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jueves, 21 de septiembre de 2017

LAS INVIERNAS


Me atrajo la portada, porque en mi niñez, todavía, se veían mujeres por la calle con un atado de trapos en la cabeza, llevando sobre ella pesos inmensos que no restaban un ápice de elegancia a su caminar erguido y orgulloso. Luego al leer la sinopsis, me chirrió un poquito lo de Tierra de Chá, me recordó demasiado al Carballino, Sangenjo, etc....esas traducciones franquistas de nuestra toponimia, pero....., me pudo la curiosidad y, la verdad, ha valido la pena.
Es, quizás, un libro para galleg@s o para los que quieran conocer esa Galicia profunda, mágica, fratricida, pobre, inculta, culta, aislada y miedosa que una vez tuvimos y, todavía, tenemos en muchos casos.
Me ha gustado leer la historia de Saladina y Dolores, "las inviernas" y quitando lo de Tierra de Chá, en Galicia existe A Terra Chá y es un nombre magnífico, me he sumergido en la historia, tan irreal-tan real¡¡¡.
Querida amiga, Calipso Breogán, creo que es un libro para ti.
La recomiendo, sin duda!!

Sinopsis (Ed. Anagrama)
Galicia, años cincuenta. Dos hermanas regresan a Tierra de Chá después de una larga ausencia, muy unidas por un hecho oscuro cometido en el pasado, y también por su pasión por el cine y la vida de los artistas de Hollywood. Vuelven a la que fue la casa de su abuelo, de la que tuvieron que huir cuando eran niñas, y donde hombres y animales conviven bajo el mismo techo. En Tierra de Chá, nada y todo ha cambiado, las gentes, la pequeña casa lejana bajo la lluvia, el olor acre del tojo, las flores, las cosechas, las costumbres... Pero las fronteras entre la verdad y la mentira, los recuerdos y la realidad son difusas. Por algún motivo, el regreso de las hermanas trastoca la plácida existencia de los habitantes de la aldea. ¿Por qué nadie quiere hablar de don Reinaldo, el abuelo? ¿Qué ocurrió durante la guerra que ahora les ocultan? ¿Por qué las llaman así, «las Inviernas»? Las subidas al monte con la vaca; la costura; las discusiones; la novela de la radio que las hace llorar: a pesar de todo, la rutina acaba imponiéndose poco a poco. Pero cuando, a la caída de una tarde de verano, una de las Inviernas escucha en la radio la noticia de que la famosa actriz americana Ava Gardner, «el animal más bello del mundo», tiene previsto viajar a España, Tossa de Mar, para rodar una película en la que buscan dobles, las hermanas no tienen ninguna duda de que al fin ha llegado la oportunidad de convertirse en las actrices que han estado esperando toda su vida...
En paralelo, una serie de acontecimientos están teniendo lugar en la aldea: una vieja centenaria revela que don Reinaldo le pagó dinero para quedarse con su cerebro cuando muriera, con el fin de investigarlo. A partir de que este macabro hecho se hace público, todos los habitantes empiezan a inquietarse. Poco a poco, mientras pasado y presente se funden y entrecruzan, vamos descubriendo quién fue don Reinaldo, qué hizo y por qué tuvieron que huir sus nietas. También descubrimos qué hecho misterioso hizo regresar a las Inviernas a tan recóndito lugar.
¿Conseguirán las hermanas hacer realidad su sueño de convertirse en actrices o quedarán atrapadas en la ciénaga del remordimiento?

Las Inviernas (fragmento)

1"Pasaron una mañana como el susurro de un avispón, más rápidas que un instante.
Ellas.
Las Inviernas.
Los hombres doblados sobre la tierra se enderezaron para observar. Las mujeres detuvieron las escobas. Los niños dejaron de jugar: dos mujeres con grandes huesos cansados, como irritados de la vida, atravesaban la plaza del pueblo.
Dos mujeres seguidas de cuatro ovejas y una vaca de andar balanceado que tiraba de un carromato cargado de bártulos.
Al final de un carreiro que zigzagueaba entre nabizales, seguía estando la vieja casa del abuelo – también su casa–, ahora cubierta por las ramas de una higuera.
Murciélagos y búhos se estrellaban haciendo círculos. La hiedra había invadido la casa, y la chimenea, abultada por el follaje, adquiría las proporciones y la apariencia de una torre ruinosa. La casa tenía una huerta con un limonero y matorrales que albergaban mariposas y crujidos; al fondo corría un río con truchas finas y sabrosas.
Más allá del río nacía la fraga con frondosos árboles.
Una vegetación apretada y tupida que se entretejía desde el suelo hasta las copas de los árboles, ceñida por huertos y minúsculos prados de labor.
Llovía, y se metieron dentro.
Ellas y las bestias. Barrieron el suelo. Arrancaron las telarañas. Colocaron los bártulos que traían. Hicieron una sopa. Menguó la luz y aumentó el frío.
Un olor doméstico y familiar las envolvió; les recordó la dulzura de ciertos días de verano, las comidas en la huerta y la infancia perdida. Pero el olor también les habló de la guerra, de la humedad y de la risa. Ratones. Rabia.
Una se sentó junto a la otra y le dijo:
–Estaremos bien.
La otra contestó:
–Sí.
Y pasaron el rato sorbiendo la sopa, enfrascadas en aquella conversación.
–Estaremos bien.
No era temor. Acaso una sospecha, una rara intuición.
–Estaremos."