martes, 28 de noviembre de 2017

EL ÁNGEL Y EL INFIERNO


Tercera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Greta Lindberg, librera, aficionada a la novela negra y detective amateur.

Tercera novela de Lenna Svensson, que tiene como protagonista a Greta Lindberg, librera adicta a la novela negra y fan numero uno de Agatha Christie, lo que la lleva a "entrometerse" en todas las investigaciones que se realizan en Mora.....
Prometedor, ¿verdad?, pues......una novelita "piscinera" que no va más allá de un par de tardes de entretenimiento, no engancha la trama, no enganchan los personajes y me cuidaría muy-mucho de incluirla en el género negro, es otra cosa, no se muy bien qué, pero otra cosa....
Prescindible.

Sinopsis (Ed. Vestales)
En medio de la luminosa noche estival sueca, un auto cae de la carretera hacia el precipicio. Su conductor arde en un infierno particular.
Casi de inmediato, se descarta que haya sido un accidente; las huellas de otro vehículo señalan que el coche fue empujado antes de caer al vacío. Sin embargo, en la vida intachable de la víctima, el afamado obstetra y ginecólogo Malte Metzgen, no hay lugar para sospechosos. Pero todos lo son: el hermano ensombrecido por la figura del doctor, la cuñada mantenida, la mujer despechada, la secretaria eternamente enamorada.
En un escenario en el que nadie es quien dice ser, Greta será la encargada de correr los velos de cada uno. Fiel a su estilo, convencerá al teniente Stevic de las teorías más descabelladas; actuará a espaldas de su padre, el inspector Lindberg; y encontrará tiempo para llevar adelante su librería especializada en novelas policiales y el renombrado Club de Lectura.
Lena Svensson nos trae otra trama perfecta para Greta Lindberg: sagaz, irreverente, llena de guiños a otros autores de misterio. Una trama que transita el sutil borde entre la serenidad de un ángel y la eclosión del infierno.

El ángel y el infierno (fragmento)

Primero esbozó un rostro. Redondo con la frente ancha y mejillas pronunciadas. Tardó un poco más en colorearle los ojos ¿verdes o azules?. ¿Se tornarían más oscuros en días de tormenta o se iluminarían en días soleados?. Suspiró. Dejó que la imaginación tomase las riendas. Delineó el cabello con trazos finos. Lentamente, el color negro del carbón fue tomando vida en el papel.
Sobre la mesita del salón,  había desparramado al menos una docena de bocetos. Desde hacía algunas semanas se despertaba en mitad de la noche con la acuciante necesidad de plasmar a través de sus carboncillos lo que se repetía en su cabeza una y otra vez.




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