martes, 28 de noviembre de 2017

ESTOY MUCHO MEJOR


Empieza a ser un hecho incontrovertible que leer a Foenkinos me pone de buen humor, y esto ya es mucho tal como esta el mundo¡¡
Tiene Foenkinos una especie de "buen rollo" literario no exento de calidad narrativa que consigue que sus libros actúen a modo de "vitaminas mentales", y mira que me fastidian a mi estas cosas.... pero no puedo evitarlo tras leer esta novela "Estoy mucho mejor". Os la recomiendo para pasar un par de días agradables, y os dejo un artículo de El País que me ha gustado:
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/10/02/actualidad/1380718989_610482.html

Sinopsis (Ed. Seix Barral)
A veces la vida pesa demasiado. Eso es lo que le pasa al protagonista de esta novela, que un día despierta con un dolor de espalda insoportable. Después de consultar a toda clase de especialistas, descubre que no hay terapia capaz de ayudarlo. Ha llegado el momento de tomar las riendas de su vida. Y es que su espalda está llena de nudos; cada uno de los momentos tristes que ha vivido parece haberse atrincherado en ella para siempre.
David Foenkinos nos muestra cómo un suceso aparentemente negativo puede darle un vuelco a la vida y sacar lo mejor de uno mismo. Ésta es una historia que habla de todos nosotros, de cómo con pequeñas metas podemos lograr grandes cosas.
Amor, humor e ingenio, éstos son los rasgos distintivos de David Foenkinos, un autor que cuenta con millones de lectores en más de treinta países. Con Estoy mucho mejor, Foenkinos demuestra de nuevo que es un maestro de las segundas oportunidades: «Ésta es, junto con La delicadeza, la mejor novela de David Foenkinos», Le Point; «Un bello ejercicio de equilibrismo, cuya composición tiene la nitidez de una canción pop… Una formidable novela cuyos personajes de comedia se parecen a los de Alan Bennett o Woody Allen», Fluctuat.

Estoy mucho mejor (fragmento)

1Siempre se sabe cuándo empieza una historia. Yo enseguida comprendí que pasaba algo. Por supuesto, entonces aún no podía imaginar hasta qué punto todo en mi vida se pondría patas arriba. Al principio noté una molestia difusa; un simple dolorcillo agudo en la parte baja de la espalda. Nunca me había pasado antes, no había razón para agobiarse. Sería seguramente un nudo de tensión por una acumulación reciente de preocupaciones.
Esta escena inicial ocurrió un domingo por la tarde; uno de esos primeros domingos del año en que hace bueno. Te alegras de ver el sol, por frágil y poco fiable que sea. Mi mujer y yo habíamos invitado a comer a una pareja de amigos, siempre los mismos, la verdad; eran a la amistad lo que nosotros al amor: una forma de rutina. Bueno, un detalle había cambiado: nos habíamos mudado a las afueras, a un pequeño chalé con jardín. Qué orgullosos estábamos de nuestro jardín. Mi mujer plantaba rosales con una devoción casi erótica, y yo era consciente de que colocaba en esos pocos metros cuadrados de vegetación toda su esperanza de un renacer de su propia sensualidad. A veces la acompañaba junto a las flores, y experimentábamos como oleadas de nostalgia de nuestro pasado. Después subíamos a nuestra habitación y, durante veinte minutos, volvíamos a tener veinte años. No ocurría con frecuencia, era un momento valioso. Élise siempre conseguía robarle instantes al hastío. Era tierna, era divertida, y yo me daba cuenta cada día de lo acertado que había estado al elegirla para ser la madre de mis hijos.

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