martes, 26 de septiembre de 2017

LA DETECTIVE MIOPE


La vida de Irene Ricart es una tragedia, a las pérdidas personales que ha sufrido recientemente se suman las secuelas, pierde vista a un ritmo escalofriante, las dioptrías se le multiplican de tal forma que no tiene tiempo a gastar las lentillas y las gafas (es el sueño de cualquier óptica del mundo), mientras tanto trata de resolver casos detectivescos (cinco por lo menos) con la máxima siguiente...:
"¿Sabes que entre tu y cualquier persona en el mundo hay como mucho seis grados de separación?" Novela que aparentemente bebe de las fuentes de la negra-clásica pero trata de ser original a toda costa y para ello "diseña" personajes imposibles y una trama que cojea por todas partes. Como es corta se lee rápido y como no precisa concentración por la ausencia de complejidad, vale perfectamente para la playa.
Palomitas playeras (que diría Ricardo Cortat) de calidad discreta.
Dice la autora que "se lo ha pasado bárbaro escribiendo esta novela", quizás debería cambiar sus prioridades....es una sugerencia.

Sinopsis (Ed. DEBOLSILLO)
Irene Ricart ha perdido al marido, la hija, la cordura y, casi casi, la vista. Y aun así se toma la vida con un característico humor que la ayuda a seguir viva, a aguantar el tiempo necesario para encontrar al asesino de su familia. Sabe cómo, lo ha leído en la portada de una revista cuyo titular parece una revelación: «¿Sabes que entre tú y cualquier persona en el mundo hay como mucho seis grados de separación?». Y así es: solo tiene que encontrar la relación con las personas que la separan de quien acabó con la vida de sus dos seres queridos.

La detective miope (fragmento)

1

TARJETA DE VISITA
"Muchos detectives privados son ex policías. Yo no. Yo soy viuda de un policía. Y detective privada.
Trabajo para la agencia Detectives Marín, a cuyo frente se encuentra su fundador, Miguel Marín Caballero, mi jefe.
Marín me contrató de inmediato después de nuestra primera entrevista. Cuando digo de inmediato quiero decir tras hablar conmigo poco más de una hora.
Era mi segunda entrevista ese día. Por la mañana, el director de la agencia Argos me había despachado a los pocos minutos. Creo que en realidad me había invitado sólo para echarme un vistazo, tal vez para ver si se me notaba algo. No sabría decir qué; pero por lo visto lo decepcioné. Me devolvió el currículum con una mezcla de conmiseración e impaciencia.
—No se haga muchas ilusiones.
¿Por qué no? Tenía ganas de trabajar, tenía experiencia, tenía buenas referencias. Excelentes las del jefe de mi agencia anterior, que con ellas se lavaba el cargo de conciencia por no contratarme a mi regreso.
—Tu sustituto es muy bueno, Irene.
—Yo también.
—Compréndelo. Lleva más de medio año con nosotros y se ha integrado muy bien en la plantilla.
Yo llevaba más de ocho años en la agencia y me consideraba parte de la plantilla. Pero nadie vino a reclamar mi vuelta. No era nada personal, supongo. Simplemente no sabían cómo tratar conmigo.
La entrevista con Marín era, pues, la segunda de ese día. De ese día y en total. Y la última, también en total. Las otras agencias a las que había escrito no se habían molestado en responderme.
Repasó ante mí el currículum que le había enviado.
—Me parece todo excelente, señora Ricart. Justo lo que andaba buscando."

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