martes, 22 de agosto de 2017

LA BÚSQUEDA DEL TESORO


Decimosexta entrega de la serie protagonizada por el Comisario Montalbano.

Como en un juego siniestro Montalbano sigue las pistas que le conducirán hasta "el tesoro".
Resulta impresionante que cada entrega de las aventuras del Comisario Montalbano sea mejor que la anterior.
Es propio de un gran escritor, como Camilleri, mejorar con el tiempo pero en su caso excede las mejores expectativas del lector.
Muy recomendable como todas y un maravilloso ejemplo de como funciona el mundo¡

La búsqueda del tesoro (fragmento)

1"Que Gregorio Palmisano y su hermana Caterina eran gente de iglesia desde su temprana juventud era del dominio público. No se perdían un oficio matutino o vespertino, una santa misa, una víspera, y a veces incluso iban a la iglesia sin motivo alguno, sólo porque les apetecía. El ligero perfume de incienso que flotaba en el aire después de misa y el olor a cera de las velas les parecían más deliciosos que el aroma del ragú a alguien que lleva diez días sin comer.
Arrodillados siempre en el primer banco, no agachaban la cabeza al rezar; la mantenían erguida, con los ojos bien abiertos, aunque no miraban el gran crucifijo del altar mayor ni la Virgen doliente a sus pies. No, ellos no apartaban la vista ni un instante del cura, atentos a lo que hacía, a cómo se movía, cómo pasaba las páginas del Evangelio, cómo bendecía, cómo gesticulaba al decir «Dominus vobiscum» para después acabar con «Ite, missa est».
La pura verdad es que habrían querido ser curas, ponerse sobrepellices, estolas, paramentos, abrir la puertecita del tabernáculo, tener en las manos el cáliz de plata, dar la comunión a los fieles... Los dos. También Caterina, a quien su madre Matilde se había apresurado a corregir cuando le dijo lo que quería ser de mayor:
—Querrás decir monja.
—No, mamá: cura.
—¡Anda! ¿Y por qué quieres ser cura y no monja? —preguntó riendo doña Matilde.
—Porque los curas dicen misa y las monjas no.
Sin embargo, se vieron obligados a ayudar a su padre, que era mayorista de comestibles y tenía tres grandes almacenes, uno al lado de otro, donde amontonaba la mercancía."

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