domingo, 26 de noviembre de 2017

LA VERDAD SOBRE EL CASO SAVOLTA


RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 3 de Febrero de 2015.
¿Cómo era eso de "Antes eran las sombras y dijo: 'Hágase la luz' y la luz se hizo. Y vio que era bueno..." y tal y tal? Pues en eso estamos, en ver como se crea la luz y en como hace que la vida, y la literatura, cambien.
Y no es que el cambio fuera bueno... es que fue maravilloso.
Leed la reseña completa en el siguiente enlace:
https://www.evernote.com/shard/s67/sh/95306ebf-f9be-4a59-9bbd-ba846a38ae9d/164e312ac9231ba7929b2b0aa3453925

Sinopsis (Ed. Seix Barral)
Le tengo un gran cariño porque recuerdo su elaboración como una época especialmente intensa de mi vida literaria, llena de ilusiones, de esfuerzos angustiosos y resultados sorprendentes, de decisiones que en mi inexperiencia eran trascendentales. Podría decir que me jugaba el todo por el todo, o que puse toda la carne en el asador, dos frases hechas cuyo significado no acabo de entender muy bien". Eduardo Mendoza En un período de neutralidad política (Barcelona 1917-1919), una empresa fabricante de armas abocada al desastre económico por los conflictos laborales es el telón de fondo del relato de Javier Miranda, protagonista y narrador de los hechos. El industrial catalán Savolta dueño de ese negocio que vendió armas a los aliados durante la Primera Guerra Mundial, es asesinado.
El humor, la ironía, la riqueza de los matices y de las experiencias, la parodia y la sátira, el pastiche de la subliteratura popular, la recuperación de la tradición narrativa desde la novela bizantina, la picaresca y los libros de caballerías hasta el moderno relato detectivesco, convierten esta novela en una tragicomedia inteligente y divertida, que situó a Eduardo Mendoza entre los narradores más destacados de las últimas décadas.

La verdad sobre el caso Savolta (fragmento)

Y en otra ocasión paseando casi de madrugada por el puerto:
– Te confesaré que me preocupa más el individuo que la sociedad y lamento más la deshumanización del obrero que sus condiciones de vida.
– No sé qué decirte. ¿No van estrechamente ligadas ambas cosas?
– En modo alguno. El campesino vive en contacto directo con la naturaleza. El obrero industrial ha perdido de vista el sol, las estrellas, las montañas y la vegetación. Aunque sus vidas confluyan en la pobreza material, la indigencia espiritual del segundo es muy superior a la del primero.

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