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lunes, 18 de diciembre de 2017

HABITACIONES SEPARADAS


Para el último domingo de Julio, poesía.
Uno de los libros más maravillosos de Luis García Montero, pleno de sentimientos y amor a las palabras.
Leedlo, releerlo y no lo olvidareis nunca!!!

Sinopsis (Ed. Visor Libros)
En 2014 se cumplen veinte años de la publicación de Habitaciones separadas (1994), un libro decisivo en la obra de Luis García Montero y en la historia de la poesía española contemporánea. La colección Visor quiere celebrarlo con esta edición especial en la que cada poema va acompañado por las palabras, las interpretaciones y los recuerdos de algunos lectores de lujo, protagonistas de la poesía española e hispanoamericana.

Luis García Montero (Granada, 1958) recibió por este libro el Premio Loewe y el Premio Nacional de Poesía. La editorial Visor ha publicado, entre otros libros suyos, Vista cansada (2008) y Un invierno propio (2011).
«La complejidad de Habitaciones separadas, su apuesta, reside en el empeño difícil de mantener un diálogo con el público sin rebajar la calidad cultural, y de mantener el deseo de calidad sin despreciar al público. García Montero ha repetido muchas veces que no escribe para poetas, para especialistas, sino para lectores. Son los lectores quienes mantienen vivo Habitaciones separadas en el catálogo de Visor después de veinte años. Y es una buena noticia, una coincidencia esperanzadora, que sigan buscando un título celebrado también por la crítica, por los especialistas en poesía, por los estudiosos».
Y así habla un gran escritor, de este libro de poesía:
"Tono sostenido, poderosa nostalgia, emoción delicada que no alza la voz, poesía escueta, ceñida, Habitaciones separadas es la obra de un poeta joven, pero ya importante. La poesía de Luis García Montero indica una de las tendencias más valiosas de la lírica española contemporánea, esa línea que se ha llamado poesía de la experiencia. Podríamos llamarla también poesía de la vida, poesía que trata de explorar la realidad de todos los días, que colinda por una parte con lo maravilloso y por otra con lo cotidiano." Octavio Paz

Habitaciones separadas (fragmento)

LAS RAZONES DEL VIAJEROEstá solo.
Para seguir camino se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.
Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas
ni banderas.
Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.
Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar
en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.
Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.
De todo se hace cargo,
de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.
No quiere renunciar.
Para seguir
camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de
una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la
noche.
Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.
Tiempo de habitaciones separadas.

lunes, 6 de noviembre de 2017

ALGUIEN DICE TU NOMBRE


A Luis García Montero puedo perdonarle, casi, cualquier cosa si tengo en cuenta la maravilla de su poesía que leo y releo desde hace años, por eso me resulta más fácil decirle "zapatero a tus zapatos" a esos "zapatos" poéticos que bordas como nadie; deja la prosa a tu cónyuge que, también es una artista en su campo.....
Todo esto, a cuento, del proyecto fallido de contar una historia de secretos, de amores clandestinos, de iniciación y tránsito, una historia de los años 60.....suena bien eh¡¡¡ pues.....le falta algo¡

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
"Todo cambia, pero nos quedan los recuerdos. Se levantarán edificios, se asfaltarán los arrabales, se urbanizarán los descampados, pero tú recordarás siempre la geografía de este verano. La realidad es una alegoría para la memoria. Todo lo que nos afecta permanece en nosotros, aunque se pierda en el tiempo. "En el verano de 1963 España se muestra triste, espesa y encogida. El tiempo parece haberse detenido en el calendario y a todos les duelen los pies al caminar por la vida, como si les hicieran daño los zapatos. Pero en cualquier momento la suerte puede cambiar: por las grietas del presente gotea un poco de esperanza. Este verano seco, caluroso y desatinado es el del despertar de León Egea. Alejado del ambiente claustrofóbico de su pueblo y herido por la literatura, comienza a trabajar en la editorial Universo y vive su primer amor. En los momentos difíciles es importante apostar por el futuro en cómodos o incómodos plazos. Porque el futuro no será de los indiferentes. Pero hay que poner nombre a las cosas. Es lo que las hace reales, lo que les da consistencia. La ciudad detenida en el tiempo es Granada, Consuelo es la mujer bella e inevitable de la que se enamora León y el porvenir no lleva otro nombre que el del compromiso. Sí, todo empieza con el nombre.

