sábado, 7 de julio de 2018

EL ÚLTIMO ACTO


Décima entrega de la serie de novelas protagonizadas por Anders Knutas que trabaja en la Policía Judicial de Visby en la isla de Gotland (Suecia).

Lo que tienen los libros de Jungstedt es que son un entretenimiento fácil y rápido. El inspector Knutas en crisis, Karin enamorada y esa pareja conflictiva formada por Emma y Johan, como siempre, raritos.
Una historia de celos y amor, de intriga y muerte, con la que me lo he pasado muy bien.



Sinopsis (Ed. Maeva)
Anders Knutas, Karin Jacobson y Johan Berg tendrán que indagar en la cara más oculta de la víctima para desenmascarar a su asesino.


Cuando el cuerpo sin vida de Erika Malm, la polémica editora de uno de los principales periódicos de Suecia, es hallado en una habitación de hotel en Visby, despierta gran interés mediático. El asesinato se ha cometido durante una campaña electoral en la ciudad de Almedal. La investigación es compleja y las pistas apuntan en diferentes direcciones: hacia una carta amenazante de un grupo neonazi, hacia una misteriosa visita a un teatro y hacia las huellas de un amante secreto. El inspector Anders Knutas y su colega Karin Jacobsson aceptan el caso. Pero no solo la investigación les causa dolores de cabeza, ¿cómo manejarán Knutas y Karin los sentimientos que han surgido entre ellos? ¿Se dejarán llevar o seguirán manteniendo una relación meramente profesional? Por su parte, el periodista Johan Berg está trabajando en paralelo con la Policía al mismo tiempo que intenta recuperar su vida después de la tragedia que golpeó a su familia. Mientras le siguen la pista, el asesino se mueve rápido y está decidido a dirigir su último acto.

El último acto (fragmento)

La oscuridad había descendido sobre las ruinas del monasterio medieval, en el campo de Gotland. Era una noche calurosa y tranquila de final de verano. A lo lejos se oía el graznido de los cuervos. El público, impaciente, aguardaba en silencio absoluto. Un resplandor de color azul iluminó los arcos enormes de piedra caliza. Las sombras danzaban en dirección a los muros. Macbeth, la tragedia de Shakespeare, llegaba a su fin. Poco a poco desaparecían del suelo del escenario las hileras de humo blanco que flotaban entre los setos y los olmos robustos. 
De pronto surgió una figura esbelta de la cortina de humo. Ella estaba en medio de la tercera fila, él se colocó justo enfrente. Su presencia la dejó sin aliento. Allí estaba, solo, con su abrigo de cuero negro y vestimenta propia de la Edad Media aunque, al mismo tiempo, con un toque futurista un tanto peculiar. Tenía la espalda firme y recta. Llevaba los ojos pintados de negro y las manos manchadas de sangre. Las alzó hacia el cielo y miró a lo lejos. Los labios se movían, pero, a pesar de oír la voz cálida y profunda, ella no entendía ni una palabra. Los versos de Shakespeare le pasaron inadvertidos. La gente de alrededor desapareció, adentrándose en la oscuridad. Su marido, que estaba a tan solo unos centímetros de ella, en el asiento de al lado, se alejó y se fundió con los muros macizos. A ella le resultaba tan inerte e insignificante como aquella rígida piedra caliza.
En las tres horas que duró la función no la miró ni una sola vez. Sin embargo, su embrujo misterioso llegó a colarse en los ojos de ella y fue deslizándose por la sangre que le fluía por las venas. Lo último que recordaba de él la hizo temblar. Aquellos ojos se clavaron con una mirada profunda justo antes de que se atreviera a penetrarla con fuerza. Notó el calor de los labios y su lengua en la boca. Al sentarse entre la multitud pudo sentir cómo él se retorcía dentro de ella. A partir de entonces supo que siempre añoraría aquello.


