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domingo, 1 de octubre de 2017

LOS ARCHIVOS DE SALEM


RESEÑADO por Calipso Breogán para LIBROS,  el 20 de Mayo de 2014.
Hoy terminé Los Archivos de Salem de Robin Cook .
Es ameno , ágil y se lee bien. ( me lo he pulido en dos días ) pero todo el tiempo parece que estas leyendo un guión de cine, tal cual, con moraleja final incluida .
Por lo demás es entretenido aunque un poco predecible. Como diría Cortat Palomitas.

Sinopsis (Ed. Debolsillo)
A finales del siglo XVII, en Salem, Nueva Inglaterra, Elizabeth Stewart es acusada de brujería y condenada a muerte. Trescientos años más tarde, Kim Stewart, una atractiva enfermera, hereda la finca de su antepasada y decide trasladarse allí en compañía de Edward, un investigador científico. Animados por el hallazgo de unos extraños hongos que aparentemente poseen propiedades terapéuticas, Edward y un grupo de científicos instalan un moderno laboratorio en la finca y proyectan convertir la especie en un fármaco cuya comercialización les rendirá una fortuna. Mientras tanto, Kim se dedica a investigar en los archivos históricos del lugar y descubre que Elizabeth utilizaba esos mismos hongos en sus preparados culinarios y que fue conducida a la hoguera por provocar estados de posesión diabólica. Inevitablemente, surgen preguntas inquietantes: ¿Acaso esos misteriosos hongos estimulan el despertar de los instintos más primarios? ¿Acaso pueden revivir repentinamente al hombre depredador que todos llevamos dentro?.

Los archivos de Salem (fragmento)

Prólogo
Sábado 6 de febrero de 1692
Espoleada por un frío penetrante, Mercy Griggs azotó con su látigo el lomo de la yegua. El animal aceleró el paso y tiró sin esfuerzo del trineo sobre la nieve compacta. Mercy se arrebujó aún más en el cuello alto de su chaquetón de piel de foca y enlazó las manos dentro del manguito, en un vano esfuerzo por protegerse del frío ártico.
Era un día claro, sin viento, y brillaba un sol pálido que, desterrado por la estación a su trayectoria sur, luchaba por iluminar el paisaje nevado, sojuzgado por el cruel invierno de Nueva Inglaterra. Incluso a mediodía los troncos de los árboles deshojados proyectaban largas sombras de color violeta que se extendían hacia el norte. Masas congeladas de humo colgaban inmóviles sobre las chimeneas de las granjas dispersas, como petrificadas contra el azul cielo polar.
Mercy había viajado durante casi media hora. Después de salir de su casa, situada al pie de la colina Leach, en el Royal Side, se había dirigido hacia el sudoeste por Ipswich Road.
Había cruzado los puentes sobre los ríos Frost Fish, Crane y Cow House, y en ese momento entraba en el barrio de Northfield de la ciudad de Salem. Desde aquel punto, el centro de la ciudad sólo distaba tres kilómetros.
Pero Mercy no iba a la ciudad. Cuando dejó atrás la granja de Jacob, vio el lugar al que se dirigía. Era la casa de Ronald Stewart, un próspero comerciante y naviero. Lo que había arrancado a Mercy de su cálido hogar en un día tan frío era la preocupación propia de un buen vecino, mezclada con cierta curiosidad. En aquel momento, la casa de los Stewart era la fuente de las habladurías más interesantes.
Detuvo la yegua frente a la casa y contempló el edificio.