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sábado, 30 de diciembre de 2017

NADA CRECE A LA LUZ DE LA LUNA



Me conquistó la portada, me encandiló el título, me atrajo la editorial y me convenció la sinopsis:
"..en la estación de tren de una gran ciudad, un paseante, casi un voyeur, descubre a una mujer todavía joven que deambula solitaria ya de noche. La mujer sigue al hombre hasta la casa de éste, y allí le ofrece o su cuerpo o su historia, como en los cuentos del lejano Oriente. El hombre elige conoce...r la vida de la mujer...." Por tanto me traje esta novela de la biblioteca y me ha costado mucho trabajo leerla, la he terminado porque no me gusta dejar libros a medias y por si en algún momento la historia tenía "una vuelta" que la hiciese única; pero ha resultado un largo monólogo de una mujer patológicamente enamorada de un maltratador emocional, un individuo despreciable que ha arruinado su vida con la inestimable colaboración de ella, todo ello relatado prolijamente a un desconocido, con toques de análisis social de la clase trabajadora y crítica al ambiente opresivo de los pueblos pequeños. Teniendo en cuenta que la novela fue publicada en los años 40 he de reconocerle el mérito pero me ha resultado tremendamente aburrida.

RESEÑA DE CLARA GLEZ. para LIBROS, 4 de Abril de 2017

Nada crece a la luz de la luna - Torborg Nedreaas
Me cuesta trabajo escribir sobre este libro, con todo lo que me ha sacado, con lo que me hi...zo pensar.
No conocía a la autora, y llegó a mis manos de forma casual, leí un poco de su biografía y sin más me puse a leerlo, no suelo leer ni la sinopsis. Y de pronto una desconocida me pregusta si la dejo contarme su historia…Ella no podía dejar de hablar, y yo no podía dejar de escucharla.
Así de esta manera empieza el libro, con una desconocida contando su vida a un desconocido, entre vino y tabaco.
Tanto el hombre desconocido como yo no podíamos hacer otra cosa que escuchar su relato.
Un relato donde nos cuenta su vidas, sus amores, su vida agobiante en un pueblo noruego donde como en casi todos los pueblos hay unos visillos desde donde clasificar a la gente, juzgarla.
Una vida donde hay amores secretos, ocultos, miedo represión.
Una vida donde el desamparo, la soledad, el miedo, la incomunicación están presentes... Y de pronto esta mujer está dispuesta a contar su historia, a un desconocido. Puede que así le sea más fácil, puede que así pueda escaparse de esa cárcel en la que se ha convertido su vida.
No puedo dejar de oír el grito de este libro, el grito de mujeres condenadas a vidas y a decisiones difíciles , como el aborto, como la desigualdad… No puedo más que invitar a que lo leáis.
Y acabo con este párrafo que he releído varias veces:
"¿Sabes lo que me dijo un hombre una vez?… No, ya se desbocan mis pensamientos, pero quiero contarte lo que un hombre me dijo una vez. Me dijo: «Nada crece a la luz de la luna». Bueno, me desespero terriblemente porque no consigo expresar lo que quiero que entiendas ahora… Tenemos demasiado miedo a que nos dé directamente la ardiente luz del sol. Anhelamos el sol, pero nos sentimos más seguros bajo la luz de la luna. Lo entiendes, ¿verdad? En fin, tal vez lo entiendas cuando esta noche haya acabado."

