domingo, 3 de diciembre de 2017

EL ÁNGEL ROJO


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Franck Sharko,  comisario en la Dirección Central de la Policía Judicial de París.

Primera experiencia novelesca con Franck Thilliez y su protagonista, comisario Sharko, me ha traído recuerdos de otro novelista francés (muy de moda últimamente), el argumento casi podría confundirse aunque el estilo literario es diferente, quizás un poco más tosco, pero efectivo.
Me ha entretenido bastante, esta primera "desventura" del comisario francés, por tanto agradezco a mis amig@s de LBROS su recomendación y, tengo muy claro, que repetiré¡¡¡
Estoy muy intrigada por la continuidad que el novelista dará a este protagonista que no vive sus mejores momentos.....¡

Sinopsis (Ed. Marlow)
La aparición de un cadáver decapitado, artísticamente troceado y diseminado con enigmáticos designios por diversos rincones de París, sacude de un modo eléctrico al comisario Franck Sharko. Saber que no se trata del cuerpo de su esposa, que lleva ya seis meses desaparecida sin que nadie haya pedido rescate y sin que se tenga la menor pista sobre su paradero, es sólo un consuelo menor. Al contrario, este descubrimiento da pie a una estremecedora y alucinante investigación que pone en contacto a Sharko con los ambientes más sórdidos que puedan imagina ...

El ángel rojo (fragmento)

PrólogoLa lluvia caliente de una tormenta de verano acomete con fuerza contra los adoquines resbaladizos del casco antiguo de Lille. En vez de buscar un lugar donde resguardarme, prefiero contemplar las gotas de agua que se introducen en los surcos de las tejas ocres, se agarran a los canalones como perlas de plata para luego venir a bailar en el hueco de mis orejas. Me gusta aspirar el olor de los ladrillos antiguos, los desvanes y los cuartos trasteros. Aquí, en este silencio de burbuja de agua, todo me recuerda a Suzanne; esa callejuela por la que subo forma el túnel del tiempo que me conduce hasta ella. Giro por la calle de los Solitaires y, justo tras la esquina, me precipito en el Nemo, donde pido una cerveza rubia de Brujas. Brasas de un fuego mal apagado destellan en el fondo de los ojos del propietario, un fulgor de los que avivan los recuerdos, poniéndolos en movimiento hasta que emergen instantes de vida que se creían muertos. Frunce la boca, como si esa gimnasia intelectual lo quemara interiormente. Creo que me ha reconocido.
«Son las once, esa noche. No dejo de dar vueltas en la cama, los ojos clavados en las cifras hirientes del radiodespertador. Como el sitio de Suzanne está demasiado vacío, me levanto y llamo a su teléfono móvil. Me contesta una voz suave, la de una mujer, un robot que dispensa los mensajes estándares de ausencia. Marco el número del laboratorio experimental donde trabaja, con el puño apretado contra los labios. El vigilante nocturno me contesta que se ha marchado hace casi una hora. Sin embargo, bastan diez minutos para llegar desde L'Hay-lesRoses a nuestro apartamento de Villejuif…»

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