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jueves, 24 de agosto de 2017

MUJER DE ROJO SOBRE FONDO GRIS


RESEÑADA POR ÁNGELES SAMPEDRO PÉREZ para LIBROS el 13 de Marzo de 2013.

Acabo de leer "Señora de rojo sobre fondo gris" de Miguel Delibes, y aunque la trama principal es la falta de ideas de un pintor,  a medida que a su mujer le falta la salud y le sobreviene la muerte, a mí, lo que más me ha llamado la atención es que se vale precisamente de ese argumento para contarnos una maravillosa historia de amor:
Sin su mujer y musa no tiene capacidad creadora, sin creación no tiene vida, ergo sin su musa y su capacidad artística se siente infértil, vacío y también muerto.
La recomiendo encarecidamente, me hizo llorar, sentir, vivir tan intensamente que todavía no estoy repuesta del todo.
Un saludo!

No puedo añadir nada a la magnífica y emotiva reseña que nos ha regalado Ángeles Sampedro, esta es una novela muy especia y para comprenderlo, hay que leerla¡¡¡

Mujer de rojo sobre fondo gris (fragmento)
"En la vida has ido conociendo algunas cosas pero has fallado en lo esencial, es decir, has fracasado. Esa idea te deprime y entonces es cuando buscas apresuradamente un remedio para poder arrastrar con dignidad el futuro. Ahora no tendré a nadie a mano cuando me asalte el miedo.
(...)
Ninguno de los dos era sincero pero lo fingíamos y ambos aceptábamos, de antemano, la situación. Pero las más de las veces, callábamos. Nos bastaba con mirarnos y sabernos. Nada nos importaban los silencios. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabras, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida eran sencillamente la felicidad. Yo buscaba en la cabeza temas de conversación que pudieran interesarla, pero me sucedía lo mismo que ante el lienzo en blanco: no se me ocurría nada. A mayor empeño, mayor ofuscación. Se lo expliqué una mañana que, como de costumbre, caminábamos cogidos de la mano: ¿Qué vamos a decirnos? Me siento feliz así, respondió ella.
(...)
Una voz misteriosa me soplaba la lección entonces y yo atribuía a los ángeles, pero ahora advertía que no eran los ángeles sino ella; su fe me fecundaba por que la energía creadora era de alguna manera transmisible ¿De quién me compadecía entonces, de ella o de mí? "