martes, 3 de julio de 2018

UNA SEMANA EN LA NIEVE

"...y era tan dulce y tan triste esa sensación, que le hubiera gustado que durase siempre y echarse a llorar."
No hay duda de que Carrère es un maestro y esa maestría la demuestra en cada novela, cada ensayo, cada escrito...
Esta es una novela corta, pero su extensión no va pareja con su profundidad, relata tanto en tan pocas páginas que es imposible expresarlo en una reseña por muy larga que esta fuese y, además, no querría contarlo, porque está novela, hay que leerla.
Los sentimientos de un niño son difíciles de tratar y expresar, lo fácil es caer en la sensibleria, los lugares comunes y la simplificación, pero no es el caso; con su prosa que alguien ha definido como glacial, Carrère disecciona una familia, un colegio, unas vacaciones, un crimen y nos deja a las puertas del futuro....
Me ha encantado!!

Sinopsis (Ed. Anagrama)
Nicolas, de ocho años, va a pasar una semana en la nieve. Va a disfrutar, junto con sus compañeros del colegio, de una semana de diversión en una estación de esquí. Es lo que en las escuelas francesas se conoce como semana blanca, que permite que los niños se oxigenen con unas breves vacaciones y rompan por unos días la rutina de las clases. En ese paisaje nevado y gélido, Nicolas conoce a su monitor de esquí y hace un nuevo amigo, el temible Hodkann, el terror de los dormitorios. Pero esos días de diversión tendrán para él mucho de viaje iniciático: el lector no tarda en ir percibiendo que sobre esa semana en la nieve planea una amenaza, un desasosiego difuso, una incertidumbre perturbadora, que se materializará de un modo terrible cuando llega la noticia de que en un pueblo vecino ha sido asesinado un niño... Mezclando la crónica de sucesos, el relato fantástico y el inquietante universo de los cuentos de Perrault o los Grimm, Emmanuel Carrère aborda con sutileza y auténtica maestría literaria los temores infantiles, las inseguridades de una etapa en la vida de una persona en la que los miedos pueden convertirse en pesadillas.

Una semana en la nieve (fragmento)

