martes, 22 de agosto de 2017

CAMA DE HUESOS


Playa y Scarpetta......una combinación letal¡¡¡
Creo que a Cornwell se le ha ido la olla definitivamente, debería terminar con esta serie antes de que los que fuimos fieles a Kay Scarpetta y a Pete Marino, reneguemos para siempre de ellos y todo lo que les rodea¡¡

Vigésima entrega de la serie protagonizada por la forense Kay Scarpetta.

Sinopsis

Una eminente paleontóloga desaparece sin dejar rastro en una remota región de Canadá, mientras excavaba en busca de huesos de dinosaurio. Las pistas del caso viajan miles de kilómetros y llegan a manos de Kay Scarpetta en Boston. Y los acontecimientos se precipitan cuando en el puerto de la ciudad se recuperan los restos momificados de una mujer sin identificar.
La forense no tardará en sospechar que la desaparición de la paleontóloga podría estar conectada con varios crímenes sin resolver mucho más cercanos, asesinatos con torturas y mutilaciones… Y mientras la investigación avanza, Scarpetta se siente cada vez más aislada de los suyos y empieza a pensar que esta vez tendrá que afrontar la investigación sola.

Cama de huesos (fragmento)
"No quiero tener a nadie cerca cuando recupere el cadáver, no quiero que nadie filme nada con teléfonos móviles ni con cámaras de televisión. Qué momento más terrible para recuperar un cadáver del agua, y me siento incómoda al recordar mi tonto comentario sobre si Mildred Lott se había convertido en jabón.
—Aquella chica rubia —Klemens señala a Pamela Quick— afirma que es el mayor ejemplar que ha visto en su vida, tal vez incluso el mayor de la historia. Mide casi tres metros de largo y pesa más de una tonelada, y podría tener un centenar de años. Fíjate bien, doctora, porque no es probable que veamos algo así nunca más. No sobreviven el tiempo suficiente para crecer tanto a causa de los golpes contra los barcos, los enredos con cables y cuerdas, la ingestión de basura, de bolsas de plástico y globos que confunden con medusas. Es solo un ejemplo más de cómo estamos destrozando el planeta.
Hay solo dos pasos desde la plataforma de buceo hasta la cubierta de rescate más abajo, donde se encuentran cuatro biólogos marinos y hay montones de toallas y sábanas, cajas de plástico duro,bolsas de esquí y kits que contienen medicamentos de emergencia y de rescate y equipos médicos. Desde donde estoy, a sotavento de la tortuga laúd, percibo su olor salado y la oigo raspar en el suelo mientras lucha por liberarse de su arnés amarillo, y sus movimientos, lentos y pesados, parecen sugerir una inmensa fuerza física. Los estertores de su respiración me recuerdan el paso del aire en un regulador de buceo y su garganta se expande de nuevo y emite un rugido gutural profundo que me hace pensar en leones, en dragones, en King Kong.
—Si uno oyera eso a su espalda en una playa oscura, diría que a alguien le está dando un infarto — dice Klemens.
—¿Qué más han hecho? —pregunto.
—Cortar las cuerdas que la aprisionaban.
—Espero que las hayan guardado.
—No sé qué piensas averiguar examinando un montón de cuerdas.
—Nunca se sabe —le respondo."

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