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domingo, 31 de diciembre de 2017

UNA LIBRERÍA EN BERLÍN


Inocentemente te tiras de cabeza a una novela que crees puede pertenecer a ese "género" de la Metaliteratura que tanto te gusta, inocentemente esperas una historia de huida y supervivencia trufada de libros, autores, citas literarias, heroicas aventuras con la literatura como acompañante e incluso como leit motiv y.......????
Te encuentras un diario de una señora que en algún momento de su vida regentó una librería en Berlín (creo que se menciona en las 20 primeras paginas) escrito con muy buena voluntad y el talento justito para no resultar una tomadura de pelo.
A esto le añadimos el prefacio laudatorio de Patrick Modiano y la historia de la señora que nunca escribió nada más y el hallazgo del manuscrito en un mercadillo y......, me recuerda peligrosamente a otro hallazgo reciente con un sustantivo en común.......!
Lo único que se me ocurre acerca de esta novela es: PRESCINDIBLE.
Por cierto, al genio de la editorial que decidió traducir el título de la novela “Rien où posser sa tête” por Una librería en Berlín habría que denunciarle por estafa en primer lugar y despedirle para que se dedique a otra cosa para terminar.
La recomiendo??? Pues no sabría que decir, se deja leer pero no tiene nada destacable, nada que no hayamos leído mil veces escrito con mayor talento, nada que nos sorprenda y, aunque parezca mentira, nada de librerías, nada de libros y nada de Berlín.

Sinopsis (Ed. Seix Barral)
En 1921, Françoise Frenkel, una joven apasionada por la lengua y la cultura francesas, funda la primera librería francesa de Berlín, La Maison du Livre.
Una librería en Berlín es un libro de testimonio en primera persona en el que la autora cuenta su itinerario: en 1939 huye de Alemania, donde ya es imposible difundir libros y periódicos franceses, y se exilia en Francia, buscando refugio. Pero, en realidad, tras la ocupación nazi de territorio francés, lo que le espera es una vida de fugitiva hasta que, en 1943, logra cruzar la frontera suiza de manera clandestina y encontrar en Ginebra, al fin, la libertad. Una librería en Berlín nos descubre, milagrosamente intactas, la voz, la mirada y la emoción de una mujer valiente cuya fuerte determinación la llevará a conseguir escapar de un destino trágico.

Una librería en Berlín (fragmento)

IAL SERVICIO DEL PENSAMIENTO FRANCÉS EN ALEMANIA
No sé muy bien a qué edad se remonta mi vocación de librera, en realidad. Ya desde muy niña me podía pasar las horas muertas hojeando un libro con imágenes o un gran volumen ilustrado.
Mis regalos preferidos eran los libros, que se acumulaban en las estanterías de las paredes de mi habitación de niña.
Por mis dieciséis años, mis padres me dejaron encargar una librería hecha a mi gusto. Mandé construir, según mis propios planos, un armario que, para asombro del carpintero, debía tener las cuatro caras acristaladas. Coloqué aquel mueble de mis sueños en medio de mi cuarto.
Para mi mayor satisfacción, mi madre me lo consintió todo, y yo podía contemplar a mis clásicos en las bellas encuadernaciones hechas por sus editores y a los autores modernos y contemporáneos forrados amorosamente con papeles de mi fantasía.