miércoles, 29 de noviembre de 2017

CONJURA EN DORCHESTER TERRACE


Vigesimoséptima entrega de la serie de novelas protagonizadas por el Inspector Pitt y su intrépida esposa Charlotte.

Mi querida Noelia Vallina me ha recordado cuanto me gustan las vidas y relaciones de los protagonistas de algunos libros, a veces, más que los propios casos que resuelven.......¡
Esto me pasa con el Inspector Pitt y su esposa Charlotte, he leído todos sus libros desde el lejano Los crímenes de Cater Street, y van allá la friolera de 27 libros y 36 años.....no lo puedo creer¡¡
Bien pues he disfrutado, sin pensar, de esta conjura en Dorchester Terrace y de la vida cotidiana de los Pitt, la tía abuela Vespasia y toda la sociedad victoriana que tanto me gusta.
Un entretenimiento sin más que me relaja y me consuela entre exámenes, trabajos fin de grado, tribunales y.....ufff

Sinopsis (Ed. Debolsillo)
Thomas Pitt acaba de ser nombrado jefe de la Brigada Especial. Muchos piensan que no está capacitado para el cargo... Incluso él, lo piensa. Sin embargo, no es momento para inseguridades. Existe una sólida sospecha de que se está preparando un atentado en la línea ferroviaria que conecta Dover y Londres. Por si fuera poco, en unos días el duque Alois de Habsburgo llegará a la capital, y Pitt piensa que él podría ser el objetivo.
Entretanto, su tía Vespasia visita a una vieja amiga en su residencia de Dorchester Terrace. Se trata de Serafina Montserrat, una ex espía de origen italiano con demencia senil, que sufre por si revela algún secreto confidencial. Pero ella no es la única... Alguien más comparte su temor, alguien que no dudará en asesinarla. Thomas Pitt, que ayuda a su tía a investigar la muerte de la anciana, no tardará en descubrir que ambos casos están relacionados.

Conjura en Dorchester Terrace (fragmento)

1

Era un día de mediados de febrero y estaba oscureciendo en el exterior. Pitt se levantó de su mesa y se acercó a subir el gas de los apliques de uno en uno. Se estaba acostumbrando a ese despacho, aunque todavía no estaba cómodo allí. Para él seguía siendo el despacho de Victor Narraway.
Cuando se volvió otra vez hacia la mesa casi esperaba ver los dibujos a lápiz de árboles sin hojas que su anterior inquilino había tenido colgados en las paredes, en lugar de las acuarelas del cielo y los paisajes marinos que Charlotte le había regalado. Sus libros no se diferenciaban mucho de los de Narraway. Tenía menos volúmenes de poesía, tal vez menos clásicos, pero libros similares de historia, política y derecho.
Narraway se había llevado el retrato con marco de plata de su madre. Hoy Pitt por fin había puesto en su lugar su fotografía favorita de su esposa, Charlotte, en la que aparecía sonriendo. A su lado estaba Jemima, de trece años, con aspecto muy adulto, y Daniel, de diez, que todavía tenía la cara dulce de un niño.


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