sábado, 30 de septiembre de 2017

JACK AL DESNUDO


Cuarta entrega de la serie de novelas protagonizadas por el Inspector John Rebus.

Por las calles de Edimburgo de la mano de John Rebus y sus dudas, sus problemas, sus complejos, sus amores, desamores......he leído esta novela de la serie Rebus, que tenía pendiente, y otra vez he comprendido porque Ian Rankin es uno de los grandes de la novela negra-policiaca.
Tema de rabiosa actualidad, aunque la novela es de 1992, político mentiroso y, probablemente corrupto, que cree que todos lo demás son mucho más tontos que el......No digo más¡¡¡

Sinopsis (Ed. RBA)
Una novela inédita del mítico Inspector Rebus.
Durante una redada en un prostíbulo de Edimburgo, la policía descubre a Gregor Jack, un joven y popular diputado del Parlamento escocés, en compañía de una prostituta. El incidente no tarda en convertirse en escándalo y el político, buscando la protección de sus amigos, intenta defenderse y minimizar los daños que puedan haberse producido en su prometedora carrera. Sin embargo, al banal episodio se suma otro problema más grave: Elizabeth, la mujer de Gregor Jack, desaparece misteriosamente sin dejar rastro. Al inspector Rebus le resulta cada vez más evidente que ambos sucesos forman parte de un gran montaje orquestado para acabar con Jack; pero tiene que darse prisa en resolver el rompecabezas y encontrar al culpable, porque parece que quien está detrás de todo ello no tiene ningún inconveniente en recurrir al asesinato para lograr su objetivo.

Jack al desnudo (fragmento)

1
EL COBERTIZO DE LAS VACASLo maravilloso del caso fue que los vecinos ni siquiera se habían quejado, ni siquiera —como más tarde muchos dijeron a los periodistas— lo sabían. No hasta aquella noche, la noche en que la súbita actividad en la calle perturbó su sueño. Coches, furgonetas, policías, el inagotable parloteo de los radiotransmisores. No es que el ruido fuese excesivo. La operación fue realizada a tal velocidad e, incluso, con tan buen humor, que hasta hubo quienes durmieron durante el acontecimiento.
—Quiero que muestren educación — les había explicado el comisario «Granjero» Watson a sus hombres en la sala de guardia aquella noche—. Puede ser una casa de citas, pero está en la parte alta de la ciudad, ustedes ya me entienden. No sabemos quién habrá allí. Quizás incluso nos encontremos con nuestro propio y querido jefe de policía.
Watson sonrió para hacerles saber que bromeaba. Pero algunos de los policías de la sala, que conocían al jefe de policía mejor de lo que parecía conocerle el propio Watson, intercambiaron miradas y sonrisas irónicas.
—Muy bien —dijo Watson—, repasemos el plan de ataque…
«Dios, esto le encanta», pensó el inspector John Rebus. «Disfruta con cada minuto». ¿Y por qué no? Después de todo era la criatura de Watson e iba a nacer en casa. Lo que equivalía a decir que Watson estaría al mando desde la inmaculada concepción hasta el inmaculado parto.
Quizá fuera la menopausia masculina, la necesidad de mostrar un poco de fuerza.

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