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jueves, 11 de enero de 2018

NUBOSIDAD VARIABLE


RESEÑADA por CLARA GLEZ. para LIBROS, 8 de Marzo de 2017
Nubosidad variable – Carmen Martin Gaite
En este libro se narra la vida de dos mujeres muy distintas, cuya amistad está unida por el gusto a las palabras, por contar a través de ellas una amistad, en el recuerdo y en el presente.
Sofía y Mariana fueron amigas desde su infancia, con dos perfiles muy distintos: Sofía es imaginativa, abierta y, por azares de la vida, se ve atrapada en un rol de esposa y madre. Mariana, una brillante psiquiatra, tiene un perfil más complicado y está atrapada en historias amorosas bastante confusas.
Después de muchos años se encuentran por casualidad y esa antigua amistad resurge. Para ambas es un revulsivo, sobre todo para Sofía, en la que Mariana despierta su afición por escribir, animándola a ello y, por consiguiente, despertando en ella sus miedos, temores, dudas y demás fantasmas que fue acumulando en el transcurrir de su vida.
Mariana, mientras tanto, desaparece y escribe para Sofía unas cartas que no se atreve a enviar en las que también va desvelando sus fantasmas y el momento psicológico por el que está pasando.
Ambas intentan recuperar su vida mientras van creando lazos que afianzan más su antigua amistad.
Como todos los libros de Gaite, ésta maneja maravillosamente todos los recursos para escribir una buena historia: la trama, el suspense, las alusiones poéticas, los diálogos, los cambios de opinión y las dudas que van surgiendo en unos personajes maravillosamente trazados.
Ambos personajes se rodean de otros secundarios, que dan veracidad y motivos para explicar el “estado anímico” en el que se encuentran estas dos mujeres.
Hay un párrafo de la obra que me marcó desde que la leí.
“Los gusanos verdes son las horas muertas, las horas podridas de mi vida entera, horas gastadas en sortear los escollos de la realidad para lograr aprobar materias que no me acuerdo de qué trataban, en las que ni siquiera me doy por examinado, a pesar de haber lidiado tanto con ellas. Porque lo único que sé de esas asignaturas es que siempre hay que estar haciéndoles frente como si fuera la primera vez, y el miedo a suspenderlas sigue siendo el mismo. Muy parecido, además, al miedo de haber perdido los papeles donde pudiera constar que se han aprobado. Se estudiaban para la nota. No eran optativas. Aprobado en hija de familia. Aprobado en noviazgo. Aprobado en economía doméstica. Aprobado en trato conyugal y en deberes con la parentela política. Aprobado en partos, aprobado en suavizar asperezas, en buscar un sitio para cada cosa y en poner a mal tiempo buena cara. Aprobado en paternidad activa, aunque esta asignatura, por ser las más difícil, está sometida a continua revisión. Tales materias, sobre todo la última, pueden llegar a ser apasionantes. Depende de cómo se tomen. Pero se parecen a los problemas de logaritmos en una cosa: en que de una vez para otra ya no se sabe cómo se resolvieron, ni por qué los tenía uno que resolver. Gusanera gris y gusanera verde de conocimientos borrosos, discutibles, agobiantes.” La autora se recrea en dar vida a dichos personajes secundarios para hablar sobre esos sentimientos que invaden la vida de las dos. Su dejar pasar la vida. Y mediante esas cartas, nunca enviadas, que salen de su interior, va desgranando y descubriendo el fondo de sus almas. Haciendo al fin y al cabo un ajuste de cuentas con ellas mismas y con sus vidas.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
Sofía Montalvo y Mariana León fueron amigas en el colegio. Sofía, joven imaginativa, de carácter abierto, se ha visto atrapada en una anodina existencia de esposa y madre de familia. Mariana se ha convertido en una brillante psiquiatra de moda. Al cabo de más de treinta años, el azar las hace coincidir y el recuerdo de su amistad desencadena en ambas una revolución interior que irá creciendo a lo largo del libro.
En el encuentro, Mariana evoca la afición de Sofía por las palabras y la anima a escribir. Ella, con la sensación de quien se dispone a ordenar el cuarto donde se amontonan los miedos, objetos, presencias y fantasías, estrenará su primer cuaderno. Entretanto, Mariana se marcha de Madrid y compone para Sofía cartas que no se atreve a echar al correo, donde va tomando el pulso a su desintegración psicológica. La novela es, así, la historia de dos escrituras, pero también, quizá por encima de todo, la reconstrucción de una amistad.
Carmen Martín Gaite, dueña de un estilo que se mueve con idéntica soltura en los diálogos, las invocaciones poéticas, la creación de personajes accesorios, los momentos de suspense o las asociaciones surrealistas, ha sabido captar con maestría los cambios de postura, los giros del alma de sus entes de ficción en una de las novelas españolas de mayor éxito nacional e internacional.

