viernes, 25 de agosto de 2017

UN FINAL PERFECTO



RESEÑADA POR RICARDO CORTAT para LIBROS,  el 22 de Marzo de 2013.
Acabo con "Un final perfecto" de John Katzenbach.
¿Cómo reaccionas cuando recibes un anónimo dónde pone que vas a morir? ¿Y si sabes que no eres la única que lo recibe?
Lobo Feroz tiene a 3 Caperucitas listas para entrar en el bosque y no dejarlas salir. Nada de un final feliz como el cuento infantil. Les ha preparado un final sangriento como la versión original.
Un psico-trhiller que pretende estudiar la reacción de las personas enfrentadas a su posible asesinato.
Palomitas para pasar el rato.

Un final perfecto (fragmento)

Prólogo

"Pelirroja Uno observaba impotente la muerte de un hombre cuando le llevaron la carta a su casa, aislada en una zona rural del condado.
Pelirroja Dos estaba aturdida por las drogas, el alcohol y la desesperación cuando su carta cayó por la ranura del buzón de la puerta de su modesta casa de dos plantas en las afueras.
Pelirroja Tres contemplaba un fracaso y pensaba que le aguardaban muchos más y peores cuando la carta llegó al depósito de correspondencia que había en la planta situada justo debajo de su dormitorio comunitario.
Las tres mujeres se encontraban en un rango de edad de entre los diecisiete y los cincuenta y un años. No se conocían entre sí pero vivían a escasos kilómetros la una de la otra. Una era internista. Otra era maestra de secundaria en una escuela pública y la tercera, estudiante de bachillerato en un centro privado. A primera vista, parecían no tener gran cosa en común, excepto un detalle obvio: todas eran pelirrojas. En el pelo liso color caoba de la doctora empezaban a asomar las canas y lo llevaba recogido hacia atrás con un estilo severo. Nunca se lo dejaba suelto cuando trabajaba en la consulta. La maestra poseía una melena rizada y leonina y los rizos de pelo rojizo y brillante le caían hasta los hombros como corrientes eléctricas descontroladas, aunque iba desaliñada debido a los funestos avatares del destino. La estudiante de bachillerato tenía el pelo ligeramente más claro, de un seductor color fresa que bien habría merecido una canción, si bien enmarcaba un rostro que parecía empalidecer un poco cada día y una piel clara con unas arruguitas fruto de preocupaciones mucho más graves de las que deben experimentarse a tan tierna edad. Lo que no comprendieron al comienzo es que tenían un nexo común que iba más allá de su sorprendente pelo rojizo. Cada una de ellas, a su manera, era vulnerable."

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