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sábado, 9 de diciembre de 2017

JAQUE AL REY


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por Francis Urquhart, político británico, pertenece a la Trilogía House of Cards.

Alternando trilogías, voy por la segunda "entrega" de la magnífica House of Cards, si en la primera novela se gesta el ascenso del maquiavélico Francis Urquhart, en esta trata de consolidar su poder por todos los medios.
El título es muy revelador y......hasta aquí puedo leer.
Sólo decir que estoy deseando que se publique en castellano (u otro idioma que yo pueda leer con fluidez) para seguir disfrutando de la excelente prosa de Dobbs y esa realidad ficticia que, creo que no lo es tanto como parece.
Muy recomendable¡¡¡

Sinopsis (Ed. Alba)
«Una cosa es cierta. FU será recordado durante mucho más tiempo que muchos primeros ministros reales.» Daily Mail
«Esta historia de sangre y truenos parecida a la vida y escrita con cinismo tiene el sello de la autenticidad... Un gran triunfo.» The Independent
En Jaque al rey, segunda de las tres novelas inglesas que inspiraron las dos famosas series de televisión, House of Cards (BBC y Netflix), Francis Urquhart, elegido primer ministro, hará todo lo posible para desacreditar a la monarquía, y en última instancia, hundir al monarca. Hay momentos en que el político parece debilitado, superado por las circunstancias e incluso dispuesto a tirar la toalla. Pero siempre hay algo que lo empuja y lo salva. En este caso es una americana, Sally Quinn (que nos recuerda a Mattie Storin), que acabará, como ella, siendo la amante y consejera de Urquhart. Una vez más el lector quedará fascinado por este héroe perverso. No solo por su astucia, sino por su sentido del humor tan característicamente inglés y, sobre todo, por la fuerza con que persigue sus objetivos.

Jaque al rey (fragmento)

A primerísima hora de una mañana de invierno, en un dormitorio que daba al jardín de quince hectáreas de un palacio que no había existido cuando Carlos Estuardo pasó a mejor vida, su descendiente despertó sobresaltado. El cuello empapado de la camisa del pijama se le pegaba a la piel y yacía boca abajo sobre una almohada dura como un tajo y manchada de sudor, y sin embargo se sentía tan helado como... Tan helado como la muerte. Creía en el poder de los sueños y en su capacidad para desentrañar los misterios del yo interior, y tenía la costumbre, al despertar, de escribir todo lo que recordara de ellos en un cuaderno que dejaba para tal propósito junto a la cama. Pero esta vez no lo hizo. No era necesario. Jamás olvidaría el olor de la multitud mezclado con los de la resina y el serrín, ni el color duro y plomizo del cielo de aquella tarde inmaculada de escarcha.