Mostrando entradas con la etiqueta Serie Inspectora Vera Stanhope. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Serie Inspectora Vera Stanhope. Mostrar todas las entradas

domingo, 1 de octubre de 2017

UNA TRAMPA PARA CUERVOS


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Vera Stanhope, inspectora de policía en Kimmerston, Northumberland, en el noreste de Inglaterra, cerca de Escocia. Mediana edad, sobrepeso, bebedora de whisky y cerveza, desaliñada y muy eficaz.

Una de "palomitas" tamaño gigante¡¡¡¡ Es la primera novela que leo de la autora británica Ann Cleves, y la primera de la serie (la escritora tiene abiertas varias series con distintos protagonistas) protagonizada por la inspectora Vera Stanhope, que no os engañe un nombre tan glamurosamente british, Stanhope da pena, física y psíquicamente......, su personaje en esta primera novela me parece deficientemente construido, pero bueno....., igual con el tiempo mejora (hay que tener en cuanta que la novela es de 1999)¡
Trama ingeniosa pero previsible, aunque seguro que a la autora le pareció súper-original, entretenida pero le sobran páginas lo que hace que la pérdida de interés sea creciente. De todas formas, le daré una segunda oportunidad¡¡

Sinopsis (Ed. Maeva)
Por la exitosa autora británica de novela negra Ann Cleeves. Una poderosa novela de misterio llena de suspense y tensión en una atmósfera rural. Un paraje aislado, tres mujeres que conocen la traición, una investigadora poco convencional. La bióloga Rachel Lambert llega a los Peninos del Norte, un fascinante paisaje entre Inglaterra y Escocia, para liderar un proyecto medioambiental, junto con Anne, una botánica local, y Grace, una zoóloga a la que no conoce. Al llegar a su refugio, Rachel se encuentra el cadáver de una vieja amiga que, aparentemente, se ha suicidado euros pero enseguida empieza a sospechar que alguien la ha matado. Tras otra muerte inexplicable, la inspectora Vera Stanhope, una mujer madura que no siempre utiliza los métodos más ortodoxos, aparece en escena. Una fascinante novela negra ambientada en una sugerente zona rural que pone en escena un supuesto suicidio, tres personalidades femeninas fuertes y una opaca investigación con muchos intereses ocultos.

Una trampa para cuervos (fragmento)

1Rachael salió de la carretera asfaltada y frenó de golpe. Había una inesperada verja de acero y casi choca con ella. Algún inquilino nuevo de Holme Park con ganas de impresionar. Una oveja con la lana raída y las ancas sucias la empujó con el hocico cuando bajó del coche para abrir la verja. La oveja estaba gorda. Allí las ovejas no parían hasta finales de abril. El acero del pestillo estaba tan frío que Rachael tuvo la sensación de que le helaba los dedos.
La pista estaba peor de lo que la recordaba, llena de baches provocados por el hielo. Condujo tan despacio que tardó tanto como si hubiera ido a pie, y avanzó con dos ruedas casi en el filo. Aun así el tubo de escape golpeó contra una piedra. Al cabo de kilómetro y medio se dio cuenta de que se había equivocado y aquella no era la pista que cruzaba el bosque. Debería haber salido de la arboleda a campo abierto, ya debería haber llegado al vado. En lugar de eso se hallaba en un sendero arenoso, bastante uniforme pero muy estrecho. A cada lado los pinos impedían el paso de
la luz de la tarde. Siguió conduciendo con la esperanza de encontrar un lugar donde poder dar la vuelta, pero la pista se convirtió en un sendero más estrecho donde los árboles se tocaban sobre su cabeza. Tuvo que volver marcha atrás hasta la bifurcación. Las ramas arañaron la pintura del coche con un ruido de tiza sobre una pizarra mojada. El parachoques golpeó un muro de piedra oculto por la maleza. Metió primera y dio un salto hacia adelante antes de volver a retroceder. Cuando llegó a la pista principal era casi de noche y estaba temblando.
Al llegar al vado paró el coche y bajó a comprobar la profundidad. Cinco años atrás un estudiante que volvía a Baikie’s tras una noche en el pub se ahogó porque su coche volcó con la fuerza de la crecida. Los faros del coche se reflejaban en la superficie, lo que impedía calcular la profundidad. La primavera había sido seca y Rachael decidió arriesgarse. El agua levantó vapor y siseó al contacto con el calor del motor, pero no le costó mucho esfuerzo salir al otro lado.