lunes, 2 de julio de 2018

EL HOMBRE QUE PERSEGUÍA SU SOMBRA

Esta novela la leí el pasado año, e imaginad que impacto me ha causado que olvidé compartir mi opinión con vosotros.....!
Sigue la recaudación a costa de la idea y los personajes creados por Larsson, y no es que la idea fuese única, ni los personajes inolvidables pero como dice el refrán , "entre el original y la copia, me quedo con el original"....
Y, dicho esto, casi nada que añadir, muchas páginas, Salander en la cárcel defendiendo a los débiles, las fuerzas del mal conspirando para ocultar sus tropelías pasadas y presentes, el ex-tutor de Salander tratando de protegerla, Blomqvist ligando con toda la que se le pone a tiro...., y para dar un toque de actualidad un esbozo de intolerancia religiosa con maltrato a las mujeres.
Nada nuevo bajo el sol nórdico, aunque, entretenida si que es.

Sinopsis (Ed. Destino)
Lisbeth Salander está cumpliendo condena en la cárcel de Flodberga, en la que intenta a toda costa evitar cualquier tipo de conflicto con el resto de las presas. Pero en el momento en el que Lisbeth se convierte en la protectora de la joven de Bangladesh que ocupa la celda vecina, la peligrosa líder de las internas la coloca en su punto de mira.
Holger Palmgren visita a Lisbeth y le explica que ha recibido una serie de documentos que contienen información relativa a los abusos que sufrió ella en su infancia. Salander acude a Mikael Blomkvist y ambos emprenden una investigación que puede sacar a la luz uno de los experimentos más atroces auspiciado por el Gobierno sueco en los años ochenta. Los indicios los llevan hasta Leo Manheimer, socio en la financiera Alfred Ögren, con quien Lisbeth comparte mucho más de lo que creen.
En El hombre que perseguía su sombra, la quinta entrega de la serie Millennium, David Lagercrantz entreteje una electrizante historia sobre el abuso de poder y las sombras que, desde niña, acechan a Lisbeth.
Primero descubre la verdad. Después, véngate.

El hombre que perseguía su sombra (fragmento)

Prólogo
Holger Palmgren se encontraba en la sala de visitas, sentado en su silla de ruedas, y dijo:
 —Siempre he querido preguntarte por qué es tan importante para ti el tatuaje del dragón. 
—Tiene que ver con mi madre. 
—¿Con Agneta? 
—Yo era pequeña, debía de tener unos seis años. Me escapé de casa. 
—Ah, sí, creo que ya me acuerdo. Había una mujer que solía visitaros, ¿verdad? Y que tenía una especie de marca. 
—Sí, era como si su cuello hubiese ardido. 
—¿Cómo si el fuego de un dragón se lo hubiese quemado?

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