"Nicolás no supo qué contestar. Jamás se lo había planteado. En su casa nunca se escuchaba música, no había ni tocadiscos, y todos en el colegio consideraban un latazo la clase de música. El señor Ribotton, que era el profesor, les hacía dictados musicales, o sea, tocaba al piano notas que había que escribir en los pentagramas de un cuaderno especial. Nicolás no acertaba nunca. Prefería los resúmenes que dictaba el señor Ribotton sobre la vida de los grandes músicos: por lo menos eran palabras, letras que él sabía escribir. El señor Ribotton era muy bajito y cabezón, y aunque todos temían sus violentos ataques de ira que, según las crónicas del colegio, lo habían movido a tirarle un taburete en la cara a un alumno, se les antojaba un poco ridículo. Era notorio que los demás profesores no le tenían gran consideración, que nadie se la tenía. Su hijo, Maxime Ribotton, pequeño y mal proporcionado como él, estaba en la misma clase que Nicolás. Éste no sentía simpatía por Maxime, un mal alumno, hipócrita, sudoroso, que soñaba con ser de mayor inspector de policía, pero no podía pensar en él sin sentir una compasión casi dolorosa. Un día, un chico sentado en primera fila estiró las piernas en la tarima y, sin darse cuenta, ensució con las suelas de los zapatos los bajos del pantalón del señor Ribotton, que reaccionó con un furibundo ataque de ira. Aquella ira no inspiraba ni miedo ni respeto, más bien una compasión desdeñosa. Con rabia amarga, quejumbrosa, el señor Ribotton dijo que estaba harto de ir al colegio para que le pringaran los pantalones —unos pantalones que se había comprado con muchos apuros—, que todo estaba caro y que ganaba un sueldo de miseria, que si los padres del alumno que acababa de mancharle los pantalones tenían medios para pagar la tintorería, mejor para ellos, pero que él no los tenía. Le vibraba la voz al decir eso, parecía a punto de echarse a llorar, y a Nicolás le entraron ganas de llorar también, por Maxime Ribotton, hacia quien no se atrevía a mirar y que tenía que soportar el espectáculo de su padre humillándose ante sus compañeros, ese padre que exhalaba con tan espantoso impudor su rencor por haber sido hasta ese punto escarnecido por la vida. Luego, en el patio, se había quedado atónito oyendo a Maxime Ribotton evocar el incidente con tono displicentemente irónico, asegurando que no había que preocuparse cuando su padre montaba en cólera, pues se calmaba rápido. Nicolás imaginó entonces que, tras aquella escena, Maxime Ribotton abandonaría la clase sin decir palabra y no volvería por la escuela. Más adelante, se enterarían de que había caído enfermo. Algunos niños de buen corazón irían a visitarle. Nicolás se veía formando parte de ese grupo, eligiendo entre sus propios juguetes un regalo que pudiera hacerle a Maxime sin lastimar sus sentimientos. Imaginaba su mirada agradecida, su rostro y su cuerpo enflaquecidos, devorados por la fiebre; pero los regalos y las palabras amistosas de nada servirían, un día se enterarían de la muerte de Maxime Ribotton, el grupo de niños de buen corazón acudiría al entierro, y en lo sucesivo se prometerían ser amables y mostrarse compasivos con el profesor Ribotton, transido de dolor. No armarían barullo en sus clases, no saludarían con necias rimas los nombres de los grandes músicos que él pronunciaba con respeto, por ejemplo Chopin-calcetín, o Mendelssohn-cabezón.
[...]
Patrick hizo una mueca que expresaba a un tiempo respeto e ironía, y dijo que no tenía ese tipo de música, sino más bien canciones. Pidió a Nicolás que eligiera una casete: sólo tenía que coger el maletín que estaba en el asiento trasero y leerle los títulos de las carátulas. Nicolás obedeció. Leía con esfuerzo las palabras en inglés, pero Patrick completaba las primeras sílabas que Nicolás balbuceaba y, a la tercera casete, dijo que ésa estaba bien. Introdujo la cinta y estalló la música, a mitad de una canción. La voz era ronca, burlona, las guitarras percutían como latigazos. Producía una impresión de brutalidad, pero también de agilidad, como los saltos de una fiera. Sus padres, en cuanto oían ese tipo de música en la televisión, bajaban el volumen disgustados. De haberle preguntado alguien su opinión, Nicolás, en circunstancias normales, habría dicho que no le gustaba, pero aquel día se sintió transportado. Patrick, a su lado, tamborileaba sobre el volante para marcar el ritmo, se movía siguiendo el compás, de vez en cuando tarareaba una frase con el cantante. Lanzó al mismo tiempo que éste un pequeño gemido estridente. El coche circulaba en perfecta sincronía con la música, aceleraba cuando ésta aceleraba, cuando aminoraba tomaba amplias curvas, todo vibraba al unísono: los neumáticos que mordían la calzada, las curvas de la carretera, los cambios de marcha y sobre todo el cuerpo de Patrick que, a la par que conducía, ondulaba ágilmente, dibujando una sonrisa, con los ojos entornados por los rayos de sol que iluminaban el parabrisas. Nunca había oído Nicolás nada tan bonito como esa canción, todo su cuerpo participaba en ella; le hubiera gustado que su vida entera fuese así, viajar siempre en el asiento delantero de los coches escuchando ese tipo de música, y más adelante parecerse a Patrick: ser tan buen conductor como él, tan desenvuelto, tan soberanamente libre en sus movimientos. "

lunes, 2 de julio de 2018

LAS PUERTAS DEL INFIERNO

Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por Mollel, de origen masai, es policía en Nairobi (Kenia).
«Un adictivo policiaco ambientado en Kenia, un lugar donde incluso la política local puede resultar mortífera». IAN RANKIN
Es inmejorable la definición de Ian Rankin acerca de las novelas protagonizadas por el Sargento Mollel, un masai que no bebe, no fuma y no conduce, incorruptible e imprevisible. 
Me gustó, moderadamente, la primera novela de la serie (La hora del dios rojo) que leí hace tiempo, quizás demasiado, ahora me he reencontrado con Mollel y sus tradiciones, sus recuerdos, sus obsesiones...., y esto es lo más interesante de la novela. 
La trama, como en la anterior, un poco embrollada y en el fondo, bastante simplona.
Interesante.

