martes, 22 de agosto de 2017

LA DANZA DE LA GAVIOTA


Decimoquinta entrega de la serie protagonizada por el Comisario Salvo Montalbano.

"Montalbano decidió que había que modificar el artículo 1 de la Constitución en los siguientes términos: Italia es una República basada en la venta de droga, el retraso sistemático y el parloteo
vano.”
Inenarrable Montalbano, en una de sus investigaciones más absolutamente embrolladas, hilarantes y fantásticas de todos los tiempos. Montalbano insomne, Montalbano genial.
Comienza con la "danza de un gabbiano" y termina con todos danzando al son del Montalbano. Fantástica¡¡¡

La danza de la gaviota (fragmento)

1
"Hacia las cinco y media de la mañana ya no pudo seguir acostado, mirando el techo con los ojos como platos.
Era algo que había empezado a ocurrirle con la edad: normalmente, pasada la medianoche, se tumbaba en la cama, leía una media hora, cerraba el libro en cuanto empezaban a bailarle las letras, apagaba la luz de la mesilla de noche, se colocaba en la posición adecuada —tendido sobre el costado derecho, con las rodillas flexionadas, la mano derecha abierta, la palma hacia arriba encima de la almohada y la mejilla apoyada en la mano—, cerraba los ojos y se dormía al instante. Afortunadamente, casi siempre dormía hasta la mañana, a lo mejor incluso de un tirón, pero algunas noches, como la pasada, al cabo de apenas dos horas despertaba sin ningún motivo y ya no había manera de volver a conciliar el sueño.
Una vez, al borde ya de la desesperación, se había levantado y había llegado a beberse media botella de whisky con la esperanza de quedarse roque. El resultado fue que se presentó en la comisaría al amanecer y como una cuba.
Se levantó y fue a abrir la cristalera de la galería. El día era una auténtica preciosidad, espléndido, semejaba un cuadro recién pintado. Sin embargo, las olas resonaban más fuerte que de costumbre.
Salió y sintió un escalofrío. Estaban a mediados de mayo, y en otros tiempos ya haría un calor casi estival; en cambio, parecía un día de marzo. Tal vez se estropeara al final de la mañana. A la derecha, en Monte Russello, se formaban ya algunas nubes negras.
Entró, fue a la cocina y preparó café. Se tomó la primera taza y luego se metió en el baño. Cuando salió, vestido, se sirvió la segunda taza y fue a tomarla sentado en la galería.
—¡Qué madrugador está hoy, comisario!
Montalbano levantó una mano en señal de saludo."

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