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jueves, 9 de septiembre de 2021

UNA CHICA ES UNA COSA A MEDIO HACER


Propuesta de nuestro miniclub de lectura facebookero, debo decir que mis compañeras abandonaron rápidamente, yo lo he leído por pura cabezonería y por saber si en medio de este experimento delirante asomaba, en algún momento, un rayo de literatura, NO ES ASÍ. 

La sinopsis editorial, puro spoiler y fantasía.

No puedo recomendarla ⛈

Sinopsis (ed. Impedimenta)

"Puesto que. Tú pronto. Pronto le pondrás nombre. Suturada en la piel llevará tu crónica. ¿Mami yo? Sí tú. Brincas en la cama, diría. Diría que es lo que hiciste. Luego te tumban. Te abren un tajo. Hora y día y espera”. Así comienza, la primera novela de Eimear McBride.

No es este párrafo una broma ni un texto balbuceante de alguien en estado de shock. Al contrario, es una muestra (un botón) del inusual estilo literario de McBride: es así como escribe ella, en picado, salvaje. Y es así el resto del libro: implacable, visceral, intenso. La prosa de esta escritora de origen irlandés y raíces londinenses elude la verborrea, pero también las normas literarias a las estamos acostumbrados. Hay que reconocerlo, no resulta fácil de leer. Acostumbrarse a su ritmo requiere un entrenamiento. Eso sí, una vez adquirido el tono resulta igualmente complejo desprenderse de él.

La novela explora los vínculos de una adolescente irlandesa con un hermano discapacitado, una madre abducida por la religión católica y su propia sexualidad, compleja, marcada por la relación con un tipo dos décadas mayor (una aventura que encuentra repulsiva y satisfactoria a la vez). También hay fe y amor, drogas y alcohol, experiencias universitarias, tensiones familiares y confusión emocional. La chica a medio hacer  pelea por mantener la cordura en un ambiente opresivo.

La escritora se expresa mediante un lenguaje fracturado, una prosa discontinua hecha como de palabras amontonadas. Lejos de jugar con las reglas de la gramática habitual, sus frases cuelgan en las páginas como las bolas de un árbol de Navidad. Ella misma sostiene que “intenta capturar el momento justo antes de que el pensamiento se convierta en lenguaje escrito”. Su estilo recuerda al Joyce más descarnado. Un relato feroz que no nos habla del vivir, sino del sobrevivir.

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