Sinopsis (Ed. Siruela)
El detective Mollel, destinado a un pequeño pueblo perdido en un extremo del Parque Nacional de Hell’s Gate como «recompensa» por denunciar la degradación de las altas esferas del Gobierno de Nairobi, está convencido de que su carrera ha terminado para siempre. Además, ¿es su herencia de guerrero masái un lastre para poder desempeñar su labor conforme a las normas del sistema?, ¿y si a pesar de estar del lado correcto de la ley resulta casi imposible discernir dónde reside la justicia? Pero cuando una trabajadora de unos grandes invernaderos de rosas destinadas a la exportación aparece ahogada, Mollel empieza a darse cuenta de que los tentáculos de la corrupción han alcanzado también, ese remoto lugar del país: enemistades tribales, caza furtiva, poblaciones desplazadas, escuadrones de la muerte que superan en número y en armamento a las autoridades encargadas de detenerlos...
A la vez que nos transporta a uno de los escenarios más complejos y fascinantes del continente africano, Crompton radiografía honesta y convincentemente la Kenia actual, una nación que se debate entre el poderoso apego a las tradiciones y el avance irrefrenable de la globalización, logrando así integrar toda la riqueza de una cultura ancestral en una absorbente y contemporánea trama de novela negra.

Las puertas del infierno (fragmento)

HAN TOMADO EL CIELO Y LO HAN RODEADO
"Él es esto: un par de chanclas, un par de pantalones cortos holgados, una camisa a juego, a rayas blancas y negras. Lleva entre los brazos un colchón de espuma mugriento —medio colchón, cortado por el lado más largo, no más ancho que sus omóplatos—. Hay una manta de lana áspera doblada encima. En el bolsillo de su camisa descansa una pequeña tarjeta amarilla que contiene, escritos a mano, su nombre, su número, su delito. 
Él es esto, y nada más. Solo uno de los casi cuatro mil reclusos del lugar. Se parece a ellos. Incluso camina como ellos —arrastrando los pies de forma somera, derrotada, gracias a las chanclas demasiado grandes—. 
Se parece a ellos, pero no es uno de ellos. Ellos lo saben también: el primer grupo con el que se cruza se le queda mirando fijamente con siete pares de ojos hoscos, hostiles.
 —¡Policía! —sisea uno de ellos. 
Ha entrado en la cárcel muchas veces. Ha olido muchas veces ese aroma de humanidad viciada, confinada; ha sentido el aire, denso por el calor de cientos de cuerpos, quemándole al fondo de la garganta. Cada vez, el pánico amenaza con alzarse en su interior. 
Cada vez, se sacude para reprimirlo. Se recuerda a sí mismo que, a diferencia de los demás, él consigue salir. 
Pero no esta vez. 
El guardia que tiene detrás se ríe entre dientes. 
—No vas a encontrar muchos amigos aquí, masái. Será mejor que aprendas a dormir con los ojos abiertos."

EL HOMBRE QUE PERSEGUÍA SU SOMBRA

Esta novela la leí el pasado año, e imaginad que impacto me ha causado que olvidé compartir mi opinión con vosotros.....!
Sigue la recaudación a costa de la idea y los personajes creados por Larsson, y no es que la idea fuese única, ni los personajes inolvidables pero como dice el refrán , "entre el original y la copia, me quedo con el original"....
Y, dicho esto, casi nada que añadir, muchas páginas, Salander en la cárcel defendiendo a los débiles, las fuerzas del mal conspirando para ocultar sus tropelías pasadas y presentes, el ex-tutor de Salander tratando de protegerla, Blomqvist ligando con toda la que se le pone a tiro...., y para dar un toque de actualidad un esbozo de intolerancia religiosa con maltrato a las mujeres.
Nada nuevo bajo el sol nórdico, aunque, entretenida si que es.

