jueves, 19 de marzo de 2015

EL MAL DE PORTNOY


Roth define el Portnoy's complaint (Lamento de Portnoy) en la primera página de la novela como:
 "un desorden en el que fuertes impulsos éticos y altruistas están en constante conflicto con deseos sexuales, generalmente de naturaleza perversa".

En el 82 cumpleaños de Philip Roth, eterno candidato al Nobel del Literatura, no nos queda otro remedio que recomendar su novela más "gamberra", una polémica visión de una familia judía en los años 40-50, a través del monólogo del joven Alexander Portnoy con su psicoanalista. A ratos repugnante, a ratos hilarante y siempre exquisitamente escrita. Fue publicada, en castellano con dos títulos diferentes El mal de Portnoy y El Lamento de Portnoy (literal del inglés) pero al margen del título es otra vuelta de tuerca a las obsesiones presentes en la literatura de Roth, el judaísmo, el american way of life, las relaciones familiares, la humanidad, el carácter, la niñez, el sexo.....y sus consecuencias.
Humor inteligente y corrosivo, literatura de primera¡

Y para muestra un fragmento que revela como escribe uno de los más grandes escritores de nuestro tiempo y de todos los tiempos:
"La llevaba tan incrustada en la conciencia, que, al parecer, me pasé el primer año de colegio convencido de que todas y cada una de mis profesoras eran mi madre disfrazada. Echaba a correr en cuanto sonaba el timbre de salida, e iba todo el camino preguntándome si llegaría con tiempo para pillar a mi madre antes de que volviera a transformarse. Pero siempre, invariablemente, la encontraba ya en la cocina, poniéndome el vaso de leche con galletas. Su proeza, sin embargo, en lugar de empujarme a renunciar al engaño, lo que hacía era intensificar el respeto que me inspiraban sus poderes. Y, también, el hecho de no sorprenderla entre encarnación y encarnación, venía a suponer un alivio, de todas formas, aunque yo nunca cejara en el intento. Me constaba que mi padre y mi hermana no estaban al cabo de la calle en lo tocante a la verdadera naturaleza de mi madre, y que la carga de culpabilidad que, imaginaba yo, me iba a caer sobre los hombros en caso de que alguna vez la pillase descuidada era más de lo que estaba dispuesto a aguantar a mis cinco años."