viernes, 1 de diciembre de 2017

QUIEN SIEMBRA VIENTOS. Recoge tempestades


Quinta entrega de la serie de novelas protagonizadas por Pia Kirchhoff y Oliver von Bodenstein, policías en el K11, la Brigada Central de Delitos contra las Personas de la Policía Judicial Regional de Hofheim, Alemania.

Quinta entrega de la serie policíaca protagonizada por Pía Kirchhoff y Oliver von Bodenstein; thriller con trasfondo medioambiental ubicado, como las entregas anteriores, en la cordillera del Taunus.
Neuhaus, fiel a su costumbre, construye una historia enrevesada con toques del pasado y del futuro que, a veces, desconcierta, pero nunca aburre.
He pasado unos buenos ratos piscineros, con este "tocho" de 400 páginas que me ha entretenido mucho. No pasará a la historia de la novela policíaca pero para entretenerse vale y vale mucho.
Aceptable¡
Para leer el primer capítulo de esta novela, seguid el siguiente enlace:
http://www.maeva.es/colecciones/mistery-plus/quien-siembra-vientos-recoge-tempestades

Sinopsis (Ed. Maeva)
Un parque eólico lleva a un duro enfrentamiento entre sus defensores y detractores, pero ¿puede llevar este odio a matar a alguien?
Nada más regresar de sus vacaciones, la inspectora Pia Kirchhoff recibe una llamada de su jefe Oliver von Bodenstein: debe presentarse inmediatamente en Kelkheim, donde han encontrado un cadáver. Asesinato o accidente, el asunto sería banal si no fuera porque la víctima es el vigilante nocturno de la empresa WindPro, recientemente en el punto de mira de todos por su más que polémica construcción de un parque eólico en el Taunus ; proyecto que cuenta con la resistencia de muchos vecinos. También corren rumores de corrupción y de peritajes falsifi cados. Cuando poco después aparece otra víctima, la Policía se pregunta: ¿Está pasando el culpable por encima del cadáver de quien haga falta para salirse con la suya? Oliver y Pia tienen que enfrentarse a uno de los casos más difíciles de su carrera.

Quien siembra vientos (fragmento)

PrólogoCorría todo lo deprisa que podía por la calle desierta. En el negro cielo nocturno estallaban ya los primeros petardos de Nochevieja, anticipándose a la medianoche. ¡Tenía que llegar como fuera hasta aquella muchedumbre que estaba de celebración en el parque y desaparecer entre la gente! No conocía la zona, había perdido por completo la orientación, y los pasos de sus perseguidores resonaban desde los altos muros de las casas. Iban pisándole los talones, cada vez la apartaban más de las calles principales, lejos de los taxis, del metro y de los transeúntes. Si en ese momento tropezaba, todo habría acabado.
El miedo a morir la dejaba sin aire, el corazón le martilleaba contra las costillas. No podría mantener ese ritmo mucho tiempo más. ¡Allí! ¡Por fin! Entre las interminables fachadas de los altos edificios se abría una grieta oscura. Torció en plena carrera para entrar en el estrecho callejón, pero su alivio duró tan solo una fracción de segundo, hasta que comprendió que había cometido el mayor error de su vida. Ante ella se alzaba un muro liso y sin huecos. ¡Se había metido en una trampa! La sangre le afluyó a los oídos; sus jadeos eran el único sonido en el repentino silencio. Se agachó detrás de unos cubos de basura apestosos, apretó la cara contra el muro áspero y húmedo del edificio y cerró los ojos con la vana esperanza de que los hombres no la vieran y pasaran de largo.
–¡Ahí está! –exclamó uno a media voz–. Ya la tenemos.
De pronto se encendió una potente linterna, ella alzó un brazo y parpadeó, cegada por la luz deslumbrante. La cabeza le iba a mil por hora. ¿Debía gritar pidiendo ayuda?

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