De la biblioteca me he traido a casa esta extraña novela, la primera que leo de la autora, en la que se narra la inquietante moda de una especie de cibermascotas, los kentukis, que se cuelan por doquier en las vidas de la gente y bajo su apariencia inofensiva esconden una compleja red de interacciones y vigilancias cruzadas que, cuanto más se conoce, más miedo provoca. Narrada en forma de historias paralelas que transcurren en lugares muy distintos y en clases sociales dispares, Kentukis es un análisis crudo de la soledad, la adicción y la inconsciencia de una sociedad "tomada al asalto" por tecnologías que adoptamos sin plantearnos lo que cedemos a cambio.
Me ha recordado la moda del Tamagochi en una versión inquietante y con un punto aterradoramente posible.
Tiene ritmo, tiene intención y me ha gustado.🌞🌞🌞
Sinopsis (ed. Random House)
Casi siempre comienza en los hogares. Ya se registran miles de casos en Vancouver, Hong Kong, Tel Aviv, Barcelona, Oaxaca... y se está propagando rápidamente a todos los rincones del mundo. No son mascotas, ni fantasmas, ni robots. Son ciudadanos reales, y el problema -se dice en las noticias y se comparte en las redes- es que una persona que vive en Berlín no debería poder pasearse libremente por el living de alguien que vive en Sídney, ni una persona que vive en Bangkok desayunar junto a tus hijos en tu departamento de Buenos Aires. En especial cuando esas personas que dejamos entrar a casa son completamente anónimas.
Los personajes de esta novela encarnan el costado más real -y a la vez imprevisible- de la compleja relación que tenemos con la tecnología, renovando la noción del vouyerismo y exponiendo al lector a los límites del prejuicio, el cuidado de los otros, la intimidad, el deseo y las buenas intenciones. Kentukis es una novela deslumbrante que potencia su sentido mucho más allá de la atracción que genera desde sus páginas. Una idea insólita y oscura, tan sensata en sus reflejos que, una vez que se entra en ella, ya no se puede salir.
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