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lunes, 27 de noviembre de 2017

MERCADO DE INVIERNO


Reseñado por Ricardo Cortat el 25 de Febrero de 2015.
Diría que por aquí ya hemos comentado alguna vez que la serie de Gunther empieza a agotarse. Y parece ser que Kerr también lo piensa pues se saca de la manga un nuevo 'detective'. ¿El problema? ¿Cuántos muertos puede tener por temporada un equipo de fútbol?
Una novela para nada, pero para nada femenina porque prima más el fútbol que la novela negra en sí. Realmente sólo conozco a una mujer a la que le pueda interesar. Y precisamente es por el fútbol.
Bien como anecdotario, filosofía futbolística o si odias a un tal Mourinho. Necesita mejorar mucho o cambiar de orientación para consolidarse.


Sinopsis (Ed. RBA)
«En el fútbol no se puede jugar bajo los focos sin que haya sombras». Scott Manson es el segundo entrenador del London City, un equipo de la liga inglesa. Carismático y amado por sus jugadores tanto como por la prensa y la directiva, conoce todos los entresijos del juego, dentro y fuera del campo. Como si no bastara con la alta competición, el director técnico del equipo aparece asesinado en el estadio del London City. Un crimen que parece conectado con mareantes cifras de dinero, la exigencia deportiva y las miserias humanas. Scott Manson deberá encargarse de descubrir al asesino.
Magnates del Este, entrenadores fanáticos y futbolistas de primera juegan un fascinante partido a vida o muerte.
Mercado de invierno es el título inaugural de un nuevo ciclo dedicado a destapar el lado oscuro de la liga inglesa de fútbol a través de la figura de Scott Manson, entrenador del equipo del London City que se ve accidentalmente envuelto en la resolución de casos criminales. Antes del verano de 2015 aparecerá en el mercado anglosajón la segunda entrega, Hand of God, que arranca con la sospechosa muerte de un jugador del London City sobre el terreno de juego, en el transcurso un enfrentamiento contra un rival ateniense en una eliminatoria de la UEFA Champions League. Philip Kerr trabaja en estos momentos en una tercera novela de la serie, cuyo título provisional es False Nine (Falso nueve).

Mercado de invierno (fragmento)

1 enero de 2014Detesto la Navidad. Tengo casi cuarenta años y creo que la he odiado más de media vida. Antes jugaba al fútbol profesional y ahora entreno a otros para que hagan lo mismo, así que la Navidad es una época del año que asocio con un calendario de partidos tan abarrotado como la juguetería Hamleys. Esto conlleva entrenos a primera hora de la mañana en campos congelados, tendones maltrechos que no tienen tiempo para recuperarse adecuadamente, aficionados borrachos que esperan de su equipo mucho más de lo que se antojaría razonable —por no hablar de las elevadas expectativas que abriga un implacable propietario o presidente de club— y presuntos encuentros fáciles contra equipuchos de la parte baja de la tabla que pueden acabar dándote un susto.
Este año no es distinto. Nos enfrentamos al Chelsea el 26, lo cual significa que el día de Navidad a primera hora, cuando el noventa y nueve por ciento del país esté abriendo regalos, yendo a la iglesia, viendo la tele delante de una agradable hoguera o simplemente emborrachándose, nosotros estaremos en la ciudad deportiva de Hangman’s Wood, en Thurrock. Dos días después, el 28, tenemos otra salida a Newcastle, antes de un partido en casa contra el Tottenham Hotspur en Año Nuevo. Tres encuentros en siete días. Eso no es deporte, eso es un puto Ironman. Cuando la gente del mundo del fútbol profesional habla de lo bonito que es este deporte, normalmente no contempla las vacaciones navideñas.


viernes, 24 de noviembre de 2017

UN HOMBRE SIN ALIENTO


Novena entrega de la serie de novelas protagonizadas por Bernie Gunther Policía Reichskriminal (Kripo) de Berlín en 1922 y alcanzó el grado de Kriminalinspector. Abandonó la policía en 1933, incapaz de tolerar las purgas de Goering. Fue detective en el hotel Adlon en 1934.

RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 14 de Diciembre de 2014.
Lo bueno de plantear un personaje a tres novelas es que si te sale 'bueno' y lo alargas a seis, el personaje evoluciona en el tiempo y en la historia. ¿Lo malo? Que después de evolucionar, tengas que viajar en el tiempo porque tu personaje triunfa en 1941 pero ya no tiene nada que contar en 1960. Y así, lo que era una trilogía se convierte en... el libro noveno de la serie.
Evidentemente no vale hacer que se caiga por las Cataratas de Reichenbach porque todo el mundo sabe que igual de viejo no muere pero ahogado tampoco.

Sinopsis (Ed. RBA)
Berlín, marzo de 1943. Las temperaturas son gélidas y la moral está por los suelos tras la derrota en Stalingrado. En la capital del Reich hay escasez y las noticias que llegan del norte de África tampoco son buenas. Bernie Gunther ha dejado la brigada criminal y trabaja para la oficina de crímenes de guerra.Llegan informes que hablan de una gigantesca fosa común en un bosque cercano a Smolensko, una zona rusa ocupada por las tropas alemanas. Pero la localización exacta es incierta, hasta que empiezan a aparecer restos humanos en el bosque de Katyn. Los rumores dicen que los cadáveres son de oficiales polacos asesinados por el ejército soviético. Y si es cierto, ese crimen de guerra puede convertirse en una propaganda perfecta para la causa nazi.

Y después de esto... Una novela negra en la línea de las 8 anteriores: buena documentación histórica, la dosis justa de realidad para que no estropee la ficción, un personaje en excusa constante de 'sabíamos que los nazis eran malos pero teníamos tanto miedo a los que nos pudieran hacer que les dejamos hacer lo que les dio la gana' y la sensación constante de que Bernie Gunther cada vez es más cascarrabias y más insoportable. El cinismo que desprende no lo va a matar pero por ganas no ha sido.
Imprescindible para 'fieles', ni acercarse los que lo vayan a tomar como una 'novela suelta'.

Un hombre sin aliento (fragmento)

1
Lunes, 1 de marzo de 1943
Franz Meyer se levantó en la cabecera de la mesa, bajó la mirada, tocó el mantel y esperó a que guardáramos silencio. Con el pelo rubio, los ojos azules y unas facciones neoclásicas que parecían haber sido esculpidas por Arno Breker, el escultor oficial del Reich, no se aproximaba para nada a la idea que tuviera nadie de un judío. La mitad de los integrantes de las SS y el SD parecían más semíticos. Meyer respiró hondo con gesto casi eufórico, nos ofreció una amplia sonrisa que era mitad alivio y mitad alegría de vivir, y levantó la copa hacia cada una de las cuatro mujeres sentadas a la mesa. Ninguna era judía. Sin embargo, de acuerdo con los estereotipos raciales que tanto gustaban al Ministerio de Propaganda, podrían haberlo sido: todas eran alemanas de nariz grande, ojos oscuros y cabello más oscuro aún. Por un momento dio la impresión de que Meyer se había atragantado por la emoción, y, cuando por fin fue capaz de hablar, tenía lágrimas en los ojos.