Mostrando entradas con la etiqueta Robert Goolrick. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Robert Goolrick. Mostrar todas las entradas

miércoles, 23 de agosto de 2017

UNA ESPOSA DE FIAR


Tenía esta novela "aparcada" desde hace bastante tiempo a pesar de las magníficas críticas que había leído sobre ella y de la atrayente cubierta con que la editorial nos ha obsequiado, y..... a veces es mejor dejarlo estar¡¡¡
Un proyecto de novela profunda que se ha quedado, según mi opinión, en un superficial "folletón con aspiraciones".
No me convence el argumento convencional y manido, previsible hasta las últimas consecuencias, no me convencen los sentimientos exacerbados pero descritos de forma un tanto vulgar, no me convencen los personajes que intentan copiar a los clásicos de la literatura romántica sin conseguirlo en ningún momento, en fín.....no me convence esta novela en la que había puesto bastantes expectativas a tenor de lo leído y es que, a veces,  repito, mejor dejarlo estar¡¡¡

Sinopsis
Una gélida tarde de otoño, en una remota población de Wisconsin a principios del siglo pasado, un hombre maduro aguarda en el andén la llegada de una mujer. Se trata de Ralph Truitt, el personaje más poderoso del lugar, alguien envidiado, temido y profundamente solitario, que en su deseo de disponer de una mujer sencilla y honrada que lo acompañe en su mansión, en medio de la nada, ha puesto un anuncio solicitando «una esposa de fiar». Sin embargo, la joven que se baja del tren, Catherine Land, no se ajusta exactamente a las expectativas del señor Truitt. Atractiva, esquiva y enigmática, su aceptación de casarse con una persona veinte años mayor sugiere algún plan oculto. Pero en caso de haberlo, lo que Catherine no ha calculado es que puede que el huraño Ralph también tenga su plan y, sobre todo, que esté dispuesto a hacer lo que sea para llevarlo hasta el final.

Una mujer de fiar (fragmento)

Era una mujer sola que había respondido a un anuncio personal de un periódico, una mujer que había viajado kilómetros y kilómetros con un billete que no había pagado con su propio dinero. No era dulce ni sentimental; tampoco sencilla ni honrada. Estaba desesperada y llena de esperanzas al mismo tiempo. Era como todas esas mujeres de cuyos sueños ingenuos se mofaba y reía con sus amigas. Sólo que ahora estaba mirando a la cara de una de esas mujeres, y ya no tenía ninguna gracia.