miércoles, 6 de diciembre de 2017

FARSA


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Alex King, consultor especialista en comportamiento humano en Suecia.

Nueva novela negra que viene del Norte....¿de donde iba a ser?.
El escritor sueco Thomas Erikson crea un alter ego (psicólogo-coach asesor de empresas) para protagonizar este "enredo" mafioso-financiero que es entretenido pero no aporta novedades sustanciales al panorama de la negra-nórdica.
Entretenida y previsible desde la mitad del libro, tiene un final que anuncia, sin ambages, CONTINUARÁ....¡

Sinopsis (Ed. Siruela)
«Otro prometedor escritor sueco del género negro. La novela sobre Alex King, psicólogo experto en el comportamiento, es la primera de Thomas Erikson, y estamos encantados de descubrir que está trabajando en la secuela, ya que sin duda queremos conocer a los personajes de Farsa un poco mejor».
The Crime House
Alex King, un reputado psicólogo asesor de empresas, experto en comunicación y lenguaje corporal, está dando una conferencia ante un auditorio de quinientas personas cuando de repente un sicario se descuelga de la cornisa del techo de la sala, a doce metros de altura, de un disparo certero mata a uno de los asistentes y se escabulle. La víctima es un conocido financiero que días antes había recibido una carta de extorsión anónima. Pocos días después, otro millonario es asesinado en las mismas puertas de la Jefatura de Policía, a donde había acudido para denunciar que él también había recibido una carta amenazante. El pánico empieza a cundir entre las familias acomodadas de Estocolmo… Alex King es citado como testigo por la policía, que en seguida le pedirá su colaboración para resolver el caso al comprobar lo efectivo de sus inusuales métodos e intuiciones.

Farsa (fragmento)

1Había engañado, estafado y traicionado durante toda su vida. Todo el mundo tenía habilidades especiales, y las suyas eran esas. Era bueno para embaucar, confundir y humillar a los demás. No es que se sintiera orgulloso de ello, simplemente era así. No sabía a cuántas personas había empujado al suicidio ni a cuántas familias había arruinado. Tal vez decenas, tal vez cientos de ellas, pero ni le alteraba el sueño ni le producía mala conciencia.
Lo había hecho por dinero.
A Claes Ljunggren le gustaba el dinero. Le daba sensación de libertad. Ahora tenía algo más de mil millones y el siguiente nivel, ser multimillonario en dólares, quedaba muy lejos. Era demasiado tarde para conseguirlo.
Eso se había terminado.
¿No era curioso que hubiera tenido que envejecer para darse cuenta de que era hora de cambiar antiguos esquemas? El diablo nunca fue viejo y piadoso. Pero él no se avino a razones hasta que sintió el cuchillo en la garganta.
Precisamente estaba leyendo un libro de Alfred Nobel en ese momento. Lo fascinaba la historia del Nobel, pero más que nada los motivos que condujeron a que se instituyera el premio que lleva su nombre. Cuando Ludvig Nobel murió en 1888, un periódico confundió a los dos hermanos y publicó el obituario de Alfred. Al leer acerca de su propia muerte, Alfred reflexionó. Él había inventado la dinamita. El obituario lo describía como «el mercader de la muerte», ya que la dinamita podía utilizarse en la guerra. Por ello instituyó el Premio Nobel en su testamento.
Claes era consciente de que resultaba muy pretencioso compararse con Alfred Nobel. Podía ser codicioso, pero no era estúpido. Aparte de una larga serie de adversarios, ¿qué iba a dejar él tras de sí?

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