Sinopsis (Ed. errata naturae)
Esta fascinante novela comienza de un modo tan sugerente como misterioso: en la estación de tren de una gran ciudad, un paseante, casi un voyeur, descubre a una mujer todavía joven que deambula solitaria ya de noche. La mujer sigue al hombre hasta la casa de éste, y allí le ofrece o su cuerpo o su historia, como en los cuentos del lejano Oriente. El hombre elige conocer la vida de la mujer.
Así, a lo largo de una noche sabremos quién fue ella, quién fue aquel profesor y amante al que veneró de jovencita, cuáles fueron sus deseos y sus esperanzas, sus ansias y sus frustraciones, cuál fue su amor tormentoso y clandestino. Café, alcohol y cigarrillos, los ruidos de la noche, unos pasos en el piso de arriba, un portazo que se oye en casa de algún vecino, un tranvía que frena al final de la calle… son los elementos que se acompasan con la voz de la desconocida. Pasan las horas, y la voz de la mujer, como un susurro a veces ingenuo, a veces desgarrador, entrega al hombre (pero en realidad a los lectores) su íntimo caudal de recuerdos, liberando así un apasionante relato que llevaba demasiado tiempo escondido. Publicada por primera vez en Noruega en 1947, Nada crece a la luz de la luna es uno de los grandes clásicos modernos nórdicos, leído por las distintas generaciones desde entonces, e incluso convertido en obra de teatro y película décadas después de su publicación. Es, seguramente, la novela idónea para presentar a los lectores en español la obra de esta autora clave, Torborg Nedreaas: maestra en atmósferas tan dramáticas como sensoriales y llenas de matices, muy crítica con las desigualdades sociales a la vez que atenta a la prodigiosa naturaleza de Noruega.

Nada crece a la luz de la luna (fragmento)"Lo que mi madre revelaba de la ignorancia de nuestra clase —esa que se nos impone, esa a la que se nos somete a la fuerza— era lo que convierte a muchas de nuestras mujeres en poco más que unas sucias rameras cuando se enfrentan a duras pruebas. En la desesperación de mi madre asomaba la detestable escoria de la estupidez, la obscena cara oculta de la estupidez, la estúpida crueldad de quien pierde la cabeza a causa de la impotencia y no logra superar la prueba.
Y mi padre se hallaba solo bajo la sombra de lo innegable, que se aproximaba sin tapujos. Era el hombre más solo que la muerte ha visto jamás. Yo debí haberle entendido. Era su hija. Pero huí. Me encerré en mí misma y me aferré con avaricia a mi felicidad sin querer adentrarme en la sombra de su agonía, pues la silenciosa lucha contra la mezquindad de mi casa, la lucha contra un cansancio que quería encadenarlo a una silla y apartarlo del trabajo, la lucha contra aquello que le quitaba el aliento con la intención de ahogarlo… Era una lucha contra una muerte horrible.
Ya lo he dicho. Traicioné a mi padre en el momento más difícil. Buscaba la embriaguez en casa de Johannes. Me aferraba a esa embriaguez sin querer ver nada más. Sólo en una ocasión sentí algo por los míos. Fue una noche en que mi hermana estaba llorando en la cama. Me acosté con ella para consolarla. Pero ya te he contado esto, ¿no?
Sentí algo vivo en su interior. Algo que vivía en su barriga. Y puesto que me sentía tan sola y… Bueno, fue muy extraño porque no había nada vivo en mi interior. Amaba, era feliz, pero sólo se trataba de mi cuerpo, nada dentro de él. Pero ya te he hablado de esto antes. No te impacientes. Bueno, voy a contarte ahora qué ocurrió.
Ocurrió durante el otoño. Una buena y mala época. Pero aparté a un lado lo malo y me desentendí de ello. Mi vida estaba junto a Johannes. Eran las noches en que me escapaba a su casa al amparo de la oscuridad y la lluvia otoñal. Él me esperaba y me amaba. Pero en casa se dieron cuenta. Se dieron cuenta de que pasaba las noches fuera y de que por la mañana estaba cansada y a menudo llegaba tarde a la oficina. La situación era incómoda en la oficina y mi madre se puso ordinaria, como las madres suelen hacer con la mejor intención. En casa yo era fría y rencorosa, pero me volvía cálida y alegre cuando salía en la oscuridad sabiendo que Johannes me esperaba sentado en su apacible salita de estar tras las cortinas cerradas.
Y entonces ya no pude más. Un día ya no pude más. Por supuesto, yo veía que me había vuelto insoportable en casa. Me defendía poniéndome en plan grosero. Me sentía vulgar y horrible por ello, y muy enferma. Y ya no pude más. "