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domingo, 3 de diciembre de 2017

EXTRAÑOS EN EL TREN NOCTURNO


A veces, no se lo que estoy pensando a la hora de elegir libros en la magnífica biblioteca a la que acudo regularmente......¡
Quizás esta atractiva portada o el título misterioso, puede que la intrigante sinopsis de la contraportada o conocer a una escritora diferente, he de decir que el ambiente británico de la novela, también, tuvo parte de culpa en la elección, y.....???
Pues una novelita de "intriga", no puedo calificarla de misterio, de detectives y mucho menos novela negra; con personajes deficientemente perfilados, algunas situaciones absolutamente increíbles y desenlace acorde con las 370 páginas de la novela que, eso sí, se lee en un "plis-plás".
Entretenida, es lo mejor que puedo decir de ella, para esos ratos de piscina que todavía nos quedan¡

Sinopsis (Ed. Maeva)
Cuando menos te lo esperas, tu esposa se puede convertir en una extraña.
Lara Finch vive una mentira. Todo el mundo asume que es feliz en Cornualles, al lado del tranquilo Sam, pero en realidad está desencantada, por lo que acepta sin dudar un trabajo en Londres, ya que representa pasar cinco días fuera de su casa. Durante sus viajes semanales conoce a Guy, con quien inicia un romance secreto. Un viernes, de regreso a Cornualles, Lara desaparece sin dejar rastro, y la Policía sospecha que ha sido asesinada y que han arrojado su cuerpo desde el tren. Iris, una amiga de Lara, no está convencida de que esta sea la verdad y empieza a investigar por su cuenta. Pronto descubrirá algunos hechos más que sorprendentes en el pasado de Lara, lo que supone el principio de un viaje que la llevará más lejos de lo que nunca había pensado.

Extraños en el tren nocturno (fragmento)

PrólogoEnero
Tendría que haber llegado hacía ya dos horas.
Una persona no puede desaparecer de un tren en mitad de la noche, pero parece ser que eso fue lo que le sucedió a ella. Se subió al tren en Paddington –al menos que nosotros sepamos–, pero no se bajó en Truro.
–Seguro que está bien –le dije. Mis palabras, improbables y manidas, permanecieron suspendidas en el aire. Traté de dar con una explicación. Tras descartar la amnesia y el sonambulismo, la verdad es que solo quedaban dos, y ninguna de ellas serviría para tranquilizar a su marido.
–Eso espero. –Tenía el rostro arrugado y sus ojos parecían haberse hundido bajo unos párpados ligeramente caídos. Todo él se derrumbaba a medida que, poco a poco, ya no podía seguir aparentando que su mujer iba a entrar por la puerta en cualquier momento. Su cara estaba, no sé muy bien cómo, colorada y gris a la vez, con la tez moteada e irregular.
No se me ocurría qué hacer, de modo que volví a preparar café. Él miraba su teléfono, buscando una vez más algún mensaje que pudiera, de alguna forma, haber llegado en silencio, a pesar de que había subido al máximo el volumen del móvil y se había llamado desde la línea de casa, solo para estar seguro.
–El próximo tren llega en siete minutos –informó.