Mostrando entradas con la etiqueta Margaret Atwood. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Margaret Atwood. Mostrar todas las entradas

domingo, 29 de agosto de 2021

LOS TESTAMENTOS


Muchos años después sabremos que ha ocurrido en Gilead. 
Esta secuela de El cuento de la criada narrada a tres voces, transcurre en una República teocratica que ha evolucionado hacia lo peor que podia esperarse de un proyecto que ya nació monstruoso, corrupción, esclavitud, opresión, feminicidio, injusticia y...!

No voy a hacer spoiler, pero nadie espere una continuación al uso, Los testamentos es diferente, otra epoca, otros personajes y una mirada muy Atwood. "los molinos de los dioses muelen lentamente, pero muelen fino" 

Muy recomendable 🌞🌞🌞

Sinopsis (ed. Salamandra)
Obra maestra de la literatura distópica, El cuento de la criada se ha convertido en un clásico moderno. Tres décadas más tarde, Margaret Atwood recupera su icónico mundo y lo lleva hasta un final dramático en esta impresionante secuela.
"Quince años después de los acontecimientos narrados en El cuento de la criada, el régimen teocrático de la República de Gilead se mantiene en pie, pero está empezando a mostrar signos de descomposición. En este momento crucial, las vidas de tres mujeres radicalmente diferentes convergen, con resultados explosivos. Dos de ellas han crecido en lados opuestos de la frontera: una en Gilead, como la hija privilegiada de un importante Comandante, y otra en Canadá, donde se manifiesta en contra del régimen mientras sigue por televisión las noticias de los horrores que allí acontecen. Ambas pertenecen a la primera generación que va a alcanzar la mayoría de edad desde que existe el nuevo orden, y sus testimonios están trenzados con una tercera voz: la de una de las mujeres más influyentes del sistema, que mueve los hilos del poder de manera despiadada. Sus caminos acabarán por encontrarse, forzando a cada una de ellas a colaborar, a enfrentarse consigo mismas y a decidir dónde pondrán los límites en la lucha por sus ideales."
A medida que desarrolla estas tres voces, Margaret Atwood profundiza en los recovecos más recónditos de Gilead, y logra, gracias a su virtuosa capacidad para recrear un mundo nuevo, que Los testamentos sea una mezcla triunfal de suspense e ingenio.

#LIBROS #reseñas2019 #novedades2019

jueves, 11 de enero de 2018

EL CUENTO DE LA CRIADA


“El orden establecido puede desvanecerse de la noche a la mañana. Los cambios pueden ser rápidos como el rayo. No se podía confiar en la frase ‘Esto aquí no puede pasar”. M. A.
Al hilo de la "recreación televisiva " de la novela, he releído estos últimos días El cuento de la criada en su nueva edición prologada por la propia Atwood y....., me ha gustado tanto o más que la primera vez que lo leí, allá en los lejanos 80, cuando una era, todavía joven e idealista.
Discrepo absolutamente, de aquellos que califican la novela de "distopía", lo que ocurre en este cuento, lleva ocurriendo miles de años en muchos países de nuestro pobre mundo, dictaduras religiosas o de otro tipo que hacen de las mujeres sus victimas y mujeres que actúan como verdugos para otras mujeres.
Es tan bueno El cuento de la criada, que su lectura me produce una irritación irracional, tanto que ya no voy a escribir más sobre el tema....., sólo digo:
LEÁNLO¡¡¡

Sinopsis (Ed. Salamandra)
Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.
En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.

El cuento de la criada (fragmento)
"En el estado de Gilead las criadas forman un estrato social pensado para conservar la especie. Las mujeres fértiles que integran esta clase, y que destacan por el hábito rojo con que se cubren hasta las manos, desempeñan una función esencial: dar a luz a los futuros ciudadanos de Gilead. Sin embargo, en un mundo antiutópico asolado por las guerras nucleares, gobernado por un código extremadamente severo y puritano, que castiga con la pena de muerte a quien se aparta del sistema y en el cual la mayoría de la población es estéril, engendrar no resulta fácil. Existe siempre el temor al fracaso y la amenaza de la confinación en la isla de seres inservibles más allá de las alambradas que rodean la ciudad y del alto muro donde cuelgan, para que sirva de ejemplo, los cadáveres de los disidentes. "

domingo, 12 de noviembre de 2017

ALIAS GRACE


RESEÑADO por Rossana Cabrera para LIBROS,  el 13 de Septiembre de 2014.
Sufrí un poco el año pasado cuando le dieron el nobel a la canadiense, sufrí porque Atwood, que también lo es, y que ha estado nominada chiquicientas veces, esa vez también lo perdió.
Atwood reúne, dos cosas que suelen ser difíciles de reunir, o que a mi, como lectora, me resultan difíciles de encontrar: alguien que cuente una historia que de verdad me resulte interesante, y que además, tenga el arte de contarla bien.
Con este libro, sin embargo, entrar en la parte de "que de verdad me resulte interesante", me costó 200 páginas. Pero una vez entré, agradecí a la autora una vez más.
Muy bueno.

