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jueves, 21 de diciembre de 2017

LA CHICA DEL TREN


Seguí la estela de mis amigas lectoras y después de resistirme heroicamente, he caído en la trampa de La chica del tren. Desde las primeras páginas he tenido una sensación de deja vu y si no fuese porque estaba segura de no haberla leído pensaría que era una repetición de una lectura olvidada....
Decía Rosi Torres Marino que la novela es previsible, suave me parece su opinión, previsible y mala, muy mala.
Para finalizar recomiendo a la autora de Extraños en el tren nocturno que repase con lupa este
bestseller de laboratorio, quizás tenga fundamentos para una demanda...!

Sinopsis (Ed. Planeta)
El bestseller que arrasa en las listas de más vendidos en EE. UU. y Reino Unido.
¿Estabas en el tren de las 8.04? ¿Viste algo sospechoso?Rachel, sí
Rachel toma siempre el tren de las 8.04 h. Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las mismas casas… y la misma parada en la señal roja. Son solo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente. ¿Y si Jess y Jason no son tan felices como ella cree? ¿Y si nada es lo que parece?Tú no la conoces. Ella a ti, sí.

La chica del tren (fragmento)

RACHELViernes, 5 de julio de 2013
Mañana
Hay una pila de ropa a un lado de las vías del tren. Una prenda de color azul cielo —una camisa, quizá—, mezclada con otra de color blanco sucio. Seguramente no es más que basura que alguien ha tirado a los arbustos que bordean las vías. Puede que la hayan dejado los ingenieros que trabajan en esta parte del trayecto, suelen venir por aquí. O quizá es otra cosa. Mi madre solía decirme que tenía una imaginación hiperactiva; Tom también me lo decía. No puedo evitarlo, veo estos restos de ropa, una camiseta sucia o un zapato solitario, y sólo puedo pensar en el otro zapato, y en los pies que los llevaban.
El tren se vuelve a poner en marcha con una estridente sacudida, la pequeña pila de ropa desaparece de mi vista y seguimos el trayecto en dirección a Londres con el enérgico paso de un corredor. Alguien en el asiento de atrás exhala un suspiro de impotente irritación; el lento tren de las 8.04 que va de Ashbury a Euston puede poner a prueba la paciencia del viajero más experimentado. El viaje debería durar cincuenta y cuatro minutos, pero rara vez lo hace: esta sección de las vías es antigua y decrépita, y está asediada por problemas de señalización e interminables trabajos de ingeniería.
El tren sigue avanzando poco a poco y pasa por delante de almacenes, torres de agua, puentes y cobertizos. También de modestas casas victorianas con la espalda vuelta a las vías.