jueves, 24 de agosto de 2017

LA HORA DE LAS SOMBRAS


RESEÑADA POR RICARDO CORTAT para LIBROS, el 14 de Marzo de 2013.
"La hora de las sombras" de Johan Theorin.
Una negra nórdica, versión sueca. Nada nuevo bajo el sol. Ni despierta pasiones ni genera rechazo. Es el primero de cuatro.
De momento, me planto.

Primera novela del Cuarteto de Öland

Sinopsis (ed. Reservoir Books)


«¿Qué sucedió ese día entre la niebla? ¿Qué pasó, Jens?»
1970, isla de Öland, Suecia
El pequeño Jens Davidsson, un niño de seis años que veranea en la isla, desaparece sin dejar rastro. Durante días su familia y la policía no dejan de buscarle, pero sin ningún éxito.
Veinte años más tarde
Julia, la madre de Jens, recibe una inesperada llamada de su padre, un marinero jubilado que todavía vive en Öland. Le cuenta que esa misma mañana ha recibido por correo postal un paquete que contiene un zapato de niño.
A pesar de mostrarse reticente al principio, Julia decide regresar a la isla. Al reanudar la dolorosa investigación, Julia oye hablar por primera vez del legendario Nils Kant, un siniestro y temido delincuente de Öland que supuestamente murió, pero que algunos juran haber visto en el bosque al caer la noche. Poco a poco, lo que parece una idílica isla comienza a revelarse como un lugar misterioso y desapacible... Y Julia se encuentra sumergida en un crimen sin resolver que despertará fantasmas del pasado e incomodará a muchos.

La hora de las sombras (fragmento)

1


"Después de que su padre, Gerlof, le llamara un lunes de octubre por la tarde, la primera vez en casi un año, Julia comenzó a pensar en huesos que el agua había devuelto a la playa rocosa.
Huesos blancos como madreperlas y pulidos por las olas, casi fosforescentes entre las piedras grises de la orilla.
Fragmentos de huesos.
Julia no sabía si estaban en la playa, pero llevaba más de veinte años esperando verlos.
Ese mismo día Julia había tenido una larga conversación con la oficina de la seguridad social, que le había ido tan mal como todo lo que le ocurría ese otoño, y ese año.
Como de costumbre, había pospuesto la llamada al máximo para evitar oír los suspiros de esa gente. Cuando por fin se decidió a hacerlo, una máquina monótona le solicitó su número de identificación personal. Después de haber marcado todas las cifras, la conectaron de nuevo al laberinto de la red telefónica, lo que equivalía a ser conectada al vacío. Tuvo que esperar de pie en la cocina; miró por la ventana y escuchó el zumbido del auricular, un zumbido apenas audible, como una lejana corriente de agua."


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