jueves, 7 de diciembre de 2017

CINCO ESQUINAS


¿Será verdad que el amor "mata" la genialidad literaria?...parece difícil afirmarlo pero leyendo la última novela de Vargas Llosa una empieza a dudar si habrá que ser desdichado para escribir bien.
Estas Cinco esquinas tienen un gran propósito, parten de una idea fantástica que lamentablemente se malogra en páginas y páginas de "polvos literarios" y elucubraciones sin fin sobre política y empresa; me ha sorprendido este Vargas banal, descriptivo y acelerado en el que no reconozco al autor de Conversación en la Catedral o La ciudad y los perros. Todo evoluciona, todo cambia pero hay cambios que no me gusta experimentar.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Cinco esquinases la nueva y esperada novela del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.
«Él había pensado que, después de todo, un periodista puede ser a veces útil. "Y también peligroso", concluyó. Tuvo el presentimiento de que nada bueno saldría de esta visita.»
«La idea de esta novela comenzó con una imagen de dos señoras amigas que de pronto una noche, de una manera impensada para ambas, viven una situación erótica. Luego se fue convirtiendo en una historia policial, casi un thriller, y el thriller se fue transformando en una especie de mural de la sociedad peruana en los últimos meses o semanas de la dictadura de Fujimori y Montesinos. Me gustó la idea de que la historia se llamase Cinco esquinas como un barrio que, de alguna manera, es emblemático de Lima, de Perú y también de la época en la que está situada la historia.

Cinco esquinas (fragmento)

I. El sueño de Marisa

¿Había despertado o seguía soñando? Aquel calorcito en su empeine derecho estaba siempre allí, una sensación insólita que le erizaba todo el cuerpo y le revelaba que no estaba sola en esa cama. Los recuerdos acudían en tropel a su cabeza pero se iban ordenando como un crucigrama que se llena lentamente. Habían estado divertidas y algo achispadas por el vino después de la comida, pasando del terrorismo a las películas y a los chismes sociales, cuando, de pronto, Chabela miró el reloj y se puso de pie de un salto, pálida: «¡El toque de queda! ¡Dios mío, ya no me da tiempo a llegar a La Rinconada! Cómo se nos ha pasado la hora». Marisa insistió para que se quedara a dormir con ella. No habría problema, Quique había partido a Arequipa por el directorio de mañana temprano en la cervecería, eran dueñas del departamento del Golf. Chabela llamó a su marido. Luciano, siempre tan comprensivo, dijo que no había inconveniente, él se encargaría de que las dos niñas salieran puntualmente a tomar el ómnibus del colegio. Que Chabela se quedara nomás donde Marisa, eso era preferible a ser detenida por una patrulla si infringía el toque de queda. Maldito toque de queda. Pero, claro, el terrorismo era peor.

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