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miércoles, 12 de diciembre de 2018

DAME LA MANO

Un interludio fantástico para un puente vacacional y de los que he leído de la autora ha sido el que más me ha gustado, aunque los "tics" son los mismos en cada uno de ellos:
1- pasado y presente, comenzando con una escena del pasado que durante gran parte del Libro no se sabe a qué viene.
2- policías prescindibles, que más parecen tontos y comparsas que protagonistas. Generalmente son mujeres y causan antipatía instantánea.
3- un discapacitado, metido con calzador en la trama.
4- resolución apresurada y cabos sueltos a porrillo.
Podría seguir pero estos son los tics principales de la autora, sus novelas podrían encuadrarse en el género de intriga y son entretenidas para un ratito playero o de terraza, que no requiera silencio, paz, ni concentración.
Piscinera!!

Sinopsis (Ed. Debolsillo)
Dos son las posesiones de la familia Beckett: una vieja granja en Scarborough, Yorkshire, y un oscuro pasado que está a punto de salir a la luz.
La sucesiva aparición de los cadáveres brutalmente apaleados de una joven estudiante y una anciana en la costa inglesa de Scarborough constituyen un auténtico quebradero de cabeza para la inspectora Valerie Almond.
El misterio al que se enfrenta la obligará a adentrarse en los recovecos de lo que ella considera una turbia trama familiar de amores y rencillas.

Dame la mano (fragmento)

Sábado, 19 de diciembre

Sabía que tenía que largarse tan rápido como fuera posible. Era consciente de que estaba en peligro, de que estaba perdida si los habitantes de aquella granja aislada llegaban a percatarse de su presencia.
El tipo apareció ante ella de repente, como si hubiera surgido del suelo, cuando ella ya estaba a punto de llegar a la puerta de la granja para salir corriendo hacia el coche. Era un hombre alto y su aspecto no era tan desaliñado como cabía pensar por lo descuidada que estaba la granja. Iba vestido con unos va queros y un jersey, tenía el pelo canoso y muy corto, y sus ojos eran claros y completamente inexpresivos.
Semira tan solo esperaba que no la hubiera visto tras el edificio del establo. Tal vez había descubierto su coche y había acudido a ver quién rondaba por allí. Su única esperanza era actuar de forma convincente, que la viera como inofensiva e ingenua. Y todo eso con el corazón acelerado y con las rodillas temblándole. Tenía el rostro empapado de sudor a pesar del frío intenso que hacía a última hora de esa tarde de diciembre.
—¿Qué está haciendo aquí? —La voz del tipo era tan gélida como su mirada.
Ella probó a sonreírle y tuvo la impresión de que funcionaba. —Gracias a Dios. Pensaba que no había nadie...
Él la miró de arriba abajo. Semira intentó imaginar lo que él debía de ver en ella. A una mujer menuda y delgada, de menos de treinta años, enfundada en unos pantalones largos, con botas forradas y un grueso anorak. Pelo negro, ojos negros. Piel morena oscura. Esperaba que aquel tipo no tuviera nada contra las paquistaníes. Esperaba que no se diera cuenta de que tenía delante a una paquistaní a punto de vomitar de miedo en cualquier momento. Esperaba que no llegara a percibir el temor que sentía. Semira tenía la sofocante impresión de que aquel hombre era capaz de olerlo.

sábado, 25 de agosto de 2018

EN LA GUARIDA DEL ZORRO

Lectura vacacional y bastante "piscinera", si la primera que leí de la autora tuvo cierta "gracia", esta es notablemente ramplona y mal escrita. Narrada en primer persona por una de las protagonistas en algunos capítulos y por un narrador omnisciente en otros; sin que haya motivo aparente para tal confusión....
Dos o tres tramas, sin que ninguna de ellas tenga profundidad, personajes planos y un final "ad hoc" para semejante colección de despropósitos.
Ni siquiera es entretenida..., por lo que no puedo recomendarla.