Nubosidad variable (fragmento)
"Lo importante era hacer acopio de serenidad y saborear aquella excitación tan grande ante la idea de contestar «quiero» a cualquier invitación o desafío. Se avecinaba un juego inédito, aunque muy antiguo también, el gran juego apasionante del que todo el mundo tiene referencias y que hasta entonces yo sólo había disfrutado a través de las que me llegaban del cine y los libros. Mariana opinaba que me estaba envenenando con tantas historias de amor literarias y que aquellas pistas falaces de las novelas y del cine me iban a despistar cuando intentara aplicarlas a mi propia historia.
—No tendré que pedir ninguna pista a nadie, no te preocupes —protestaba yo—. Sabré yo sola muy bien lo que tengo que hacer cuando llegue el caso.
—¿Y cómo sabrás que ha llegado el caso? —insistía Mariana.
—Porque tendré ganas de gustar. Me lo dirá el cuerpo. Y la imaginación y la inteligencia se crecerán, obedeciendo a las señales del cuerpo, querrán ponerse a su altura.
Todo se iba cumpliendo, con el añadido de un regalo premonitorio. La imaginación tenía que abarcar mucho para ponerse a la altura de un cuerpo que llevaba veinticuatro horas con ganas de gustar, que, resucitando inopinadamente al conjuro de un hada madrina, se había vestido de gala y había ensayado ante el espejo una función sin réplica; que estaba deseando convertirse, a su vez, en espejo. El mismo cuerpo que ahora acababa de desprenderse en silencio de los zapatos y subía los pies al sofá con languidez teatral; gesto, por cierto, que pareció hallar eco en el otro actor y provocar un amago de torsión en su cabeza, aunque tan tenue y breve que la chica de rojo no tuvo tiempo más que para adivinar entre pestañas el remate de una garganta memorable. "


miércoles, 23 de julio de 2014

CAPERUCITA EN MANHATTAN


Hay ocasiones en que las hijas te hacen favores impagables, eso y el no tener nada a mano para leer....y es que de "motu propio" creo que, a pesar, del aprecio literario que siento por Carmen Martín Gaite, jamás se me hubiese ocurrido leer este libro y, sobre todo, leyendo la solapilla o la contraportada (depende de la edición que se elija); pues bien el error, por omisión, hubiese sido irreparable. En este, denominado, cuento moderno y que yo considero  un cuento clásico en toda regla, nos movemos por Manhattan, maravilloso, pero no sólo por el Manhattan real sino por un Manhattan imaginario cuyos lugares y personajes son tanto o más interesantes que en el otro. De la mano de Sara Allen y desde Brooklyn cruzamos el "bosque" que conduce a la vida real, al mundo de los adultos con todo lo que eso supone.....Discrepo de los que designan este libro como literatura juvenil, es literatura con mayúsculas para todos los públicos, es un cuento mágico en el que los personajes del cuento de Perrault son perfectamente reconocibles y mucho más que reconocibles, los personajes se desarrollan y crecen de un modo que Perrault jamás hubiese imaginado. Sara es superdotada, curiosa, lectora, aventurera y, sobre todo, libre; Sara nos hace soñar, con otras historias, con otros finales, con otras vidas:

....Aunque no tan distintas, porque la aventura principal era la de que fueran por el mundo ellos solos, sin una madre ni un padre que los llevaran cogidos de la mano, haciéndoles advertencias y prohibiéndoles cosas. Por el agua, por el aire, por un bosque, pero ellos solos. Libres. Y naturalmente podían hablar con los animales, eso a Sara le parecía lógico. Y que Alicia cambiara de tamaño porque a ella en sueños también le pasaba. Y que el señor Robinson viviera en una isla, como la estatua de la Libertad. Todo tenía que ver con la libertad......(pag.22)


Realmente, es la magnífica Carmen Martín Gaite quien nos hace soñar, quien con su pluma mágica nos guía a través de unas páginas que se leen en un suspiro y se recuerdan para siempre¡¡¡ Extraordinariamente Recomendable!!!!