Sinopsis (Ed. Destino)
Lisbeth Salander está cumpliendo condena en la cárcel de Flodberga, en la que intenta a toda costa evitar cualquier tipo de conflicto con el resto de las presas. Pero en el momento en el que Lisbeth se convierte en la protectora de la joven de Bangladesh que ocupa la celda vecina, la peligrosa líder de las internas la coloca en su punto de mira.
Holger Palmgren visita a Lisbeth y le explica que ha recibido una serie de documentos que contienen información relativa a los abusos que sufrió ella en su infancia. Salander acude a Mikael Blomkvist y ambos emprenden una investigación que puede sacar a la luz uno de los experimentos más atroces auspiciado por el Gobierno sueco en los años ochenta. Los indicios los llevan hasta Leo Manheimer, socio en la financiera Alfred Ögren, con quien Lisbeth comparte mucho más de lo que creen.
En El hombre que perseguía su sombra, la quinta entrega de la serie Millennium, David Lagercrantz entreteje una electrizante historia sobre el abuso de poder y las sombras que, desde niña, acechan a Lisbeth.
Primero descubre la verdad. Después, véngate.

El hombre que perseguía su sombra (fragmento)

Prólogo
Holger Palmgren se encontraba en la sala de visitas, sentado en su silla de ruedas, y dijo:
 —Siempre he querido preguntarte por qué es tan importante para ti el tatuaje del dragón. 
—Tiene que ver con mi madre. 
—¿Con Agneta? 
—Yo era pequeña, debía de tener unos seis años. Me escapé de casa. 
—Ah, sí, creo que ya me acuerdo. Había una mujer que solía visitaros, ¿verdad? Y que tenía una especie de marca. 
—Sí, era como si su cuello hubiese ardido. 
—¿Cómo si el fuego de un dragón se lo hubiese quemado?

AÑOS DE SEQUÍA

"No se puede decir que la muerte fuera una novedad en esa granja, y las moscardas no sabían distinguir. Para ellas, ape­nas había diferencias entre los restos de un animal y un cadá­ver humano. Ese verano, la sequía había tratado a las moscas a cuerpo de rey."

Así comienza está novela, considerada una de las mejores negras del pasado año, y así sigue durante sus más de 300 páginas en las que nos narra un regreso a casa, al pueblo de la infancia, seco, inhóspito, lleno de rencor y de recuerdos....
Dos casos se cruzan y entrelazan, para que el detective Falk, investigador de fraudes económicos en la capital, trate de resolverlos y reconciliarse con el pasado.
Ritmo narrativo trepidante, personajes oscuros, crímenes sin resolver; todos los ingredientes que deben integra una buena novela negra, combinados con maestría por esta debutante que, creo, nos dará muchas alegrías a los aficionad@s.
Me ha gustado mucho!

Sinopsis (Ed. Salamandra)
Volver a Kiewarra, pequeña comunidad al sureste de Australia, es lo último que el investigador de delitos financieros Aaron Falk desea. Y no sólo por el sol abrasador y la sequía pertinaz que han dejado al ganado famélico, a los granjeros desesperados y a la población desquiciada, sino también por el temor a que su presencia reavive las heridas que su precipitada partida dejó abiertas veinte años atrás. Sin embargo, cuando le comunican que Luke Hadler, su amigo de la infancia, y su familia han muerto de forma violenta, presuntamente en un acto de parricidio y posterior suicidio, se siente obligado a regresar.
Recibido con manifiesta hostilidad, Falk se propone no quedarse más de un par de días, pero las súplicas de los padres de Luke para que intente aclarar las circunstancias de la muerte de su hijo harán que reconsidere su decisión. Así, mientras colabora de forma extraoficial con el sargento Greg Raco, el jefe de policía local, Falk se verá obligado a encarar los fantasmas de su oscuro pasado y a enfrentarse al odio visceral que todavía le tienen algunos vecinos del pueblo.
Revelación literaria del año en Australia, Años de sequía ha sido acogida con un entusiasmo unánime en Reino Unido, con más de cien mil ejemplares vendidos, y Estados Unidos, donde ya ha escalado hasta el segundo puesto en la lista de e-books. Finalista del prestigioso CWA Gold Dagger Award de 2017, que se fallará próximamente, ha recibido numerosos galardones, entre los que destacan el ABIA General Fiction y el Indie. El nivel de tensión permanente, una profusión de giros inesperados y una trama ubicada en un escenario excepcional, donde los personajes se encuentran al límite de la supervivencia, hacen de esta ópera prima una lectura muy impactante.

