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martes, 5 de diciembre de 2017

Y TÚ NO REGRESASTE


Hay pequeñas joyas que una encuentra una tarde en la biblioteca de su barrio, que llenan de literatura unas horas y perviven en la memoria mucho tiempo.
Marceline Loridan-Ivens escribe una larga carta a su padre, una carta de 90 páginas que se transforma en el escalofriante relato de uno de los episodios más aterradores del siglo XX en Europa. Marceline volvió de Auschwitz-Birkenau y en la novela ..., se pregunta si hubiera sido mejor no volver.....
Su padre no volvió....y Marceline en 90 páginas nos transmite sus recuerdos, su angustia y setenta años de recuerdos que le gustaría no tener.
Novela corta e intensa, novela que, a pesar de todo, no es triste, novela de una vida en la que el recuerdo es un lastre y un estímulo. La vida de una mujer sin su padre.

Sinopsis (Ed. Salamandra)
Hay libros que dejan una marca indeleble y, mucho tiempo después de haberlos leído, permanecen vivos en nuestro recuerdo. Éste es uno de ellos. A los ochenta y seis años, Marceline Loridan-Ivens ha volcado en esta carta abierta a su padre un cúmulo de sentimientos profundamente arraigados desde su juventud, de los que ha sido incapaz de desprenderse durante toda una vida.
«Tú podrás regresar, porque eres joven, pero yo ya no volveré.» Esta simple frase, que Marceline oyó de boca de su padre cuando eran deportados en el mismo tren al campo de Auschwitz-Birkenau en abril de 1943, quedó grabada en su memoria para siempre y es el origen de este relato extraordinario.
La dramática lucha de una chica de quince años por sobrevivir en una situación que ha pasado a la historia como paradigma de la máxima depravación de la que es capaz el hombre queda plasmada con una voz asombrosamente desprovista de sentimentalismo y autocompasión. En su lucha imposible contra una fuerza aplastante, Marceline narra los hechos cotidianos con la frialdad y la distancia de quien, incluso después de setenta años, no puede permitirse ni siquiera el sufrimiento; de alguien que invirtió hasta la última fibra de su persona en un solo fin: salir con vida del infierno y honrar así las palabras de su padre.
Pero más allá del conmovedor homenaje de una hija a la única persona en el mundo a la que pudo amar de verdad, estas páginas exhalan un reconfortante soplo de energía y vitalidad, una demostración palpable de la insondable capacidad del ser humano para sobreponerse a los desafíos más extremos que su propia especie le presenta.

Y tú no regresaste (fragmento)

A pesar de lo que nos sucedió, yo he sido una persona alegre; tú lo sabes. Alegre a nuestra manera, para vengarme de estar triste riéndome de todos modos. A la gente le gusta eso de mí. Pero estoy cambiando. No se trata de amargura, no estoy amargada. Es como si ya no estuviera aquí. Escucho la radio, las informaciones, sé lo que pasa y con frecuencia me da miedo. Éste ya no es mi lugar. Puede que sea la aceptación de la desaparición o la falta de deseo. Me voy deteniendo.
Y entonces pienso en ti. Vuelvo a ver la nota que me hiciste llegar en aquel lugar, un pedazo de papel borroso y más bien rectangular, desgarrado por uno de los lados. Veo tu letra inclinada hacia la derecha, y cuatro o cinco frases que no recuerdo. Estoy segura de una línea, la primera: «Mi querida niña». También de la última, tu firma: «Shloïme.» Entre las dos, no sé. Busco, pero no me acuerdo. Busco, pero es como un agujero y no quiero caer en él. Así que me repliego tras otras preguntas. ¿De dónde sacaste aquel papel y aquel lápiz? ¿Qué le prometiste al hombre que trajo tu mensaje? Eso puede parecer hoy algo sin importancia, pero aquella hoja plegada en cuatro, tu letra, los pasos que llevaron al hombre de ti a mí probaban entonces que todavía existíamos. ¿Por qué no logro recordarlas? De ellas sólo me quedan Shloïme y su querida niña. Fueron deportados juntos. Tú a Auschwitz, yo a Birkenau.