Y esta es la opinión de nuestra querida Rosi Torres Marino:

RESEÑADO por Rosi Torres Marino para LIBROS,  el 2 de Julio de 2014.
Un cuentito moderno, una caperucita actualizada...esas fueron mis referencias al elegir esta vez. Pero me ha parecido mucho mas que eso, me ha parecido un canto a la niñez ( ¿Se es mas libre alguna vez que cuando eres pequeño?) una historia dulce como la tarta de fresa, un librito precioso que tengo que comprarle a mi Jimena para que esté entre esos que seguro leerá con gusto cuando tenga 12 o 13 añitos.

En resumen: Miranfú!!!

Sinopsis (Ed. Siruela)
Sara Allen es una niña de diez años que vive en Brooklyn, Nueva York. Su mayor deseo es ir sola a Manhattan para llevar a su abuela un tarta de fresa. La abuela de esta moderna Caperucita ha sido cantante de music-hall y se ha casado varias veces. El lobo es míster Woolf, un pastelero multimillonario que vive cerca de Central Park en un rascacielos con forma de tarta. Pero el hilo mágico de este relato se centra en miss Lunatic, una mendiga sin edad que vive de día oculta en la estatua de la Libertad y que sale de noche para mediar en las desgracias humanas o, si es necesario, llegar a regalar un elixir capaz de vencer al miedo.

Caperucita en Manhattan (fragmento)

UNO
Datos geográficos de algún interés  y presentación de Sara Allen La ciudad de Nueva York siempre aparece muy confusa en los atlas geográficos y al llegar se forma uno un poco de lío. Está compuesta por diversos distritos, señalados en el mapa callejero con colores diferentes, pero el más conocido de todos es Manhattan, el que impone su ley a los demás y los empequeñece y los deslumbra. Le suele corresponder el color amarillo. Sale en las guías turísticas y en el cine y en las novelas. Mucha gente se cree que Manhattan es Nueva York, cuando simplemente forma parte de Nueva York. Una parte especial, eso sí.

Se trata de una isla en forma de jamón con un pastel de espinacas en el centro que se llama Central Park. Es un gran parque alargado por donde resulta excitante caminar de noche, escondiéndose de vez en cuando detrás de los árboles por miedo a los ladrones y asesinos que andan por todas partes y sacando un poquito la cabeza para ver brillar las luces de los anuncios y de los rascacielos que flanquean el pastel de espinacas, como un ejército de velas encendidas para celebrar el cumpleaños de un rey milenario.
Pero a las personas mayores no se les ve alegría en la cara cuando cruzan el parque velozmente en taxis amarillos o coches grandes de charol, pensando en sus negocios y mirando nerviosos el reloj de pulsera porque llegan con retraso a algún sitio. Y los niños, que son los que más disfrutarían  corriendo esa aventura nocturna, siempre están metidos en sus casas viendo la televisión, donde aparecen muchas historias que les avisan de lo peligroso que es salir de noche. Cambian de canal con el mando a distancia y no ven más que gente corriendo que se escapa de algo. Les entra sueño y bostezan.
Manhattan es una isla entre ríos. Las calles que quedan a la derecha de Central Park y corren en sentido horizontal terminan en un río que se llama el East River, por estar al este, y las de la izquierda en otro: el río Hudson. Se abrazan uno con otro por abajo y por arriba. El East River tiene varios puentes, a cual más complicado y misterioso, que unen la isla por esa parte con otros barrios de la ciudad, uno de los cuales se llama Brooklyn, como también el famoso puente que conduce a él. El puente de Brooklyn es el último, el que queda más al sur, tiene mucho tráfico y está adornado con hilos de luces formando festón que desde lejos parecen farolillos de verbena. Se encienden cuando el cielo se empieza a poner malva y ya todos los niños han vuelto del colegio en autobuses a encerrarse en sus casas.