Años de sequía (fragmento)


PRÓLOGO
"No se puede decir que la muerte fuera una novedad en esa granja, y las moscardas no sabían distinguir. Para ellas, apenas había diferencias entre los restos de un animal y un cadáver humano. Ese verano, la sequía había tratado a las moscas a cuerpo de rey. Se lanzaban en busca de los ojos abiertos y las heridas viscosas en cuanto los granjeros de Kiewarra apuntaban con los rifles a sus famélicas reses. Sin lluvia, no había comida. Sin comida, había que tomar decisiones difíciles mientras el pueblo centelleaba un día tras otro bajo el cielo ardiente y despejado. 
—Pronto pasará —decían los granjeros a medida que transcurrían los meses, camino ya del segundo año. 
Se repetían esas palabras en voz alta unos a otros como si fueran un mantra y las pronunciaban a solas entre dientes, como una oración. 
Sin embargo, los hombres del tiempo de Melbourne no estaban de acuerdo. Trajeados y con ademán compasivo, lo decían casi todas las tardes a las seis desde sus platós con aire acondicionado: eran, oficialmente, las peores condiciones en un siglo. El patrón climático tenía un nombre en cuya pronunciación Australia no se había puesto de acuerdo: El Niño. 
Al menos las moscardas estaban contentas. No obstante, ese día les deparaba un hallazgo distinto. Más pequeño y con una carne más tierna. Aunque eso tampoco era relevante. Lo importante no cambiaba: los ojos vidriosos, las heridas húmedas. 
El cadáver del claro era el más fresco. Las moscas tardaron un poco más en descubrir los dos de la casa, a pesar de la puerta abierta de par en par como una invitación. Las que se aventuraron más allá de la ofrenda que había en la entrada obtuvieron otro cuerpo como recompensa en el dormitorio. Era más pequeño, pero había menos competencia. 
Fueron las primeras en llegar al escenario y, con el calor, se agolparon satisfechas mientras la sangre aún formaba un charco negro en las baldosas y en la alfombra. Fuera, la colada colgaba del tendedero giratorio, seca como un hueso y tiesa por el sol. En el camino de losas de piedra había un patinete abandonado. Sólo un corazón humano latía en un radio de un kilómetro a la redonda de la granja. 
Por eso no hubo ninguna reacción cuando, en el interior de la vivienda, el bebé empezó a llorar."

ORIGEN

Delirante, estratosférico, ridículo e incluso divertido.....he pasado unos días de "ocio alucinado" con la última ocurrencia de Dan Brown.
Al principio se me ocurrió que al igual que hicieron con Woody Allen, en su momento, alguna de las ciudades "participantes" hubieran pagado al escritor por incluirlas en este folletín pseudofuturista con tintes rancios.....porque el argumento no tiene pies ni cabeza, los únicos datos medianamente bien documentados son los edificios, equipamiento y rutas de las ciudades mencionadas. El resto, desde la estructura de la política española hasta los personajes principales, estereotipados hasta el ridiculo; es un puro delirio sin talento ni fundamento.
Sólo le adjudicó un valor a este "bodrio", se lee rápido y entretiene, aunque sólo sea para ver cómo se resuelve semejante despropósito; bueno, también divierte porque los delirios , a veces, son divertidos.

