martes, 26 de septiembre de 2017

EL MÉTODO DEL COCODRILO


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Giuseppe Lojacono,  inspector de policía en Nápoles.
Atención¡¡¡¡ Ricardo Cortat, Nuria Moragues, Noelia Vallina......y otr@s apasionados de la negra-mediterránea (entendida como la producida en el sur de Europa), aun no habíamos terminado de "cogerle el punto" al intenso comisario Ricciardi y......., Maurizio de Giovanni nos sorprende con un nuevo personaje y una nueva serie de novelas, cuyo ambiente se refleja en este párrafo:
"...Esto es Nápoles como nunca se había visto antes. Una ciudad caótica cuyos callejones arrojan sombras y ecos de pasos inciertos....."
Giuseppe Lojacono es un policía siciliano que ha sido desterrado a Nápoles, sus problemas personales y su carácter enigmático no le granjean, precisamente, simpatías en su nuevo destino en el que su único amigo (desterrado como el) le apoda "Montalbano", una novela en el Nápoles contemporáneo, que tiene posibilidades de cuajar un nuevo protagonista para la novela negra del sur de Europa.
Recomendable¡¡

RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 12 de Febrero de 2015.
De Giovanni pasa del Nápoles fascista al actual pero el ambiente, las personas, las maldades cambian poco. Los mismos perros con distintos collares. Lo salva la historia pero debería cambiar el decorado porque corre el riesgo de encasillarse.
Leed la reseña completa en el siguiente enlace:
https://www.evernote.com/shard/s67/sh/b8898ec4-daeb-44bd-91ae-3855a6ee4568/e85efd4558cdd66221fcc03059c5d80e

Sinopsis (Ed. Literatura Random House)
La historia de un inspector, unos misteriosos asesinatos y la corrupción de la policía y la mafia en Italia. Un nuevo capítulo en la eterna lucha entre el bien y el mal. M. de Giovanni, ya conocido por el publico por el personaje Ricciardi, crea un nuevo personaje, tenebroso y tremendamente humano, destinado a marcar el corazón de los lectores
Esto es Nápoles como nunca se había visto antes. Una ciudad caótica cuyos callejones arrojan sombras  y ecos de pasos inciertos. Los napolitanos viven absortos por sus preocupaciones cotidianas, de espaldas a la comunidad. En esta atmósfera un asesino puede cometer sus crímenes con bastante soltura, pasar desapercibido entre la multitud y volverse prácticamente invisible. Tres jóvenes que aparentemente no tienen nada en común aparecen muertos tras haber recibido un tiro mortal, a modo de ejecución. El inspector Giuseppe Lojacono acaba de ser transferido de Sicilia a Nápoles tras verse implicado en un turbio caso con la mafia. Arrastrado por su instinto y por circunstancias personales difíciles, se propone descubrir quién está detrás de los asesinatos. En su empeño se verá acompañado por la joven y atractiva magistrada Laura Piras, que ha oído hablar de la increíble habilidad de Lojacono, de su capacidad de observación y deducción.Las primeras investigaciones señalan a un asesino frio y metódico, que la prensa ha bautizado como"El Cocodrilo"porque, al igual que el reptil, es una máquina de matar perfecta y despiadada. Y al igual que el animal, cuando devora a sus propias víctimas, llora, pero las suyas son... lágrimas de cocodrilo. En el origen de estos asesinatos se descubrirá un dolo arraigado y ancestral, una culpa que no ha sido purgada y un amor que todo lo consume.

El método del cocodrilo (fragmento)

1

La Muerte entra por la vía tres a las ocho y catorce, con siete minutos de retraso.
Se confunde entre los viajeros, zarandeada por mochilas y bolsos, por carritos y maletas indiferentes a su frío aliento.
La Muerte camina vacilante, defendiéndose de las prisas ajenas. Ahora se encuentra en la gran sala de la estación, rodeada del griterío de los chicos y el olor a cucuruchos derretidos. Mira a su alrededor, con gesto rápido se seca una lágrima que se desliza por debajo de la lente izquierda, y el pañuelo vuelve al bolsillo superior de la chaqueta.
En medio de todas las tiendas nuevas, busca la salida para huir del ruido y del gentío. No reconoce el lugar, después de tantos años todo ha cambiado. Lo ha preparado todo punto por punto; la búsqueda de la salida será su único momento de vacilación.
Nadie la ve. Los ojos de un muchacho que fuma recostado en un pilar la recorren como si fuera transparente. Es una mirada clínica: nada llama la atención, los zapatos viejos y el traje pasado de moda dicen tan poco como las gafas fotocromáticas y la corbata oscura. Los ojos van más allá, se detienen en el bolso abierto de una señora que habla por el móvil y gesticula frenética. Nadie más ve a la Muerte cuando cruza insegura el vestíbulo de la estación.
Ya está fuera, al aire libre. Huele a humedad, a gas. Ha dejado de llover hace poco, la acera está embarrada y resbaladiza. Un rayo de sol se abre paso, la Muerte entrecierra los ojos ante el destello imprevisto y se seca otra lágrima. Mira a su alrededor y ve el aparcamiento de taxis, avanza arrastrando un poco los pies.
Se sube a un coche destartalado. Huele a humo rancio, el asiento está desfondado. Murmura la dirección al conductor, que la repite en voz alta para confirmarla, mientras arranca con una sacudida y se incorpora al tráfico sin ceder el paso. Nadie protesta.
La Muerte ha llegado a la ciudad.

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