Tercera entrega de la Serie Las cosas y casos de la señora Starling, protagonizada por Anne Starling profesora de física en Columbia, esposa de un diplomático y detective aficionada
Una nueva novela de esta peculiar serie protagonizada por británicos que transcurre en New York y reune el elenco de personajes más simplones que conozco, que la sra.Starling sea profesora de física en Columbia es tan disparatado que añade un toque de humor a esta delirante colección de novelas.
La verdad, leo estas novelas porque son tan ligeras que no ocupan espacio en el "disco duro" 🧠
Prescindible ⛅
Sinopsis (ed.Independently Published)
Que la Diplomatic Ladies’ Society ofrezcan un té a las cinco y que la hora de visita en Rikers Island, una de las peores prisiones de los Estados Unidos, comience al mismo tiempo son dos circunstancias sin ninguna relación, salvo que Anne Starling ande de por medio.
Tras recibir la desesperada petición de ayuda que le envía Drew Peterson, un policía encarcelado por un crimen que dice no haber cometido, la disyuntiva entre acudir al té para damas o visitar en la cárcel a un hombre acusado de asesinato es del todo irrelevante para Anne, que no dudará en lanzarse a una nueva aventura detectivesca con el fin de demostrar la inocencia del policía.
Para su desgracia, o quizá porque al Universo le gusta jugar de vez en cuando con cartas marcadas, Crawford está convencido de la culpabilidad de Peterson, por lo que desafiará a Anne a una competición detectivesca que determinará quién de los dos tiene razón.
Fragmento de Crimen Imprevisto:
—¡Ajá! —Anne sonrió con malicia—, así que cree que hay algo turbio en este asunto y su fe en mí comienza a despertar.
—No. Lo siento, señora Starling, creo que Peterson lo tiene muy crudo, pero como de todas formas usted va a investigar, quiero asegurarme de que no se mete en ningún lío.
—Le encanta esa palabra.
—Le va como un guante, no lo negará.
—Y usted no podrá negar que suelo tener razón.
—Creo que en este caso se equivoca.
—¿Quiere apostar a que no? —Crawford entornó la mirada y Anne se preguntó qué estaría pensando. Creyó adivinarlo y le lanzó el guante—: Hagamos un trato. Si me equivoco, prometo no volver a meterme en ningún lío.
¿Quién resultará vencedor? La competición se ha abierto. Damas y caballeros, hagan sus apuestas.
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