Sinopsis (Ed. Planeta)

Robert Langdon, profesor de simbología e iconografía religiosa de la universidad de Harvard, acude al Museo Guggenheim Bilbao para asistir a un trascendental anuncio que «cambiará la faz de la ciencia para siempre». El anfitrión de la velada es Edmond Kirsch, un joven multimillonario cuyos visionarios inventos tecnológicos y audaces predicciones lo han convertido en una figura de renombre mundial. Kirsch, uno de los alumnos más brillantes de Langdon años atrás, se dispone a revelar un extraordinario descubrimiento que dará respuesta a las dos preguntas que han obsesionado a la humanidad desde el principio de los tiempos.
¿DE DÓNDE VENIMOS? ¿ADÓNDE VAMOS?
Al poco tiempo de comenzar la presentación, meticulosamente orquestada por Edmond Kirsch y la directora del museo Ambra Vidal, estalla el caos para asombro de cientos de invitados y millones de espectadores en todo el mundo. Ante la inminente amenaza de que el valioso hallazgo se pierda para siempre, Langdon y Ambra deben huir desesperadamente a Barcelona e iniciar una carrera contrarreloj para localizar la críptica contraseña que les dará acceso al revolucionario secreto de Kirsch.
Perseguidos por un atormentado y peligroso enemigo, Langdon y Ambra descubrirán los episodios más oscuros de la Historia y del extremismo religioso. Siguiendo un rastro de pistas compuesto por obras de arte moderno y enigmáticos símbolos, tendrán pocas horas para intentar desvelar la fascinante investigación de Kirsch… y su sobrecogedora revelación sobre el origen y el destino de la Humanidad.
ORIGEN se desarrolla íntegramente en España. Barcelona, Bilbao, Madrid y Sevilla son los escenarios principales en los que transcurre la nueva aventura de Robert Langdon. De la mano del autor de El código Da Vinci, el lector recorrerá escenarios como el Monasterio de Montserrat, la Casa Milà (La Pedrera), la Sagrada Familia, el Museo Guggenheim Bilbao, el Palacio Real o la Catedral de Sevilla.
Como ya sucedió con París en El código Da Vinci, con Roma en Ángeles y demonios o con Florencia en Inferno, los escenarios de las novelas de Dan Brown siempre han sido un elemento clave en sus tramas.

Origen (fragmento)

PRÓLOGO
"A medida que el viejo funicular ascendía lentamente la pendiente vertiginosa, Edmond Kirsch contemplaba la irregular cumbre de la montaña. A lo lejos, construido en la pared de un acantilado escarpado, el enorme monasterio parecía colgar en el aire como si estuviera soldado al precipicio por arte de magia. 
Este atemporal santuario de Cataluña había soportado el implacable tirón de la gravedad durante más de cuatro siglos sin faltar nunca a su propósito original: aislar a sus ocupantes del mundo moderno. «Irónicamente, ahora serán los primeros en conocer la verdad», pensó Kirsch, preguntándose cómo reaccionarían. A lo largo de la historia, las personas más peligrosas siempre habían sido los hombres de Dios... sobre todo cuando sus dioses se veían amenazados. «Y yo estoy a punto de arrojar una lanza en llamas a un nido de avispas.» 
Cuando el funicular alcanzó la cumbre, Kirsch vio la solitaria figura que lo esperaba en el andén. Un hombre de frágil constitución ataviado con una tradicional vestimenta católica: sotana negra, fajín y solideo púrpura y roquete blanco. Kirsch reconoció los enjutos rasgos que había visto en distintas fotografías y sintió una inesperada oleada de adrenalina. 
«Valdespino ha venido a recibirme en persona.» 
El obispo Antonio Valdespino era una figura importante en España: no sólo se trataba de un fiel amigo y consejero del mismísimo rey, sino también de uno de los más firmes e influyentes defensores de la preservación de los valores católicos conservadores y las políticas tradicionales. 
—Edmond Kirsch, supongo —dijo el obispo en cuanto Kirsch descendió del vagón."