miércoles, 29 de agosto de 2018

UN DOMINGO COMO OTRO CUALQUIERA

Otro regalo de mi querida Amelia Ruiz y un descubrimiento que agradezco enormemente. No había leído nada de esta autora pero seguro que volveré a leer a Moriarty, más temprano que tarde.
Esta novela tiene algún pero y es, quizás, su extensión ya que en ocasiones resulta un poco repetitiva extendiendo hasta la saciedad un episodio que podría resolverse con menos páginas. Hasta los títulos de los capítulos se repiten, intencionadmente, estoy segura, para crear un ambiente de "presión psicologica" que conduce al lector por los vericuetos de la relación entre tres parejas que cambia en un momento y hace que salgan a la luz sentimientos y secretos que explican vidas enteras.
Maltrato infantil, alcoholismo, síndrome de acumulación compulsiva, amistades forzadas, control y descontrol, secretos de pareja....todo lo abarca esta novela que parte de un domingo como otro cualquiera para revolucionar la existencia de seres como otros cualquiera, como nosotros mismos.
Me ha gustado.

Sinopsis (Ed. SUMA)
La nueva novela de la autora superventas de El secreto de mi marido y Big Little Lies es un cóctel en el que se mezclan la amistad, el sexo, la maternidad y el amor... aderezado con un poco de engaño.
A Clementine la atormenta el remordimiento. Era solo una barbacoa. Ni siquiera conocían demasiado bien a los anfitriones, se trataba de amigos de sus amigos. Podrían haberse negado a acudir con facilidad. Pero ella y su marido, Sam, dijeron que sí. Y ahora nunca podrán cambiar lo que hicieron y no hicieron ese domingo por la tarde. Seis adultos responsables, tres niñas adorables y un perrito revoltoso. Aparentemente un fin de semana como otro cualquiera en una tranquila zona residencial de las afueras. ¿Qué podía ir mal?

Un domingo como otro cualquiera (fragmento)

1


Esta historia comienza con una barbacoa —dijo Clementine. El micrófono amplificaba y regulaba su voz, haciéndola más autoritaria, como si la hubiesen trucado—. Una barbacoa en un patio trasero corriente de un barrio corriente.
Bueno, no era precisamente un patio trasero «corriente», pensó Erika. Cruzó las piernas, metió un pie por detrás del tobillo y sorbió con la nariz. Nadie calificaría como corriente el patio trasero de Vid.
Erika estaba sentada en el centro de la última fila de butacas del salón de actos contiguo a aquella biblioteca tan elegantemente reformada de un barrio residencial a cuarenta y cinco minutos de la ciudad, no a treinta, que quede claro, como había indicado la persona de la empresa de taxis de la que podría pensarse que era algo así como una experta en el asunto.
Habría quizá unas veinte personas en el público, aunque habían dispuesto sillas plegables para el doble de gente. La mayor parte del público estaba compuesta por ancianos con rostros animados y expectantes. Se trataba de ciudadanos de la tercera edad inteligentes y bien informados que se habían acercado esa mañana de lluvia (otra vez, ¿terminaría en algún momento?) para hacerse con nueva y fascinante información en la «Reunión sobre asuntos comunitarios» de su barrio. «Hoy ha hablado una mujer de lo más interesante», querían contarles a sus hijos y sus nietos.
Antes de llegar, Erika había consultado la página web de la biblioteca para ver qué decía sobre la charla de Clementine. El anuncio era escueto y no daba mucha información: «Ven a escuchar la historia de esta madre y conocida violonchelista de Sídney, Clementine Hart: “Un día como otro cualquiera”».
¿De verdad era Clementine una «conocida» violonchelista? Eso le parecía algo exagerado.