Alguien dice tu nombre (fragmento)
"No sé lo que he querido decir con esa frase, pero Vicente aprovecha para cerrar el trato y bautiza al lotero como Juan el Justo, un mote digno de reyes o de papas. Luego me pide que me adelante a la parada del autobús para sacar los billetes. Salgo a la calle y respiro. Ha sobrado con esta mala experiencia para darme cuenta de que no sirvo como vendedor. Ni de enciclopedias ni de nada. Siempre me ha dado vergüenza hablar de dinero, incluso cuando no engaño a la gente. Si me dan mal las vueltas en una tienda, prefiero callarme antes que soportar la violencia de una discusión. Pero es que, además, me falta paciencia, no sé humillarme, no resisto las bromas de un cretino como Juan Jilguero, Juan Jabalí o Juan el Justo. Vicente tan feliz, una venta más. Yo hasta las narices de la enciclopedia con toda su fauna, su flora, sus personajes históricos, sus letras y sus batallas. El Jilguero tiene razón, somos unos gilipollas. En dos días me han llamado con gracia maricón y gilipollas.
Ahí está el mar, y yo quiero ser escritor. Su azul es el recurso inmediato que tiene el mundo para reconciliarnos con la vida. Es posible que todo el enredo de Juan Benavides haya sido una broma de Vicente, una especie de novatada como las que organizan los estudiantes veteranos en los colegios mayores. Igual se ha aprovechado de un amigo y me ha tendido una trampa para reírse de mí. Quizá por eso no atendió la advertencia del teniente de la Guardia Civil. Quién sabe. Hasta la gente más neutra tiene retranca.
El mar es el remedio. Cuando pase el tiempo se me olvidará el enfado, se me olvidará la enciclopedia, se me olvidará Vicente. Recordaré este día como la ocasión en la que vi por primera vez el mar. Mi padre nunca lo ha visto.
Le tocó el servicio militar en Zamora. Mi madre tampoco. Yo saco los billetes para el autobús de las seis y media, me desentiendo de todo y camino hacia la playa.
Hay niños jugando, criadas vestidas bajo las sombrillas y mujeres doradas en bañador. Me fijo en una pelirroja que incendia la arena, la tranquilidad del cielo y el azul del Mediterráneo cuando se levanta de su toalla y se dirige a la orilla. He tenido suerte con el azul de esta costa. Sé que el agua del Atlántico es más gris, más turbia, sin la claridad transparente y casi caribeña que reúne aquí el mar. He tenido suerte con la pelirroja. No necesita otra cosa que vivir, ser y estar en ella misma, igual que el mar, con la conciencia de que cada ola, cada reflejo, cada espuma pertenece a la misma plenitud. Dice mi profesor de Literatura que el peligro más grave de un poeta es la cursilería. Detrás de un cursi hay siempre un impostor. Siento vergüenza de ver a la pelirroja, que ahora se tira de cabeza al agua, y de pensar así en el mar: cada espuma pertenece a la misma plenitud. Ayer estuve muy cerca de una mujer desnuda. Ni siquiera tenía un bañador. Esperaba detrás de una puerta abierta, duchándose con lentitud, secándose con lentitud, llamándome con lentitud, desapareciendo con lentitud, cubierta de mala manera por una toalla. Y no fui capaz de ir hacia ella. Es más fácil ser pez que ser hombre. Nadas por la profundidad, ves a la pelirroja, te acercas en secreto, la rodeas, la observas bien y si eres tiburón te la comes, sin miedo a meter la pata, a hacer el ridículo o a que nadie te pida responsabilidades. "