Sinopsis (Debolsillo)
¿Qué ocurre cuando tu secuestrador desaparece y nadie sabe dónde estás?
Un thriller espeluznante de Charlotte Link, la autora que ha revolucionada el género criminal en Europa.
Vanessa Willard necesitaba bajarse del coche y disponer de unos minutos de calma y aire fresco. Mientras, Matthew, su marido, se aleja para dar un paseo con su perro.
Absorta en sus pensamientos no se da cuenta de que alguien está observándola. Y, antes de que pueda reaccionar, es atacada por un extraño que la obliga a entrar en una furgoneta cercana. La lleva hasta una cueva donde la intimida para que se meta en una caja. Ella obedece aterrada sin saber que su secuestrador sellará la caja con clavos y la dejará allí sola hasta que su marido pague el rescate. Sin embargo, antes de que pueda ni siquiera escribir la nota, es arrestado por otro delito.
Vanessa es abandonada a su suerte con agua y comida para una semana, si no se asfixia antes. Ni siquiera hay pistas. Su única esperanza es el mismo hombre que la secuestró, un hombre al que le perseguirá su crimen hasta mucho después de rehacer su vida.

En la guarida del zorro (fragmento)
El niño no estaba seguro de que lo que había visto fuese un zorro, tal vez se tratara de otro animal, pero finalmente decidió que era un zorro porque la idea le gustaba mucho más. Lo había visto deslizándose como una sombra oscura y fugaz por el pequeño valle, entre la hierba, los matorrales bajos y las piedras, y cuando llegó al otro lado, al único en que el valle no limitaba con prados que ascendían suavemente colina arriba, sino con una pared escarpada de roca, se perdió entre los pedruscos y desapareció. Fue como si la pared se lo hubiera tragado en un instante.
El niño siguió observando, fascinado. Daba la impresión de que había una entrada en la roca, una hendidura que bastaba para que un animal no muy pequeño, al menos como un zorro, pudiera escabullirse dentro sin problemas. Tenía que investigar el misterio. Dejó caer la bicicleta sobre la hierba y corrió colina abajo. Conocía muy bien la zona, iba a menudo a aquel pequeño valle tranquilo, aunque tuviera que recorrer más de ocho kilómetros en bicicleta para llegar. No era fácil encontrar aquel paraje, puesto que no había ningún camino que condujera hasta allí. Pero por eso se estaba tan bien. Podía tumbarse al sol o sentarse en una piedra tranquilamente, contemplar el cielo y quedarse absorto en sus pensamientos.
El niño llegó al sitio por donde había desaparecido el zorro. Cuando era más pequeño, había trepado arriba y abajo por aquella pared de roca, imaginando que escalaba el Everest. Ahora tenía diez años y esos juegos le parecían infantiles, pero todavía recordaba muy bien la sensación de aventura que siempre le había transmitido aquella pendiente escarpada. Sin embargo, nunca había descubierto nada que le hiciera sospechar que hubiera una abertura en la roca.
El corazón le latía con fuerza mientras buscaba una entrada entre los helechos, altos y tupidos, y todavía empapados de la lluvia que había caído la noche anterior. No estaba seguro de que el zorro hubiera desaparecido exactamente allí. El niño le dio una patada a la roca. Unas cuantas piedras se desprendieron y rodaron sobre los helechos.


domingo, 19 de agosto de 2018

EL ENGAÑO

«Justo cuando se estaba dando la vuelta percibió otra vez un ruido. Era como un leve crujido que no tenía nada que ver con los sonidos nocturnos habituales de la casa. Parecía provenir de la cocina y sonaba como si alguien hubiera pisado cristales rotos. Eso coincidiría con el tintineo que se había colado en su sueño».
Novelita de misterio y crímenes, para un rato de avión y unos instantes de habitacion de hotel, no es exigente, no hace pensar y entretiene bastante.
Es la primera que leo de la autora, que construye bien la trama y propone personajes interesantes, quizás le falta un poco de profundidad pero cumple el objetivo de entretener.
Recomendable para un día playero o una tarde de invierno aburrida.

