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lunes, 8 de enero de 2018

TRILOGÍA REFRANES, CANCIONES Y RASTROS DE SANGRE


RESEÑA de Noelia Vallina para LIBROS, 3 de Agosto de 2017.

¿Cómo se puede calificar de novela negra una historia de aventuras buscando templarios? No lo entiendo. Cada uno sabe de suyo, y los experimentos están muy bien pero no me gustan.
En su segunda trilogía, César Pérez Gellida se ha pasado de vueltas, me ha aburrido soberanamente con tanto rollo sobre Dante y sobre logias masónicas. Qué decepción!

Sinopsis (Ed. SUMA)
A continuación la sinopsis que nos proporciona la editorial de cada una de las novelas que integra esta trilogía.
Sarna con gusto, primer libro de la trilogía «Refranes, canciones y rastros de sangre».
Lastrado por los efectos nocivos que le ha dejado la obsesiva persecución de Augusto Ledesma, el pelirrojo inspector de homicidios de Valladolid, Ramiro Sancho, vuelve al Cuerpo con la esperanza de retomar las riendas de su vida anterior. Nada más lejos de la realidad.
Una adolescente ha desaparecido en el marco de las ferias patronales de la ciudad. Se trata de la hija de un importante empresario y las primeras pesquisas apuntan a que podría tratarse de un secuestro.
César Pérez Gellida aborda su novela más negra desde una óptica global con el objeto de ofrecer al lector una visión 360º sobre un delito sumamente cruel como es la privación de libertad. Y lo ejecuta de una forma tan real que compartirá la angustiosa incertidumbre de la familia, tan estremecedora que saboreará el miedo desde la oscuridad de un lugar desconocido, tan veraz que se ajustará el pasamontañas para meterse en la piel del secuestrador y, como no, tan cercana que participará en el proceso de negociación e investigación en primera persona.
Sarna con gusto es la evidencia irrefutable de que existe un género singular en nuestro país que se define como narrativa audiovisual. Vuelve el género Gellida.

Cuchillo de palo, segunda entrega de la trilogía «Refranes, canciones y rastros de sangre».
Tras ser apartado del Cuerpo, Sancho ha resuelto dedicarse al suyo entregándose a los placeres de la carne en el lugar más apartado de sí mismo que ha logrado encontrar. Pero no hay rincón donde esconderse cuando es la desventura quien persigue.
Paralelamente, Erika, Ólafur y su nuevo compañero, el arcángel redimido, Uriel, emprenden la obstinada persecución de los miembros de la infame organización criminal conocida como la Congregación de los Hombres Puros. Su objetivo no es otro que alcanzar la cúspide, pero la escalada les deparará una serie de riesgos que ni siquiera han sido capaces de evaluar.
En esta nueva entrega, Pérez Gellida nos arrastra en un vertiginoso descenso a los infiernos para mostrarnos las grietas y aristas que dibujan la cara oculta del ser humano. Cuchillo de palo se revela como la novela más retorcida y sensorial del género Gellida.

A grandes males, tercera y última entrega de la trilogía «Refranes, canciones y rastros de sangre».
Erika Lopategui y Ólafur Olafsson han llegado a Buenos Aires siguiendo el rastro de la única persona que puede ayudarlos a destapar la organización criminal que se esconde tras la Congregación de los Hombres Puros. Encontrar el Cartapacio de Minos, un misterioso documento que contiene la identidad de los integrantes de la cúpula de esta organización, es su única meta.
Pero no solo ellos lo buscan... Pronto descubrirán que una cara conocida está más cerca de lo que a ellos les gustaría.
A grandes males es un thriller donde la realidad y la ficción se confunden para sumergir al lector en una trama cargada de incógnitas cuyas respuestas se encuentran entre los muros del edificio Barolo, un rascacielos levantado para albergar las cenizas de Dante Alighieri.


Y, un fragmento de la primera novela de la trilogía para los que quieran probar:

Sarna con gusto (fragmento)

