Mostrando entradas con la etiqueta Nerea de Carreras. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Nerea de Carreras. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de enero de 2018

EL CIELO EN LA TIERRA


RESEÑA DE CLARA GLEZ para LIBROS, 8 de Mayo de 2017.

El Cielo en La Tierra - Nerea de Carreras
Tenía ganas de leer esta novela, porque leí muchos libros en mi juventud de Salvador de Madariaga, y sabía de la existencia de su hi...ja Isabel y su gran labor histórica. Y esta novela se presentaba como una biografía de ella.
Bueno …, comienza bien, pero desde mi punto de vista es imposible contar una vida de más de 90 años muy vividos en 238 páginas, en las que se mencionan a multitud de personas de la época en cada una de ellas.
Bien es verdad que el comienzo del libro promete, pero después de un comienzo más desmenuzado los saltos en el tiempo son tremendos, pasan décadas sin que los personajes tengan ni relación ni continuidad en la historia, para después aparecer como si tal cosa.
Además me pareció un poco vamos a decir “pretencioso” las frases son sentencias, no hay un dialogo normal. Todo es trascendente, culto…, no se bien cómo explicarlo. Unas chicas de 14 años, sólo hablan de cultura, de charlas de feministas de la época, de lucha y preocupación social, de acudir, leer, charlar conocer a celebridades…, eso sí parece ser que tenían fácil conocer lo mismo a Lorca, que a Dalí, a Zenobia, a oír recitar a Juan Ramón Jiménez, a la vez que compartían el té con la hermana de Lorca. Y enamorarse a la vez de un joven comunista del Madrid profundo.
Para mi…quien mucho abarca poco aprieta, Podía haber dado mucho más juego, contar la vida sin tanto famoseo y con cosas que ciertas o no reflejaran mejor la vida tanto de la juventud como de la madurez , que aún considero que fue más interesante, en vez de querer dar una imagen de conocer a la intelectualidad de la época. Y pasar muy por encima de la realidad más cotidiana. Por cierto a Catalina la Grande, mujer a la que casi diseccionó Isabel de Madariaga, se la nombra, no voy a decir que no, pero poco y muy por encima. Nada del paralelismo que nos quieren vender en la sinopsis.

Sinopsis (Ed. Ediciones B)
Novela inspirada en la apasionante vida de la historiadora Isabel de Madariaga, hija de Salvador de Madariaga, que vivió en primera fila muchos de los grandes acontecimientos del sigo XX.
Hija de un destacado diplomático e intelectual, Julia —a quien todos llaman Julieta— ha crecido en París, Ginebra y Nueva York. Cuando llega a Madrid durante la Segunda República y conoce a mujeres como Victoria Kent o Zenobia Camprubí, comienza a pensar de otra forma en su futuro. También se enamora perdidamente de Miguel Ángel, alumno de la Residencia de Estudiantes y comunista convencido.
El estallido de la Guerra Civil obligará a Julieta a huir precipitadamente con su familia al extranjero, sin poder despedirse de su primer amor. Traductora de la BBC durante la Segunda Guerra Mundial, profesora universitaria en Oxford... La protagonista irá viviendo distintas experiencias mientras intenta averiguar qué ha ocurrido con Miguel Ángel. ¿Ha fallecido en el frente? ¿Dónde está enterrado?
A través de su trabajo como historiadora, descubrirá la fascinante historia de Catalina la Grande: exiliada igual que ella, obligada a luchar también en un mundo de hombres y movida siempre por la pasión. Se establecerá así un paralelismo entre estas dos mujeres que, a pesar de todas las dificultades, no dejan jamás de buscar su «cielo en la tierra».

El cielo en la tierra (fragmento)

1
El país que conocí, aquel que siempre he amado y al que he querido volver, no es el que luego fue sino el que un día soñó que podía ser.
La tierra que tal vez sea.
Cuando llegué siendo apenas una niña supe al instante que ya no podría interesarme el cielo sin antes conquistar esa tierra. Porque allí descubrí que amor es sinónimo de alma. Y entendí que si esta huye al cielo solo para buscar un lugar donde reposar, la mía no pararía hasta encontrar su cielo en la tierra.
Desde entonces he amado todo lo que he hecho en la vida. Y, pese a que ese amor no siempre ha sido correspondido, ahora puedo decir que todo ha valido la pena.
Esta carta que ahora me entregan es la prueba escrita que lo certifica.
Las manos me tiemblan mientras la sujeto. No es extraño, si acaso molesto: mis noventa y cuatro años tratan constantemente de llamar la atención; y, a pesar de que esa circunstancia me irrita profundamente, yo hago caso omiso, ignorando con tozudez su indiscreción. Así que agarro con fuerza el pequeño sobre y trato de contener con pudor ese vaivén respirando profundamente, mientras busco la calma entre las notas de Chopin que componen la melodía de mi vida.
El día, como de costumbre, es gris. Una fina e incansable lluvia oscurece la mañana. Lo peor no es soportar a diario la pesada llovizna: tras tantos años viviendo en Inglaterra, apenas reparo ya en su presencia. Lo que verdaderamente me molesta es la incomprensible insistencia de mis vecinos por perder el tiempo hablando de ella, como si con eso fuesen a cambiar algo; siempre mirando al cielo en lugar de a la tierra.
Enciendo la lámpara de la mesilla y agarro casi a tientas la pesada lupa que reposa en mi cuello atada a un cordel, un aterciopelado pero firme cordel que sujeta con fuerza esa extensión de mis ojos que han abandonado hace años la batalla contra la oscuridad. Toda mi vida en este momento pende de una fina cuerda de la que yo no estoy dispuesta a soltarme hasta que no quede más remedio, hasta que todo lo demás esté hilvanado. Un momento, no obstante, que empieza a anunciarse a través de esta misiva.