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domingo, 22 de agosto de 2021

NADA


"Todo da igual- dijo un día -. Porque todo empieza sólo para acabar. En el mismo instante en que nacéis empezáis a morir. Y así ocurre con todo"

Una novela corta, de difícil lectura, no en la forma que es sencilla y bien narrada sino en el fondo, ya que remueve todos los sentimientos posibles. Una rebelión adolescente que provoca un cataclismo y termina, como no podía ser de otro modo, mal, muy mal.

Hace tiempo que tenía pendiente esta historia de Janne Teller que, comparte título con la novela de nuestra Carmen Laforet y, salvando las distancias, ambas me han gustadoo, me han impresionado y me han hecho pensar.

La recomiendo¡¡¡¡🌞🌞🌞

Sinopsis (Ed. Seix Barral)

Una novela con historia: Desató la polémica, incluso fue censurada. Tres años después es todo un éxito internacional.

Pierre Antón deja el colegio el día que descubre que la vida no tiene sentido. Se sube a un ciruelo y declama a gritos las razones por las que nada importa en la vida. Tanto desmoraliza a sus compañeros que deciden apilar objetos esenciales para ellos con el fin de demostrarle que hay cosas que dan sentido a quiénes somos. En su búsqueda arriesgarán parte de sí mismos y descubrirán que sólo al perder algo se aprecia su valor. Pero entonces puede ser demasiado tarde.

#LIBROS #reseñas2019 



sábado, 16 de septiembre de 2017

NADA


RESEÑADO por Maria Teresa Pérez Prieto para LIBROS, el 6 de Mayo de 2014
"NADA" Janne Teller, escritora danesa.
99 paginas estrujantes y llenas de una realidad pocas veces descubierta de esta manera "inocente y cándida" que va creciendo hasta alcanzar un clímax inesperado.
Una novela aclamada y prohibida aun en su propio país.
Leída en una noche de insomnio que me ha dejado pensando y con un insomnio aun peor.

Es de esos libros que se aman o se odian.

Sinopsis (Ed. Seix Barral)
Pierre Antón deja el colegio el día que descubre que la vida no tiene sentido. Se sube a un ciruelo y declama a gritos las
razones por las que nada importa en la vida. Tanto desmoraliza a sus compañeros que deciden apilar objetos esenciales para ellos con el fin de demostrarle que hay cosas que dan sentido a quiénes somos. En su búsqueda arriesgarán parte de sí mismos y descubrirán que sólo al perder algo se aprecia su valor. Pero entonces puede ser demasiado tarde.

Nada (fragmento)

II
"Pierre Anthon dejó la escuela el día que descubrió que no merecía la pena hacer nada puesto que nada tenía sentido.
Los demás nos quedamos.
Y a pesar de que el profesor se apresuró a borrar toda huella de él, tanto en la clase como en nuestras mentes, algo suyo permaneció en nosotros. Quizá por eso pasó lo que pasó.
Era la segunda semana de agosto. El fuerte sol hacía que nos sintiéramos holgazanes e irritables; el asfalto se pegaba a las suelas de goma de nuestras playeras, y las peras y las manzanas de puro maduras eran propicias a la mano para usar como misiles. No mirábamos ni a derecha ni a izquierda. Era el primer día de escuela tras las vacaciones de verano. La clase olía a productos de limpieza y a vacío prolongado, las ventanas nos devolvían reflejos de imágenes nítidas y deslumbrantes y no se veía rastro de polvo de tiza en la pizarra. Los pupitres se hallaban colocados de dos en dos en filas rectas como pasillos de hospital, tal y como sólo podía ocurrir ese único día del año. Clase de 7.° A. Encontramos nuestros sitios sin que nos apeteciera zarandear la familiaridad de ese orden.
Con el tiempo, vienen los remedios, viene el desbarajuste. ¡Pero hoy no!
Eskildsen nos dio la bienvenida con la misma ocurrencia de cada año.
—Alegraos de este día, jovencitos —dijo—. No existiría lo que llamamos vacaciones si no existiera lo que llamamos escuela.
Nos reímos. No porque la ocurrencia fuera divertida, sino por la forma de decirlo.
Entonces fue cuando Pierre Anthon se levantó y dijo:
—Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo.
Con entera tranquilidad se agachó, recogió sus cosas, que precisamente acababa de sacar, y las volvió a meter en la mochila. Se despidió con una inclinación de cabeza acompañada de un gesto de todo me da igual y abandonó la clase sin cerrar la puerta tras él.
Y la puerta sonrió. Era la primera vez que le veía hacer eso a la puerta. Pierre Anthon dejó la puerta entreabierta como fauces riendo que podían engullirme si me dejaba seducir y lo seguía. Sonreía. ¿A quién? A mí. A nosotros. Miré a mi alrededor y a todos, aquel molesto silencio me revelaba que los demás también se habían dado cuenta.
Íbamos a convertirnos en algo.
Y algo quería decir alguien. No era nada que se dijera en alto. Aunque tampoco por lo bajo. Simplemente era algo que estaba en el aire o en las horas o en la valla que rodeaba la escuela o en nuestra almohada o en nuestros peluches que injustamente, tras haber hecho su función, yacían apilados en el sótano o en la buhardilla acumulando polvo. No lo sabía. La puerta sonriente de Fierre Anthon me lo reveló. Seguía sin saberlo con la cabeza, pero ahora lo sabía.
Tuve miedo.
Miedo por Pierre Anthon. Miedo, más miedo, muchísimo miedo."