco del rey Tsongor.
"Por lo general, el primero que se levantaba en palacio era Katabolonga. Recorría los pasillos desiertos mientras fuera la noche aún gravitaba con todo su peso sobre las colinas. Ni un solo ruido acompañaba sus pasos; iba de su habitación a la sala del taburete de oro sin cruzarse con nadie. Su silueta era la de un ser vaporoso que se deslizaba a lo largo de las paredes; así era, acababa su tarea en silencio antes de que se levantara el sol.
Pero esa mañana no estaba solo. Esa mañana, en los pasillos reinaba una agitación febril. Decenas y decenas de obreros y porteadores iban y venían con precaución, hablando en voz baja para no despertar a nadie. El palacio era como un gran barco de contrabandistas que descargan sus mercancías al amparo de la noche. Todo el mundo se afanaba en silencio; en el palacio de Massaba no había habido noche, el trabajo no había cesado.
Desde hacía varias semanas, Massaba se había convertido en el palpitante corazón de una actividad de hormiguero, pues el rey Tsongor iba a casar a su hija con el príncipe de las tierras de la sal. De las regiones más remotas llegaban largas caravanas que acarreaban especias, telas y ganado. Los arquitectos se afanaban en ensanchar la gran plaza que se extendía ante la puerta del palacio. Se habían adornado todas las fuentes, y largas columnas de porteadores acudían con innumerables cestos de flores. Massaba vivía a un ritmo que no había conocido hasta entonces y su población había ido aumentando con el correr de los días. En ese momento, miles de tiendas apiñadas al pie de las murallas dibujaban inmensos y multicolores barrios de tela, en los que los mugidos del ganado se mezclaban con los chillidos de los niños que jugaban en la arena. Los nómadas habían llegado de muy lejos para estar presentes ese día, llegaban de todas partes e iban a ver Massaba, iban a asistir a la boda de Samilia, la hija del rey Tsongor.
Durante semanas, cada habitante de Massaba y cada nómada había depositado un presente para la futura esposa en la plaza principal. Era un mar de flores, amuletos, sacos de cereales y tinajas de vino, una montaña de telas y estatuas sagradas; todos querían ofrecer una prenda de admiración y un voto de felicidad a la hija del rey Tsongor."