Mostrando entradas con la etiqueta Goran Petrovic. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Goran Petrovic. Mostrar todas las entradas

lunes, 15 de enero de 2018

BAJO EL TECHO QUE SE DESMORONA


RESEÑA DE CLARA GLEZ. para LIBROS, 10 de Diciembre de 2017

Bajo el techo que se desmorona - Goran Petrovic...
No acostumbro a leer la sinopsis de los libros antes de comenzarlos a leer, y si hubiera leído la que tiene este, probablemente me hubiera perdido esta novela. Porque nada que ver con lo que cuenta este libro.
Ya sabemos que todo lo que se cuenta en los libros, son hechos de la vida, que ocurren u ocurrieron , o quizás puedan volver a ocurrir, pero dependiendo de quién nos los cuente, pueden parecernos diferentes.
En este caso los sucesos y las personas, me parecieron mágicos.
18 filas de un cine que alberga personas muy distintas, pero muy bien definidas. Como esos tipos que todos hemos conocido, con su “ mote” particular, muy propio de pueblos pequeños.
Personajes con sus grandezas y sus miserias, que van formando parte de la historia reciente de un país. En este caso Serbia, pero podría ser la historia de España, con sus luces y sus sombras de cada etapa. Contada entre escenas de películas “ permitidas” y sus espectadores.
Una narración irónica, tierna y a desgarradora de esta sociedad, donde el acomodador de este cine, va , como bien diría su oficio, acomodándonos a contemplar la películas de sus vidas.
Podría cambiar sus nombres, por otros tantos de personajes que conozco, que formaron parte de mi infancia, de aquellas historias que me contaba mi padre cuando regresaba de Sevilla y me relataba las películas que había visto durante su ausencia.
También me gustaría a mí , construir un largometraje con los retazos robados de las historias que he leído o viví. Con todos esos personajes, reales o inventados que se quedaron en mi memoria… Mientras me voy dando cuenta que mi techo también está muy deteriorado por el tiempo.

Sinopsis (Ed. Sexto Piso)
En una pequeña aldea serbia, durante una tarde dominical del año 1980, alrededor de treinta personajes peculiares se reúnen en el cine Uranija para ver una película. El cine se encuentra en lo que otrora fuera el Gran Hotel Jugoslavija, y su techo está cubierto por un papel tapiz que muestra un cielo estrellado. Tras la Segunda Guerra Mundial y la llegada del comunismo, el hotel es nacionalizado y proyecta únicamente películas soviéticas y yugoslavas. Sin embargo, desde la ruptura entre Tito y Stalin, en el cine se pueden ver películas occidentales, y esa tarde en particular estará marcada por un dramático anuncio que supuso el fin de una era: la muerte del mariscal Tito.

Con este trasfondo,
Goran Petrović ha creado un maravilloso microcosmos serbio, retratando personajes que muestran de una manera por demás irónica los anhelos y contradicciones experimentados por la sociedad serbia durante el convulso siglo xx. Nos encontramos, por ejemplo, con un oficial del Partido Comunista que está tan acostumbrado a aprobar las decisiones de sus superiores que levanta el brazo derecho por reflejo. Y, por encima de los espectadores se encuentra el operador del cine, el señor Svabić, que compone su propia película a partir de pedazos de otras películas, hasta conformar una cinta de catorce kilómetros que funciona como alegoría de una sociedad que a lo largo del siglo luchó para encontrar su identidad entre el caos que produjeron los acontecimientos históricos. El cielo estrellado del cine se desmorona, nos advierte Goran Petrović, y con ello anuncia el fin de una era y de un régimen que, para desgracia de la sociedad serbia, daría paso a otra guerra encarnizada, cuya estela de destrucción sigue vigente hasta nuestros días.

Bajo el techo que se desmorona (fragmento)

Botas militares derechas. Botas militares izquierdas
El Hotel Jugoslavija de Kraljevo fue construido en 1932 en el lugar donde antaño se encontraba el mesón «El arado». Lo construyó Laza Jovanovic´, un zapatero originario de Raška. En el invierno de 1926, el tal Laza había comprado en Belgrado un vagón de botas militares desechadas por el ejército. No hubo otros interesados en las botas descartadas, de modo que las consiguió a muy buen precio. En este país, sin embargo, en cuanto uno abre la boca para decir algo, enseguida aparecen otros que afirman que saben más de ello:
–No, ¡más bien Laza Jovanovic´ sobornó a alguien en el Ministerio de Defensa para que desparejaran las botas adrede  y las ofrecieran en dos pujas independientes!
Sea lo que fuere, nadie quiso las botas militares derechas sin su par izquierdo. Nadie excepto Laza. Para ahorrarse el hospedaje viajó de noche, zangoloteándose, cansando la vista de la oscuridad mientras atravesaba media Serbia, pensando que jamás iba a amanecer cuando alboreó casi al llegar a Belgrado. Sin embargo, Laza no tenía tiempo para recorrer la capital; todos los que vienen de la provincia comparten el mismo miedo de no llegar tarde. Por lo cual se acurrucó, mucho antes de la subasta, en el fondo de una sala majestuosa. Si le hubieran preguntado en qué calle o en qué edificio, sólo se habría encogido de hombros, ya que no habría sabido decirlo. Y tal vez se habría quedado ahí olvidado para siempre, si no hubiera confirmado el precio de salida levantando su mano. La gente reunida, en su mayoría comerciantes de renombre, peces gordos con abrigos de piel con suaves cuellos de astracán, enseguida volvieron sus cabezas para tomarle la medida al hombrecillo de vestimenta provinciana, dispuesto a despilfarrar el dinero en una vestimenta sin valor.