miércoles, 23 de agosto de 2017

EL INVIERNO DEL COMISARIO RICCIARDI


Primera novela de la serie protagonizada por Luigi Alfredo Ricciardi, comisario de la brigada móvil de la Real Jefatura Policía de Nápoles en los años 30.

Lo bueno que tienen los amigos lectores es que, cuando menos lo esperas, te sugieren un nombre y te pierdes en sus páginas con la emoción de la primera novela negra que has leído.
El invierno del Comisario Ricciardi me ha durado poco, muy poco, por eso ya estoy inmersa en su Primavera.
Un antihéroe oscuro y platónicamente enamorado, que tiene muchas posibilidades de hacerse un hueco entre los detectives de mi vida¡¡¡
Gracias Ricardo Cortat¡
Muy, muy recomendable¡¡¡

Y esta es la recomendación de mi amigo Ricardo Cortat, realmente recomienda la serie completa, pero habrá que empezar por el principio:

RECOMENDADOS por Ricardo Cortat a LIBROS, el 3 de Septiembre de 2013.
Tropecé con el comisario Ricciardi, un napolitano de los años 30 del siglo pasado.
¡Madre del amor hermoso! Nos dejamos llevar por el vellocino de oro nórdico y resulta que los dioses verdaderos, como si no lo supiéramos, nacen a las orillas del Mediterráneo.
Estoy locamente entregado a ese hombre con un secreto oscuro y con el pensamiento que los asesinatos solo se comenten por hambre o por amor.
No diré que es imprescindible leer 'el invierno del comisario Ricciardi' (acabo ya la 'primavera') pero ¡ya tardáis!

El invierno del comisario Ricciardi (fragmento)

2 "Luigi Alfredo Ricciardi era delgado, de estatura media. De tez oscura, los ojos verdes destacaban en la cara; el cabello negro, peinado hacia atrás con brillantina, a veces dejaba suelto un mechón que le cruzaba la frente y que él colocaba en su sitio distraídamente, con gesto brusco. La nariz era recta y fina, como los labios. Las manos pequeñas, casi femeninas, nerviosas, siempre en movimiento. Las llevaba metidas en los bolsillos, consciente de que traicionaban su tensión, sus emociones.
No necesitaba trabajar, podría haber vivido de las rentas de su familia, de las que no se ocupaba demasiado. Y, tal como le recordaba algún pariente en las contadas ocasiones en que lo veían por el pueblo en verano, debería haber frecuentado el trato de una sociedad más en consonancia con su apellido. Pero él ocultaba tanto sus rentas como su título, para pasar lo más inadvertido posible y seguir con la vida que había elegido, o mejor dicho, que lo había elegido. Me gustaría veros, les habría dicho a los parientes de haber podido, sintiendo todo ese dolor constante, perenne, de todo tipo, ese dolor que os pide paz, os reclama justicia desde siempre, todos los días."


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