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viernes, 1 de diciembre de 2017

VIDA DE FAMILIA


El desarraigo en 200 páginas, eso ha sido para mi esta novela de Akhil Sharma, que comienza con la promesa de una vida mejor y se torna en la tragedia de una vida lejos de todo lo conocido, de todo lo amado y de todo lo que nos hace reconocibles entre la multitud.
Una novela en primera persona que hace reflexionar sobre lo que de verdad importa.
Recomendable.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
Ajay Mishra tiene ocho años cuando, a finales de la década de los setenta, él, su hermano mayor y sus padres dejan Delhi para instalarse en Queens, Nueva York, porque a su padre le han ofrecido un trabajo.
El aterrizaje de esta familia india de clase media en el paraíso del consumo y los canales de televisión que emiten las veinticuatro horas les genera un choque cultural que sus miembros digieren en el empeño de adaptarse a su nuevo país. Tienen grandes esperanzas puestas en el hijo mayor, cuyas excelentes notas le van a permitir estudiar en un prestigioso instituto. Pero un accidente en una piscina que le deja graves secuelas cambia radicalmente el destino de los Mishra y sobre todo el del joven Ajay, a través de cuyos ojos se relata la historia. El paraíso muestra entonces su cara menos grata, el acoso al diferente en la escuela, la presión económica, la incomprensión del entorno..., y la familia está a punto de desmoronarse.
El padre deberá afrontar su alcoholismo, la madre tendrá que plantearse aceptar un trabajo por debajo de su cualificación y Ajay soportar la presión de ser tan brillante en los estudios como su hermano. Para él la literatura se acabará convirtiendo en un refugio y en un instrumento para entender y explicar la realidad.
Con dramatismo, pero también con humor, esta intensa novela habla del amor y el dolor, de la lucha por abrirse camino en un entorno nuevo y por vencer la adversidad.

Vida de familia (fragmento)

"Yo siempre estaba enfrascado en un libro, ya estuviera leyéndolo o imaginándome que era un personaje. Si algo malo ocurría, como que Birju contrajera neumonía y tuviera que usar máscara de oxígeno, yo pensaba que enseguida podría reanudar mi lectura y el tiempo se esfumaría y cuando volviese a entrar en el mundo la dificultad habría desaparecido o habría cambiado.
    Muchas veces mentía sobre mis lecturas. Me gustaban los libros de ciencia ficción y de fantasía, libros donde las cosas no eran tan complicadas ni insatisfactorias como en la vida real. Pero aseguraba que había leído libros más famosos, los que nuestros profesores nos decían que eran para alumnos más mayores o los que habían servido para el guión de una película. Una mañana de invierno, en noveno curso, mientras todavía estaba oscuro fuera, me senté a la mesa de la cocina y empecé a leer una biografía de Ernest Hemingway titulada
The Young Hemingway, esperando que si leía una biografía suya después seria más fácil hacer como si le hubiera leído. De Hemingway sólo sabía que era famoso y que era escritor."