EL CALZADO DEL DIABLO NUNCA SUENA

Barrio de Outremeuse
Lieja (Bélgica)
14 de agosto de 2012, 23:34
En plena subida de la interminable escalera adoquinada de la Montagne de Bueren notó una creciente opresión en la caja torácica que le hizo arrepentirse del instante en el que escogió esa estúpida ruta de huida. Pero cuando uno es consciente de que su vida corre serio peligro, no valora ni evalúa; corre.
Todavía podían oírse los estallidos del tradicional tirs de campes y el barrio estaba bautizado por el clásico olor a pólvora quemada que reinaba en el ambiente durante los cuatro días que duraba la festividad de la Virgen Negra. Aarjen de Bruyn se apoyó sobre las rodillas para recuperar el aliento y la necesidad de oxígeno le empujó a abrir la boca todo lo que pudo. Consecuentemente, las partículas de nitrato potásico, carbono y azufre provocaron la irritación de las vías respiratorias y su organismo protestó en una concatenación de toses secas. El eco le advirtió de que estaba solo, porque todo el mundo se concentraba en la isla, deambulando entre los bares y las barracas repartidas por las sinuosas calles de Outremeuse, mojándose el gaznate a base de cerveza y peket. Aun así, quiso cerciorarse y levantó la vista. Ante él, más de trescientos escalones por subir; tras él, un sicario con un encargo divino.
Lo reconoció al instante y no le costó deducir el motivo por el que Jaap Keergaard se encontraba en Lieja.
Una de las siete espadas de la Congregación.
Uno de los siete arcángeles.

jueves, 7 de diciembre de 2017

MEMENTO MORI


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Ramiro Sancho, Inspector de Policía del grupo de homicidios de Valladolid.
Pertenece a la trilogía denominada Versos, canciones y trocitos de carne.

Hay unas cuantas cosas que no soporto en un libro (léase en un escritor), entre ellas:
1- El afán enciclopédico (si usted sabe mucho de algo, me alegro, pero no me lo cuente, que me aburre).
2- La grosería gratuita (si le gusta decir palabrotas, allá usted pero no me las ponga en cada frase, que me repugna).
3- La pretenciosidad (usted será muy listo, pero los demás no somos tontos del todo....)

Podría seguir, pero si a esto sumamos una trama vulgar y "tramposa", versos ramplones, refranes a cada cual más grosero, vulgaridades tipo "tenía expuesta su feminidad" en lugar de estaba con las piernas abiertas y canciones repetidas hasta la saciedad, diré que gracias "una vez y nada más".
Me voy con Harry Hole que será nórdico y borracho, pero no hortera.

Sinopsis (Ed. SUMA)
La primera entrega de la trilogía «Versos, canciones y trocitos de carne», una novela negra narrada con un dinámico y atrevido lenguaje cinematográfico.
Un profundo thriller de acción con banda sonora que te atrapará de principio a fin.
Septiembre de 2010. Aquella mañana de domingo nada le hacía presagiar al inspector de homicidios de Valladolid Ramiro Sancho que acababa de dar comienzo una pesadilla que lo dejaría marcado para el resto de sus días.
La investigación del asesinato de una joven ecuatoriana a la que le han mutilado los párpados y en cuyo cuerpo han encontrado unos versos amenazantes, ocupa las primeras páginas de esta novela negra narrada con un dinámico y atrevido lenguaje cinematográfico. Sin embargo, el autor nos arrastra por un camino inesperado al describir los hechos desde la perspectiva del propio asesino: un sociópata narcisista influenciado por la música más actual y por las grandes obras de la literatura universal.
La evolución frenética de los acontecimientos desemboca en la intervención de uno de los especialistas más reconocidos en el comportamiento de los asesinos en serie. Este complejo triángulo emocional, unido a la intriga que envuelve al siniestro cómplice del asesino, hace que Memento mori se convierta en un profundo thriller de acción con banda sonora que atrapará al lector de principio a fin.

Memento mori (fragmento)

Su frente, cada vez más despejada, hacía que sus pobladas cejas y su barba destacaran aún más entre sus rasgos faciales. Ser pelirrojo y tener los ojos claros no le ayudaba precisamente a pasar desapercibido en España; sus ciento ochenta y siete centímetros de altura, tampoco. De gesto reservado, voz grave y sonrisa tan poco frecuente como natural, era un tipo de campo encerrado en la ciudad. Sancho seguía practicando deporte siempre que podía, aunque últimamente las sesiones se habían visto reducidas a correr por el barrio los fines de semana. Ahora bien, fumar no fumaba. Había jugado al rugby en su juventud, hasta que lo tuvo que dejar a los veinticuatro por una lesión de rodilla y para terminar sus estudios de Derecho en la Universidad de Valladolid. Los domingos solía subir a Pepe Rojo para ver jugar a su equipo, pero las circunstancias de ese día le habían llevado, todavía escaso de fuerzas, hasta la puerta del viejo y deteriorado edificio del Instituto Anatómico Forense.
Esa no era, ni mucho menos, la primera vez que tenía que pasar por el trago de ver un cuerpo sin vida. De hecho, había visto unos cuantos durante su etapa en San Sebastián, pero los escasos datos que le había proporcionado Matesanz sobre los hechos retumbaban en su cabeza como un estribillo de Georgie Dann.