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jueves, 21 de septiembre de 2017

LA RESTAURADORA


RESEÑADO por Noelia Vallina para LIBROS,  el 10 de Mayo de 2014
Me recomendaron "La restauradora", "léetela que está muy entretenida", me dijeron...pero no me contaron que la protagonista es una chica que ve fantasmas y que se dedica a restaurar cementerios..., para lo que me queda, lo termino, pero vamos, estoy esperando que aparezcan los vampiros esos de Crepúsculo en cualquier momento.
No repito, vamos.

Sinopsis (Ed. Roca)
Amelia Gray tiene veintisiete años y desde los quince puede ver fantasmas. Heredó el don (o maldición) de su padre, y también a través de él supo las reglas que todo médium debe respetar para poder serlo y llevar una vida tranquila: no alejarse de los campos santos; ignorar la presencia de fantasmas a su alrededor, aunque quieran hacerse presentes; no relacionarse con personas a las que los espíritus acechan. Amelia se dedica a restaurar cementerios de valor histórico artístico y con ello cumple con una de las reglas que su padre le impuso en su momento también consigue llevarlas a rajatabla. Esto es, hasta que todo cambia.
Un asesinato en uno de los cementerios en los que está trabajando la pone en contacto con un detective acechado. Y hay algo que la empuja a estar cerca de él, a pesar del peligro al que casi de inmediato se ve sometida. Los fantasmas del detective empezarán a amenazarla y ella deberá elegir entre sus sentimientos y su propia seguridad.

La restauradora (fragmento)

Capítulo 1
"La primera vez que vi un fantasma tenía nueve años.
Estaba ayudando a mi padre a recoger y amontonar las hojas secas del cementerio donde trabajó durante muchos años como vigilante. Fue a principios de otoño, en esa época del año en que todavía no hace suficiente frío como para ponerse un jersey. Sin embargo, aquel día, cuando el sol desapareció tras la línea del horizonte, el aire se volvió helado. Pasó una suave brisa que desprendía un delicioso aroma a madera y hojas de pino y, cuando se levantó algo de viento, una bandada de pájaros alzó el vuelo de las copas de los árboles y se deslizó como una nube de tormenta hacia el cielo añil.
Observé que las aves desaparecían entre las nubes. Cuando por fin bajé la mirada, le vi a lo lejos. Estaba detrás de las ramas colgantes de un roble. Debajo del musgo negro se advertía un brillo verde y dorado que envolvía a aquella figura en un resplandor sobrenatural. Pero estaba escondido entre tantas sombras que, por un momento, pensé que era un espejismo.
Cuando la luz empezó a atenuarse, pude ver con más claridad su silueta e incluso intuí sus rasgos. Era un hombre mayor que mi padre. El cabello blanco le llegaba al cuello del abrigo y tenía unos ojos en cuyo interior parecía arder una llama eterna.
Mi padre seguía agachado, concentrado en su trabajo. De repente, mientras apartaba las hojas de las lápidas con el rastrillo, dijo en voz baja:
—No lo mires. Me giré, sorprendida.
—¿También puedes verlo?
—Sí. Ahora vuelve al trabajo.
—Pero ¿quién es?
—¡Te he dicho que no lo mires!
La severidad de su tono me dejó de piedra. Podía contar con los dedos de una mano las veces que me había alzado la voz. Acababa de gritarme, y la verdad es que no le había dado motivos para ello. No pude contener las lágrimas. Lo único que nunca había sido capaz de soportar era la desaprobación de mi padre.
—Amelia.
Su voz destilaba arrepentimiento."