Sinopsis (Ed. B)
Basándose en las nuevas técnicas europeas, el joven médico Simon Jordan entrevista a la reclusa Grace Marks, condenada a cadena perpetua por haber participado en un crimen a los dieciséis años, para rescatar de su memoria aquel violento suceso. Atwood parte de un hecho real para internarse en los lugares más recónditos de la mente y trazar un vívido cuadro de la sociedad decimonónica, sus contradicciones y sus complejidades.

Alias Grace (fragmento)
"Me dirigí al corral llorando a lágrima viva, agarré una preciosa gallina blanca, me la coloqué bajo el brazo y me dirigí al lugar donde estaba la leña y el tajo secándome las lágrimas con el delantal; no me veía con fuerzas de hacer semejante cosa. Jamie Walsh me siguió y me preguntó amablemente qué me ocurría. Yo le pregunté si tendría la bondad de matar la gallina. Me contestó que nada más fácil. Tendría mucho gusto en hacerlo puesto que yo era tan remilgada y sentimental. Agarró la gallina, le cortó limpiamente la cabeza y la gallina decapitada correteó un momento y después se desplomó al suelo agitando las patas. Me pareció un espectáculo lastimoso. Luego desplumamos la gallina juntos, sentados el uno al lado del otro en una de las barras de la valla mientras las plumas volaban a nuestro alrededor. Al terminar, le di sinceramente las gracias por su ayuda y le dije que no podía darle nada a cambio, pero que más adelante me acordaría del favor que me había hecho. Esbozó una tímida sonrisa y me dijo que gustosamente me ayudaría en cualquier otra ocasión en que yo lo necesitara.
Nancy había salido durante la última fase de nuestra conversación y ahora permanecía de pie en la puerta de la cocina protegiéndose los ojos del sol con la mano mientras aguardaba con impaciencia que termináramos de preparar la gallina para cocinarla. Así que limpié la gallina con la mayor rapidez que pude, conteniendo la respiración para no aspirar el olor y reservando los menudillos por si quisieran hacer una salsa con ellos, la enjuagué bajo el chorro de agua de la bomba y la llevé a la cocina. Mientras la rellenábamos, Nancy me dijo: bueno, ya veo que has hecho una conquista. Le pregunté a qué se refería y ella me contestó: a Jamie Walsh, se le nota en la cara que está perdidamente enamorado de ti; antes era mi admirador, pero ahora veo que es el tuyo. Comprendí que estaba intentando recuperar mi amistad tras haber perdido los estribos. Me eché a reír diciendo que no me parecía demasiado buen partido, pues era un simple chiquillo tan pelirrojo como una zanahoria y tan pecoso como un huevo, aunque muy alto para su edad. Bueno, dijo ella, a su tiempo maduran las brevas. El comentario me pareció enigmático pero no pregunté qué quería decir por temor a que ella me considerara una ignorante.
Para asar la gallina tuvimos que atizar bien el fuego en la cocina de verano y preparamos el resto de la comida en la de invierno. Como acompañamiento de la gallina elaboramos un puré de cebollas y zanahorias y para postre pusimos fresas con nata y queso hecho en casa. El señor Kinnear guardaba el vino en el sótano, en parte en toneles y en parte en botellas. Nancy me mandó por cinco botellas. No le gustaba bajar al sótano porque decía que había muchas arañas.
Mientras estábamos ocupadas en esos quehaceres, se presentó James McDermott más fresco que una lechuga. Al preguntarle amablemente Nancy dónde se había metido, él le contestó que, como había terminado todas sus tareas antes de marcharse, no era asunto de su incumbencia, pero si tanto se empeñaba en saberlo, había ido a hacer un recado especial que el señor Kinnear le había encomendado antes de marcharse a Toronto. Nancy replicó que ya se enteraría ella y que él no tenía ningún derecho a entrar y salir justo en el momento en que más se le necesitaba. James contestó que eso él no podía saberlo pues no tenía dotes de adivino. Nancy le dijo a su vez que, si las tuviera, vería que no permanecería mucho tiempo en aquella casa. Pero como por el momento ella estaba muy ocupada, ya hablaría con él mas tarde. Ahora lo mejor que podía hacer era ir a atender el caballo del señor Kinnear que necesitaba que lo almohazaran después del largo viaje, siempre y cuando su alteza real no lo considerara una tarea demasiado indigna de su condición. McDermott se fue a la cuadra con el semblante enfurecido. "