Sinopsis (Ed. Debolsillo)
¿Quién era realmente Richard Linville? ¿Qué escondía? ¿Quién quería verlo muerto?
Un thriller lleno de tensión psicológica que se adentra en los abismos más profundos y siniestros de la mente humana de la mano de la autora que ha revolucionado la escena del crimen en Europa.

Para Kate Linville, solitaria policía de Scotland Yard, solo hay una persona en el mundo que merezca su amor y su confianza: el antiguo jefe de policía de Scarborough Richard Linville, su padre, a cuya sombra creció. Pero cuando este aparece brutalmente asesinado en su casa, Kate pierde su último apoyo.
Kate abandona Londres para regresar a su hogar con el objetivo de seguir de cerca el caso. El inspector encargado de la investigación, Caleb Hale, no le inspira demasiada confianza. Parece más interesado en buscar respuestas fáciles que en averiguar la verdad. Y Kate presiente que el caso de su padre es mucho más complejo de lo que cree la policía.
La investigación paralela que lleva a cabo Kate para resolver el asesinato de su padre demuestra que ella lo es todo menos una policía mediocre como creía: es instintiva, inteligente y persistente. En cambio, descubrirá los secretos más oscuros de Richard Linville, un hombre que nada tenía que ver con el que ella creía conocer y querer.
El engaño (fragmento)

MIÉRCOLES, 14 DE SEPTIEMBRE DE 2001

Aún hacía tanto calor como en verano. Había vuelto a casa de la escuela a mediodía y enseguida había agarrado la bicicleta; aquella bici tan chula de color azul metalizado que le habían regalado por su cumpleaños, en julio. Había cumplido cinco, y a principios de septiembre había empezado a ir al colegio. Le divertía; los maestros eran simpáticos y sus compañeros de clase, también. Se sentía muy mayor. Lo mejor era que tenía la bici más sensacional de todas. Gavin, su compañero de pupitre, presumía de que la suya era mejor, pero no era verdad. La había visto, y no era ni la mitad de buena que su bicicleta.
—¡Quiero que vuelvas a las seis! —le había gritado su madre al salir—. ¡Y ten cuidado!
Él se había limitado a asentir con condescendencia. Su madre se preocupaba todo el tiempo. Por el tráfico, por las personas malvadas que secuestraban niños, por las tormentas que podían sorprenderle a uno.
—Es porque te quiero mucho —afirmaba cuando él se quejaba.
Fue con mucho cuidado hasta que salió de la ciudad. No era un bebé, sabía a qué debía prestar atención. Pero ahora tenía la pista libre ante él. La había descubierto hacía algunas semanas, y desde entonces iba casi todos los días. Una carretera estrecha por la que apenas circulaban coches. Discurría entre las praderas y los campos y, por lo que parecía, no tenía principio ni fin. En días soleados como aquel era una banda blanca y polvorienta entre los campos llanos que llegaban hasta el horizonte. Seguro que en verano el cereal estaba alto y tapaba la vista, pero en ese momento estaba ya todo cosechado. Eso aumentaba la sensación de infinitud. Y de libertad.
Era un famoso piloto de carreras. Conducía un Ferrari. Estaba muy a la cabeza, pero los otros le pisaban los talones. Cosquilleo en estado puro. Tenía que darlo todo. La victoria estaba al alcance de la mano aunque tendría que luchar con todas sus fuerzas. También los otros eran buenos, pero él era el mejor. Enseguida estaría en el podio, regando con champán a la multitud que lo vitoreaba entusiasmada. Todas las cámaras de televisión lo enfocarían. La voz del comentarista deportivo soltó un gallo. Pisó a fondo. Se agachó todo lo que pudo, iba casi echado sobre el manillar. El viento le agitaba el cabello.
Sentía ganas de gritar por lo bonita que era la vida.
Aparte de sus ficticios perseguidores solo estaba él. Nadie más a su alrededor. Solo él. Y la eternidad de aquella carretera.
No tenía ni idea de que ya no estaba solo.
No tenía ni idea de que solo faltaban dos minutos para que todo terminara. Su carrera como el piloto más famoso de todos los tiempos.
Y la vida tal y como la conocía.