Mostrando entradas con la etiqueta Mari Jungstedt & Ruben Eliassen. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mari Jungstedt & Ruben Eliassen. Mostrar todas las entradas

domingo, 3 de diciembre de 2017

MAR DE NUBES



Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por el comisario de policía español, Diego Quintana, la periodista Sara Moberg y el ex-policía Kristian Wede

La escritora Mari Jungstedt, sí, la de Nadie lo ha visto, Nadie lo ha oído...., nos "sorprende" ahora con una nueva serie protagonizada por la periodista Sara Moberg, el comisario Diego Quintana y el ex-policía Kristian Wede, cuyas "aventuras" discurren en la maravillosa isla de Gran Canaria, más exactamente en el hermoso pueblo de Arguineguín.
Escribe esta serie "a cuatro manos" con el escritor, diseñador, ilustrador y músico noruego Ruben Eliassen, cambiando la fría Noruega por la cálida España.
Esta primera entrega resulta ligera, quizás demasiado ligera y previsible, muy muy previsible, habrá que esperar a las siguientes para ver si los personajes se consolidan y las tramas se hacen un poco menos "trilladas".
Entretenida, para una de esas tardes-noches otoñales en las que un@ no sabe muy bien que hacer, ni que leer...¡

Sinopsis (Ed. Maeva)
La primera entrega de una nueva serie ambientada en las Islas Canarias (novela negra)
. Coescrita por Mari Jungstedt, la escritora de la serie de Gotland
. Arguineguín, un pequeño y tranquilo pueblo de Gran Canaria, se ha convertido en el retiro de una amplia colonia de ciudadanos escandinavos que buscan el sol y el mar en el singular paisaje de la isla. La joven y hermosa Erika Bergman llega para pasar unos días de descanso en una escuela de yoga dentro de un enclave privilegiado, pero un asesino trunca sus planes y acaba con su vida... Y con la paz que hasta entonces se respiraba en el paraíso.
El encargado de la investigación, el comisario Diego Quintana, cuenta con la colaboración de Sara Moberg, la intrépida redactora del diario escandinavo Dag&Natt, que lleva más de veinte años viviendo en la isla; y con la del expolicía Kristian Wede, cuya vida privada no pasa precisamente por el mejor momento. Todo son preguntas sin resolver: ¿qué atormentaba a Erika? ¿Qué pasó la noche del crimen? ¿Por qué el asesino engalanó el cadáver como si se tratara de la Venus de Botticelli? Los tres tienen la sensación de que quienes conocían a Erika ocultan más de lo que están dispuestos a contar, pero no cejarán en su intento de desenmascarar al asesino.

Mar de Nubes (fragmento)

PrólogoEn la pequeña habitación reinaba un ligero olor a hierbas y una luz tenue. Por un altavoz situado en el techo sonaba una suave música oriental. Las paredes estaban barnizadas en tono oscuro y en un rincón había una planta. Le pidió a la mujer que se desnudara y se tumbara en la camilla. Ella se bajó un poco el vestido y se sintió desprotegida e indefensa. Por una parte deseaba dar media vuelta y marcharse de allí, pero había algo que la retenía en aquel lugar. Una especie de curiosidad, de expectación sobre lo que podría pasar a continuación. Un cálido cosquilleo le recorrió la piel. Sintió la boca seca y se humedeció los labios. Él le dirigió una mirada rápida, y en ese mismo instante ella fue consciente de cómo habría de interpretar él su gesto de humedecerse los labios con la lengua. Sonrió insegura, sintió cómo se ruborizaba. Empezó a toquetearse uno de los tirantes. Él se comportó con delicadeza y se dio media vuelta mientras ella se quitaba el vestido. Al colgar la ropa en el gancho de la pared le temblaban las manos. Titubeó, sin saber si debía conservar las bragas puestas. No había hecho eso nunca antes, no sabía cuál era el ritual, qué se esperaba de ella.
Se acomodó en la camilla tapizada de cuero y se tumbó boca abajo. Intentó relajarse. Cerró los ojos mientras inspiraba por la nariz, espiró lentamente por la boca.
El joven se dio la vuelta y le colocó una toalla sobre las piernas y nalgas, de tal manera que quedó justo bajo el borde de las bragas. Se movía con seguridad. Cuando la rozó con las yemas de los dedos sintió un escalofrío, a pesar de que en la habitación hacía calor. Alzó la mirada. Él se había quitado la bata blanca. Le dio tiempo a entrever un atlético cuerpo bronceado y juvenil con prominentes brazos musculados. Abdomen plano y duro. Caderas estrechas. Apenas vello en el pecho y unos pezones pequeños y marrones. Sintió un ligero cosquilleo entre las piernas. Él llevaba unos pantalones blancos de algodón. La fina tela le apretaba las caderas y tenía el trasero respingón. No podía dejar de pensar en cómo sería por debajo.